Vivir es un tránsito, un camino en donde todos somos nómadas. Que la travesía merezca la pena, depende de ti.

11 de octubre de 2015

El carnero y el milano

Como en una fábula que se presta a enseñanzas y moralejas,
observo al milano real (Milvus milvus) cruzando su mirada con las oscuras y lúgubres cuencas vacías del carnero muerto, rodeados ambos del zumbido de una miríada de moscas. Parece darle las gracias por permitirle a él alimentarse de su carne todavía blanda, ahora que ya no le sirve para mover su macizo corpachón entre los congéneres del rebaño en busca de ovejas que cubrir. Parece ofrecerle sus disculpas por ayudarse de sus magros tejidos rojos para sobrevivir una jornada más. Posado sobre el mullido vientre del viejo semental, parece el milano rendir pleitesía a tanta generosidad.

De las vísceras del animal, apenas emergentes, comienzan a desprenderse, aunque todavía de un modo tímido, efluvios de podredumbre y putrefacción; el hedor de las partes blandas fermentando bajo el sol. El carnero ofrenda al milano sus cuartos traseros gracias a que hace tan solo un par de horas quedaron expuestos al calor y a las moscas bajo los picos fuertes de varios buitres; buitres que al poco levantaron el vuelo asustados por los perros que custodian el rebaño. Con su ganchudo pico desgarra el milano migajas de carne que engulle con un gesto cotidiano, haciendo desaparecer bajo sus afiladas uñas el músculo que hasta hace tan solo un poco rodeaba huesos.

La muerte, como parte fundamental de un ciclo eterno, da paso a la vida, porque la expiración de unos es la subsistencia de otros. Con su muerte, el carnero permite vivir a quien de él se alimente, limitándose todo, al final, a algo tan frío y aséptico como la mera circulación de la energía.

Una hora después de comenzar, el siempre espectacular milano real agradece la ofrenda de su carne y abandona el cadáver definitivamente. Allí lo olvida para que otros se sirvan de él, rodeado de avispas y moscas. Las primeras pellizcarán igualmente minúsculas hebras de grasa y tejidos; las segundas pondrán sus huevos y chuparán sus fluídos.

El ciclo continúa.








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