Vivir es un tránsito, un camino en donde todos somos nómadas. Que la travesía merezca la pena, depende de ti.
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7 de agosto de 2013

Espectros en la noche de los tiempos

¿En la noche de los tiempos, o por siempre? Guerras, muerte, dolor y sufrimiento en el nombre de un dios cualquiera. De cualquiera de los dioses, de los muchos que inventamos, del mío, del tuyo, del suyo. Ruido de espadas en alto y sangre derramada. El control de los hermanos por medio del miedo. Miedo hasta los tuétanos. Miedo a la muerte, miedo al castigo, miedo al infierno, miedo al otro lado. El miedo da poder, y el poder embriaga. Poder, miedo y sufrimiento, ¿cuántas veces van unidos en la triste historia de la humanidad? ¿y cuántas en el nombre de un dios cualquiera, de cualquiera de los dioses?





28 de mayo de 2013

La vieja ciudad dormida

Por las callejas vacías de la ciudad dormida transito en los sueños con mis ojos bien abiertos y los párpados cerrados. Junto a sus edificios voy flotando entre duros adoquines grises y blanda arenisca dorada. Me deslizo por sus esquinas y rincones, buscando entre palacios labrados esos lugares olvidados, regazos decrépitos y desatendidos, invisibles andurriales desamparados. Voy evocando como míos sus desconchones y abandonos, sus ruinas y sus sombras, su senectud y su pasado.

Ingrávido yo en mi ensueño, me elevo sobre los tejados, de crotoreos habitados, acariciando espadañas y azoteas, cruces y antenas, gárgolas y tejas.

Y abro los ojos al orto. Y despierto.

Y despierto yo y despierta ella, la vieja ciudad soñada, esta mañana de mayo con lluvia de primavera.


28 de marzo de 2013

¿Qué nos cuentan?

¿Qué nos cuentan las imágenes cuando sostenemos un libro entre las manos?

¿Qué nos dicen a cada uno de nosotros cuando nos detenemos delante de ellas?

Ellas, las imágenes, nos rodean en nuestra rutina diaria, nos miran desde los escaparates, desde las grandes vallas publicitarias, a través de los medios de comunicación, de la televisión, de Internet, de las revistas y los libros, desde los kioscos. En todo momento y por todas partes, las imágenes nos bombardean con sus mensajes. Y es esta precisamente la cuestión, las fotografías tienen que contarnos historias, deben transmitirnos sensaciones, comunicarnos ideas, instintos, impulsos, emociones, pasiones. Nos deben arrancar pensamientos y sentimientos, pues de lo contrario, una fotografía no sería más que una mera amalgama de colores, de manchas bidimensionales. De estampas sin vida.


Cuando yo veo una imagen sí le pido una composición al menos correcta, aunque no me preocupe demasiado su perfección técnica. Pudiera estar movida o desenfocada, o con mucho "grano-ruido", defectos estos que a veces incluso son perseguidos como una parte fundamental de la obra fotográfica. Pueden estar editadas y transformadas mediante programas informáticos, lo que tampoco me preocupa pues no soy purista en este punto, siempre que dicha transformación ayude a transmitir el mensaje.


Es más, como los visitantes de este blog ya se habrán percatado hace tiempo, pienso que la manipulación mediante software es una herramienta más que podemos y debemos aprovechar, de la misma manera que cuando revelábamos o positivábamos en la época analógica aprovechábamos nuestras opciones, haciendo a conveniencia reservas, dando módulos de luz a porciones concretas del negativo, a veces positivando con diferentes grados de filtraje en diferentes partes de la misma imagen o, por supuesto, re-encuandrando con el marginador para dejar fuera del positivado esa parte que no contaba nada o que distraía del motivo principal. Podíamos incluso utilizar diferentes tipos de película en función del grado de calidez que quisiéramos que tuvieran las fotografías resultantes, a lo que podríamos añadir los filtros que se utilizaban sobre los objetivos. En el fondo, editar en digital hoy en día busca lo mismo que se buscaba en el pasado. Si en aquella época se utilizaban todos los avances técnicos que existían, ¿por qué no hacerlo ahora también? Yo no creo que la fotografía deba ser un arte anclado en los estereotipos del glorioso pasado analógico.


