Vivir es un tránsito, un camino en donde todos somos nómadas. Que la travesía merezca la pena, depende de ti.

3 de octubre de 2012

Las montañas del quebrantahuesos

Regreso a estas montañas después de casi una década de ausencia. Mi última visita fue en un lejano agosto de 2004, cuando con un gran montañero y mejor amigo hicimos la Salenques-Tempestades al Aneto en un fin de semana desde Salamanca. Desde entonces no había vuelto a las montañas pirenaicas. Reconozco que les he sido infiel. Ellas, que tanto me habían dado, han sido un paréntesis en mi vida durante ocho largos años. Pero no penséis mal, no las había olvidado. Este verano por fin he vuelto a sus brazos, sus valles y sus cumbres. Rincones añorados. Ella, Pirene, me ha perdonado y, como buena amante, me ha tratado bien. Me ha regalado un mes de buen tiempo entre los pliegues de sus faldas, sin tormentas veraniegas, ni días de gran bochorno. Sin problemas. Sin dificultades. Gracias por ello, no volverá a suceder.




Con mi familia he regresado finalmente a los Pirineos, hemos subido algunas de sus cumbres y hemos paseado por un puñado de sus valles. A nuestros hijos les hemos enseñado rincones que ya eran familiares para nosotros, y junto a ellos hemos descubierto otros que estaban en nuestro deseo desde hacía largo tiempo.







Desde lo alto, el planear del quebrantahuesos ha sido una constante cotidiana durante estas semanas. Lo hemos buscado. Lo hemos seguido y fotografiado. Hemos subido a algunos collados exclusivamente para esperarle. Miradores y cimas desde los que disfrutar viéndolos volar. Los prismáticos fueron aquellas semanas un bien preciado, que pasaban de mano en mano con la urgencia de quien pierde la oportunidad de verlo mejor. Él, por el contrario, nos ha observado probablemente sin interés, desde la libertad de su cielo.






Como queriendo compensar tanto tiempo de infidelidad, regresé a estas montañas tan solo unos días después de haberlas recorrido con mi familia, aunque en esta segunda oportunidad lo hice con un buen amigo para fotografiar a esta belleza alada desde un hide, como ya sabéis por la página anterior de este cuaderno.

Ya ha comenzado el otoño. Recuerdo las semanas que he pasado este verano en el Pirineo y pienso en lo distinto que es ahora en comparación con los años en los que yo comencé a patearlos. En aquella época, ver un quebrantahuesos era una fortuna, rara y extraña. Hoy en día, aun estando en serio peligro de extinción, resulta relativamente sencillo verlos si te mueves por los macizos montañosos en los que habitan.






Volveré, Pirene. Sin duda, una y otra vez. A recorrer tus valles, a subir y bajar las arrugas de tu vestido. Me subiré a tus hombros y, si me lo permites, también a tus cimas. Y desde ellas buscaré una vez más el planear poderoso de los buitres-águila.




3 comentarios:

  1. Bonitas palabras, Chuchi. Estos días, semanas, por Pirineos han tenido que ser un auténtico placer.
    Gracias por compartir las bonitas fotos y la experiencia.
    Saludos cordiales.
    Lillo.

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  2. Gracias a ti por visitarlas. Compartirlas es una de las principales razones de ser de cualquier blog.

    Un abrazo

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