La verdad es que no tenía pensado opinar más sobre la caza por estos lares (de momento), pero es que me resulta tan difícil no indignarme ante el hecho injusto de que se gestiona nuestra naturaleza y nuestros ecosistemas en función de los intereses del sector cinegético y en detrimento de una verdadera protección de la fauna, que no puedo por menos de dejar al menos constancia aquí de mi cabreo. No hace demasiado tiempo hablaba de esta actividad con un buen amigo y estábamos de acuerdo en que la caza que se practica hoy en día nada tiene que ver con la que practicaban nuestros padres o abuelos. En la época de la postguerra en muchas casas se comía algo más de carne gracias a que entraban en ella de vez en cuando perdices, conejos o liebres. Hoy, sin embargo, se "consume" caza y se miente alrededor de ella.
Sí, hoy algunos -cada vez menos afortunadamente- consumen la muerte innecesaria de fauna salvaje como se consumen los mal llamados deportes de aventura, el culto al cuerpo, la fotografía o los viajes, por poner cuatro ejemplos. Todo se practica "porque hay que hacer algo", porque la sociedad actual lo demanda, como reclama que, además, tengamos que exhibirlo públicamente. Sin embargo, no siempre hay detrás verdadera pasión, interior, sincera, íntima y vital. Porque sí, detrás de esta práctica tan poco sensible habrá quien también sienta todo eso, aunque la mayoría de la sociedad no seamos capaces de alcanzar a entenderlo nunca, al fin y al cabo gente buena pero insensible con el sufrimiento de los animales también la hay, porque el ser humano es lo más alejado que existe de ser un ser perfecto. Porque decirme ¿todo el mundo que viaja es viajero?, seguro que la mayoría estaréis de acuerdo conmigo en que no. ¿Todo el mundo que sube al Everest es alpinista? obviamente ya sabemos todos que tampoco. ¿Y todo el mundo que caza es cazador?, y en esto también sabemos que hoy en día ... ni en broma, muchos son sencillamente verdugos. Y lo son por simple diversión. Sin necesidad alguna, ni interior ni exterior.
Y aquí llegamos al meollo de la cuestión. Cazar cabra montés (Capra pyrenaica) no es cazar, es ejecutar, y a las pruebas me remito: si la gente a veces les hacemos fotos con el móvil ¿quién se atreve a negar que pegarle un tiro a un macho montés no sea una ejecución en toda regla?, ¿tiene eso algo de caza? Obviamente no, eso no lo aprobaría un verdadero cazador, eso solo lo haría un carnicero.
Si alguien siente algo interior y vital que le arrastra a hacer algo así porque siente pasión por ello, entonces es que tiene algún gen atrofiado. Los cazadores sin duda alegarán que solo son así de confiadas las cabras que coinciden con un turismo masivo de excursionistas y montañeros, en lugares muy concretos. Y tienen en parte algo de razón, pero solo en parte, porque también tenemos razón los que afirmamos que, aún así, se trata de una especie tranquila y pachorrona que no pone tierra de por medio en cuanto ve asomar una persona a cientos de metros de distancia, como sí hacen los ciervos, jabalíes o corzos. La cabra no es así, y lo saben. Con el alcance y precisión de los rifles de que se dispone hoy en día disparar a esta especie es, en la inmensa mayoría de los casos, una ejecución. Y quien piense lo contrario se miente a sí mismo. Y quien diga lo contrario nos miente a los demás. Así, los cazadores ya extinguieron a dos de las cuatro subespecies de cabra montés de la península Ibérica, mientras que de esta otra en concreto de la que vemos estas fotos, la Capra pyrenaica victoriae que habita el Sistema Central, llegaron a sobrevivirles tan solo 12 ejemplares, lo que nunca hubiera sucedido si fuera una especie medianamente esquiva y huidiza ante la presencia humana.