Una fotografía debe ser el relato de un instante, la narración de un momento, de una acción o de un concepto. Una confesión de la manera en la que el fotógrafo percibe lo que le rodea. El reflejo de su mirada. Nuestro espejo. La imagen final, la que vemos, será la encargada de estimularnos a pensar y de transmitirnos emociones. La que nos induce, la que nos urge a entablar con la imagen una conversación, un intercambio de opiniones, la que nos exhorta, en definitiva, a reflexionar.

¿Qué busco yo en la fotografía? Una huella. Una traza en mi memoria. Un surco en mi pensamiento.


8 de marzo de 2013

La ciudad dorada

Paseo como cientos de veces sintiendo los adoquines de la vieja ciudad dorada bajo mis pies, mientras el bullicio de una nueva jornada envuelve cada rincón de su casco antiguo.

Algunos personajes que forman parte de la vida de esta vieja ciudad se cruzan en mi vagabundear por sus calles peatonales. Van y vienen de sus quehaceres. Con sus prisas, con sus pensamientos, con sus preocupaciones. Gente peculiar. Gente normal. Gente importante para el devenir de la ciudad, a los que pongo nombres y apellidos. O, simplemente, gente importante para mí. En esta pequeña y acogedora urbe no es difícil encontrarse con personas conocidas, y yo lo hago esta mañana de domingo con un gran fotógrafo y viejo amigo, mientras exprimo con mi cámara una fachada histórica, probablemente única e irrepetible. Dejo que repose la cámara sobre el trípode, pues tiene sobradamente merecido un buen descanso, y charlamos. Para él, la cámara fotográfica ha sido siempre una prolongación de sí mismo y le acompaña a donde quiera que va, casi desde que tiene uso de razón. Su conversación me enriquece. Sobre fotografía y sobre la vida misma. Pienso que soy afortunado, que soy rico porque tengo amigos. De él aprendo. Me motiva. Me dejo influir. Me estimula su estilo personal retratando la vida cotidiana de esta ciudad y de sus gentes.

Mientras escribo estas líneas sobre mi ciudad dorada, pienso en él, en su trabajo y en lo que a mi me ha aportado. Y por todo ello, a él le debo mi más sincera gratitud. Gracias amigo.







19 de febrero de 2013

Mis rincones

Paseo como otras veces por estrechas callejuelas buscando esa otra ciudad que se esconde entre desconchones mohosos.
Encuentro ancianos olvidados, gatos negros callejeros y viejos
árboles resecos.
Veo cómo las humedades se adueñan de los rincones, oscureciendo los antiguos ladrillos rojos y los viejos enfoscados de cemento.
Veo ventanas tapiadas que esconden vacías estancias tras de sí.
Y veo puertas de maderas rotas, con rendijas y resquicios que dejan escapar colores verdes de patios y corrales atestados de maleza.
Puertas condenadas con cadenas herrumbrosas.

Aunque esté en pleno casco histórico, Patrimonio de la Humanidad, aunque me encuentre a tan solo unos metros de sus concurridas calles peatonales y al lado mismo de sus edificios monumentales, a mi caminar solo le acompañan aquí el silencio y la soledad.

El vacío nos envuelve a mí y a mi deambular, como envuelve al anciano olvidado, a sus gatos negros callejeros y a unos viejos árboles resecos.




18 de enero de 2013

Piedras...

... ¡quién os ha visto, abrazadas de sonidos familiares y oraciones, y quién os ve, envueltas en silencio y soledad, huérfanas de pasos y murmullos, como costillares pétreos que ya sólo sirven para cobijar nidos, como huesos de un esqueleto agrietado cubierto de humedades y de mohos!

