... este blog va entrando en la adolescencia. Tal día como hoy, el 14 de diciembre de 2011 publicaba la primera entrada de Cuaderno de un Nómada. Han pasado 13 años ya. A veces me parecen demasiados, tengo que reconocerlo, sobre todo cuando comparas aquella vida virtual de comienzos de década con la que se vive actualmente, donde se ha impuesto la tiranía de la inmediatez, la superficialidad, el postureo y la comunicación vacía y hueca de muchas redes sociales, cuando no de bulos y mentiras. Reflexionar parece que no está muy de moda. Leer textos largos ... como que tampoco. Cada vez somos menos los blogs que se obstinan en sobrevivir en una blogosfera cada vez más reducida; hoy solo interesan los videoblogs, los youtubers, influencers, instagramers y tuiteros (me niego a cambiarle el nombre). Cuando TikTok está generando serios problemas de salud mental entre los jóvenes, los viejos blogueros estamos desahuciados. Sí, lo sé, estoy desfasado, ¡y qué!, asumo la culpa. Pero no menos anticuado de lo que estáis también todos los que seguís de vez en cuando entrando en alguno de estos escasos espacios en desuso, y en los que perdéis el tiempo en leer parrafadas de más de seis o siete líneas. Asumir también vosotros vuestra propia obsolescencia.
Pero bueno, como todos los años anteriores, hoy 14 de diciembre recapitulo y veo por qué derroteros ha navegado este nómada en los últimos doce meses. Y el resumen no puede ser más desalentador, conformando el extracto de mi indignación y pesadumbre, porque a lo largo de estos trecientos sesenta y cinco días pasados la mierda de la caza y las miserias de los políticos que destruyen nuestro medio ambiente han sido un foco importante en muchos de los post. En la mayoría, para ser exactos.
Aunque empecé muy bien con un enero en el que solo paisajes y maravillas naturales llenaron sus entradas, ya en febrero desenmascaré las masacres de carnívoros que se vienen promoviendo desde los gobiernos de los países nórdicos, a la par que se venden como verdes y amantes de la naturaleza. Después alerté de los oscuros intereses que hay detrás del radiomarcaje de lobos (Canis lupus signatus) en Castilla y León. Seguí más tarde haciendo un alegato contra la barbaridad que representa matar muchos más de 20 millones de animales salvajes al año solo en nuestro país, para ... ... ... sí, sí, para lo que todos pensáis, ... para ¡¡¡divertirse!!!, señores, para divertirse, se dice pronto. ¡Qué absoluta falta de humanidad y sensibilidad! Y para rematar el mes de enero me hacía eco de una sentencia judicial condenatoria contra un cazador que había matado a un oso (Ursus arctos arctos) en una cacería, sentencia que, a la par, responsabilizaba indirectamente a la Junta de Castilla y León por autorizar la citada actividad cinegética a sabiendas de la presencia del plantígrado en la zona.
En marzo me hacía eco de otra resolución judicial más, esta vez del Tribunal Superior de Justicia de Cantabria que declaraba nula la extracción de lobos autorizada por el gobierno cántabro en 2022. Qué raro, ¿no?, ¿cómo ha podido suceder? Y qué manipulador resulta que se usen eufemismos como "extracción" cuando de lo que realmente se está hablando es de "muerte", "matanzas", "matar", "eliminar", "perseguir", "exterminar"...
Tras un agradable paréntesis en abril con una sola entrada en la que un ratonero (Buteo buteo) y una vieja encina muerta eran los protagonistas, en mayo la agricultura biodiversicida me cabreó de nuevo por culpa de la autorización que la Junta de Castilla y León (otra vez los mismos "bulldozers ambientales" de siempre) firmó para transformar una gran superficie de secano y pradera en regadío, destruyendo el que probablemente era el mejor lek de avutardas (Otis tarda) de la provincia.
Junio tampoco fue un buen mes; divertido no, desde luego. Primero fue la perdiz (Alectoris rufa) la que me sirvió de descargo para seguir hablando de las bondades de mi amiga la caza. Y después lo fue el zorro (Vulpes vulpes) y el odio analfabeto que se le dispensa en el medio rural, donde las masacres que sigue sufriendo a manos de un sector cinegético terriblemente inculto e ignorante son idénticas a las que se llevaban a cabo en la época de las Juntas de Extinción de Animales Dañinos y Protección de la Caza de la época franquista. Exactamente idénticas. Y si ya estaba siendo malo junio, ese mes tuvimos que hacernos eco de la muerte de un personaje único en la esfera conservacionista de nuestro país, había fallecido Luis Mariano Barrientos, una figura absolutamente irremplazable en la defensa del lobo ibérico.