Y señores, no nos dejemos tampoco engañar en esto, también se cazan los machos que se dejan hacer fotos con el móvil en esos lugares concretos en los que son así de confiados debido a que coinciden con ese turismo masivo de excursionistas y montañeros. No solo el cazador y el coto, o la reserva de turno, escogen al animal que van a sentenciar de entre los que habitan en lugares indómitos y escondidos, alejados del coche, a horas de pateo en lo más recóndito de la montaña, sino que también son sentenciados aquellos animales mansos, mansos, mansísimos que viven en estos lugares tan masificados, donde se diferencian muy poco del ganado doméstico. Los mismos animales dóciles que nosotros fotografiamos a unos metros, y que son reservados para aquellossss ..., llamémosles cazadores, que no tienen una forma física que les permita andar realmente por la montaña.
Así es. Eres un ... llamémosle cazador, joven y con buena forma física ... pues te llevan a ejecutar con tu rifle de última generación a un macho montés que vive en una ladera alejada (un poco solo, eh) de donde quedará aparcado el vehículo 4x4 (que ellos sí pueden meterlo por todas partes porque están autorizados), en algún lugar que seguramente no tiene mucho trasiego montañero, y al que le podrá tirotear a una distancia razonable de unos pocos cientos de metros (o ni eso) mientras los mira sin huir.
Que eres un ... llamémosle también cazador, no tan joven o con un fondo físico pésimo para pinrelar por la montaña ... pues te llevan a ejecutar a uno de estos otros machos monteses que tienen la fortuna o la desgracia de moverse por una de esas otras zonas, masificadas por excursionistas.
Luego, eso sí, venderán al público y a la sociedad la pureza de la actividad, el romanticismo de la lucha de igual a igual con el animal, la necesidad de equilibrar mediante la caza las poblaciones de los herbívoros como si fueran héroes, nos hablarán del conocimiento del medio, de la dificultad de moverse por el terreno hostil de la montaña, de sus riesgos, ... lo adornarán todo poéticamente con una supuesta "pasión por la naturaleza". Nada, no hay nada de ello, todo es pura literatura, propaganda barata. Solo algunos ingenuos se lo creerán, cuando la realidad es mucho más fría, aséptica y soez: mercantilismo puro, yo te pago para que me pongas delante de un ejemplar al que le pueda pegar un tiro para colgar en el salón de mi casa su cabeza cortada. Se trata de una simple transacción económica donde en este caso la administración que mantenemos todos los ciudadanos, a través de la Reserva Regional, ofrece un servicio a un particular.
Y el producto es la vida de un ser que casi se deja tocar.
Estas cuestiones siempre me asaltan cuando, cada temporada de celo de la cabra montés, me acerco a la sierra a hacerles algún reportaje fotográfico. Nos arrimamos a algún rebaño y permanecemos con él durante horas, a veces durante toda la jornada, mientras observamos y retratamos su comportamiento.
Y cómo no cuestionar que, si de verdad hay que matar a algunos de estos animales (lo que no pongo en duda bajo ciertas circunstancias) en un Espacio Natural Protegido para equilibrar el ecosistema allí donde no haya presencia de lobos -que los deberían controlar de manera natural, gratuita y de modo mucho más eficiente-, por qué tienen que hacerlo unos particulares por diversión y no la administración por oficio. No nos podemos olvidar del despropósito de que a los lobos también se les persigue brutalmente a escondidas porque les comen "sus" cabras monteses, como se comen "sus" ciervos y corzos; porque a todos ellos los consideran suyos, no del medio, ni de sí mismos a pesar de ser salvajes y silvestres, y ni siquiera de todos los españoles, son solo suyos. Y, claro, que un depredador salvaje se alimente de fauna salvaje es algo que no pueden tolerar. El epílogo podía ser el siguiente: "matamos a los herbívoros para que no se desequilibre el ecosistema, a la vez que matamos a los lobos porque se comen a los herbívoros que nosotros queremos matar para que no se desequilibre el ecosistema".
El caso es que tendremos que tragar con que se ejecuten dóciles cabras monteses en un Espacio Natural Protegido, declarado como tal para conservar y proteger -valga la redundancia- a esa misma fauna, entre otras cosas. Nadie puede molestar a la fauna en un ENP, obviamente, pero los cazadores sí las pueden fusilar después de soltar una pasta gansa.
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