Siglos de historia se leen en estas piedras caídas que un día fueron dintel, dovela, arbotante y arquivolta. Ellas nos hablan. Nos relatan historias de recogimiento y de fe. De luchas y poderes. De ostentación o de sincera devoción. Nos cuentan cosas sobre gente sencilla y anónima, y sobre personajes ilustres con nombres y apellidos petulantes. Gentes que dejaron su impronta en estas piedras que ahora se apoyan sobre el suelo, derrumbadas, desmoronadas por el paso del tiempo, pero sobre todo, arrasadas por la desidia y la desafección. Piedras arruinadas para siempre por nuestra apatía e indiferencia, mucho más dañinas que las propias manecillas del reloj.












16 de enero de 2013

Espectros

Las ilusiones se marchitan.
La esperanza muere.
Las tragedias nos rodean.
Las manos se nos tienden.
Los ojos húmedos nos reclaman, pero nosotros desviamos la mirada.
Vemos desde el otro lado del cristal los sueños rotos.
La pesadilla.
El drama.
El dolor.

Bajamos la cabeza.
O la giramos para un lado.
Pasamos de largo.
Los esquivamos.
Driblamos la realidad de los demás que a nosotros no nos afecta.
La sorteamos con alivio.

Como si la cosa no fuera con nosotros, miramos su desdicha desde nuestras ventanas, ajenos a su sufrimiento.


1 de noviembre de 2012

Capela dos Ossos

En estos días de Halloween y crisantemos, de fantasmas y difuntos, no puedo por menos de pensar que "polvo somos". Simplemente. Materia que se transforma, que vuelve a la tierra, que se renueva, muta y se reintegra al ciclo de la vida. La vida, ese regalo que nos duele entregar a la parca porque siempre olvidamos que ambas van juntas, en un círculo cerrado donde la vida es muerte, y la muerte vida. Porque la una no existe sin la otra.

Morimos porque es la Ley. La de la vida.





Capela dos Ossos. Iglesia de San Francisco. Evora. Alentejo. Portugal.

14 de septiembre de 2012

Santa Justa

Yo, que tengo el corazón arriba, en el monte, entre bosques y riscos, procuro bajar de cuando en cuando a la costa. Allí busco con la mirada a Alfonsina, preguntándome si encontró finalmente los poemas nuevos que buscaba, entre el rumor de las olas y el olor a sal. Mis ojos se clavan hipnotizados en el ir y venir de la espuma blanca y escucho la respiración del mar, ese ser misterioso del que lo desconozco todo y que tanto respeto me provoca. La respiración de un planeta de profundo color azul.

Canon EOS 7D. Objetivo EF 24-70 / 2.8 L USM, a 48 mm. Trípode Manfrotto 190 Pro, con rótula de bola Gitzo G1278M.
En Manual, a f/8 - 1/25 sg. 100 ISO

21 de agosto de 2012

Buda

Quedo hipnotizado por su mirada. La contemplo durante una eternidad y pienso en todo lo que nos perdemos en nuestra próspera, moderna y desarrollada sociedad tecnológica, con sus agobios, urgencias y desesperanzas. Pienso en lo superficial de muchas de las necesidades cotidianas de esta existencia civilizada y me entristece comprobar lo sumergido que yo mismo me encuentro en su estrés y sus prisas.

Miro sus ojos y me curan. Son ojos que me transmiten serenidad y paz. Un bálsamo para mi espíritu.

25 de junio de 2012

Momentos

Estamos llenos de momentos, efímeros instantes que, como fotogramas de una película, van formando nuestras vidas. Gotas de agua en un cristal, una ráfaga de aire, una mirada, un vistazo a algo, un encuentro fortuito, un sonido, un salto, un sobresalto, un juego, una sonrisa, una espera, una sorpresa,... Todos ellos se suman y acaban formando parte de nosotros mismos, como una cadena engarzada. Fotograma a fotograma.