Julio comenzó bien con un par de entradas sobre la cigüeña blanca (Ciconia ciconia) y la gaviota patiamarilla (Larus michahellis), pero acabó con otra sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea que daba otro varapalo judicial más a la deplorable Junta de Castilla y León, que ya debe estar inmunizada contra los tirones de orejas judiciales que recibe constantemente.
Si en agosto el único post lo dediqué en exclusiva a las incongruencias del sector ganaduro respecto de su convivencia con el lobo, en septiembre hice lo propio respecto de la gigantesca responsabilidad que tienen los medios de comunicación en la exageración de un conflicto que no debería ser tal entre el hombre y el gran cánido.
Para variar un poco, en octubre empecé divagando de nuevo sobre el esperpéntico mundo desfasado, obsoleto y rancio que rodea al mundo de la caza, y continué exigiéndole a nuestro lamentable Consejero de Medio Ambiente, Vivienda y Ordenación del Territorio -ese ser llamado Juan Carlos Suárez-Quiñones- que dimitiera, tras oooootra nueva decisión judicial contraria a su gestión, esta vez del Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León, que declaraba ilegal los cupos de extracción (de nuevo este mismo y maldito eufemismo) de lobos que aprobó la patética Junta (y es que se me acaban los adjetivos con esta gente) para los años 2019-2022.
En noviembre encontramos tres entradas. Las tres en la misma línea. En la primera de ellas nos acordamos de nuevo del citado consejero, Juan Carlos Suarez-Quiñones, por las bobadas que dijo en la rueda de prensa que dio a raíz de la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León citada más arriba. En la segunda entrada analizaba por enésima vez la incultura y la ignorancia ambiental del sector cinegético y el poder mediático que llegan a tener -como buen lobby que son- y que en esta ocasión fueron decisivos para que se desestimara la provincia de Zamora como futuro lugar para la reintrodución del lince (Lynx pardinus) en nuestra comunidad. Y para rematar el mes, una tercera entrada ya completamente alucinante, más propia del guion surrealista de una película de Buñuel que de personas con cerebro; en ella me hago eco de la estupidez que demuestra la Junta de Castilla y León (siempre la misma administración) por boca de Carlos Javier Fernandez Carriedo, a la sazón portavox de la Junta, cuando afirma en sus declaraciones que matar animales hace aumentar sus poblaciones, en referencia a que matar cientos y miles de lobos es bueno para la especie. En fin, corramos un estúpido velo, porque estos seres a los que les pagamos un sueldo que no se merecen nos toman a los ciudadanos por gilipollas. Perdón por la indignación.
Y ya para terminar este repaso rápido, en diciembre he intentado desintoxicarme -sin mucho éxito, todo hay que decirlo- de tanto político y tanta matanza innecesaria centrándome como todos los años en hacer fotos de cabras monteses (Capra pyrenaica victoriae) durante su celo, desahogándome con dos primeras entradas donde ellas y su incuestionable belleza son las protagonistas absolutas, además de su interesante comportamiento. Sin embargo, a la tercera me han vencido y no he podido resistirme, y mis instintos más bajos me han obligado, en contra mi voluntad, a desenmascarar lo que generalmente hay detrás de la caza de machos monteses en nuestras sierras y la vileza del ser humano que los ajusticia. El título de esa tercera entrada lo dice todo: "Ejecutar no es cazar"
Este es el resumen, gente. Veintisiete entradas en las que pesan mucho -demasiado, por desgracia- los disparates ambientales de nuestros políticos y nuestras patéticas administraciones, así como las consecuencias e impactos que la actividad cinegética provoca. Afecciones negativas, en definitiva, que dañan nuestro patrimonio natural, un insulto a nuestra inteligencia y una enorme insensatez por parte de los responsables últimos: políticos y cazadores. En definitiva, un año lacerante y desolador.
Como todos los 14 de diciembre y para compensar todo lo que hemos tenido que soportar en estos doce de meses, os dejaré una docena de fotografías donde solo aparezcan lugares maravillosos y criaturas hermosas.
Feliz cumpleaños, chicos, may the force be with us, que la vamos a necesitar.
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