Pistear osos no es sencillo en la montaña oriental, entre Palencia,
Cantabria y León. Pocos, muy pocos ejemplares sobreviven en estos valles. Casi
todos machos y apenas un puñado de hembras, cuyos cachorros sufren los envites
de los machos durante el celo. Aquí la población de osos oriental, aislada
completamente, lucha contra una situación crítica con gravísimos peligros, como
la consanguinidad, el furtivismo, un índice de reproducción bajísimo y la
destrucción de su territorio –recordemos el trazado por parte de la
administración de 50 Km. de pistas forestales en la mejor zona osera de Riaño
hace ahora ya unos años, por ejemplo, o la más reciente pretensión de construir una
estación de esquí en su única “tabla de salvación”: el territorio que la conectaría
con la población occidental, eso sí, driblando las resoluciones judiciales y
aprobando leyes injustificables reduciendo el nivel de protección ambiental del
Parque Natural de Fuentes Carrionas y Fuente de Cobre-.
Malos tiempos corren para el oso aquí, en los límites de Palencia
y León. Para la administración castellano leonesa parece ser un estorbo.
Rastro de un oso campeando en una valle de Fuentes Carrionas, aledaño a San Glorio.
Huella de un ejemplar de tamaño medio. Fuentes Carrionas.
En esta foto se aprecian diversos arañazos de oso a una altura de unos 2 m, sobre el tronco de un pino. A la derecha se pueden ver las marcas más recientes, mientras que arriba a la izquierda, se ven unas más antiguas con resina seca. Fuentes Carrionas.
Marcas de arañados en un poste de madera situado en el centro del "área esquiable" de la pretendida estación de esquí de San Glorio.
Típica cama de oso para pasar el invierno en el interior de una reducida osera.
Restos de una "carroñada" de oso en la que ha estado comiendo de los restos de un ciervo.
Recuerdo la única ocasión en la que pude ver a un oso de esta población oriental. Fue el conocido macho “Salsero”, una mañana muy clara del verano del 87 camino de su encame, atravesando una ladera de matorral bajo. Fueron 15 minutos intensos en compañía de dos amigos antes de que se escondiera definitivamente en el bosque. Un collar radioemisor lo mantenía localizado. Para cuando dejó de emitir su collar desapareciendo para siempre, ya había corrido lo suyo, con sus 18-20 años de edad. Fue conocida su pelea con “El Rubio”, otro oso de la zona con la cabeza muy clara y el cuerpo oscuro que años después cayó bajo los disparos de un cazador en Brañosera. Aún hoy me puedo imaginar a Salsero, viejo y cansado, acostándose junto a un gran brezo y quedarse dormido para no despertar más.
Valgan las fotos que acompañan esta entrada para alzar la voz por San Glorio y la región de Riaño. Por toda la montaña leonesa y palentina y por su enorme valor ambiental, que es nuestro y de todo el planeta, y que una administración corta de miras no es capaz de conservar.
Las fotos de osos que rematan esta entrada, aunque de bastante
mala calidad, son un buen testimonio de una parte importante de la
biología del oso pardo cantábrico. En ellas podemos ver una hembra de la población occidental
que para mantener a salvo a sus tres esbardos de los ataques de los machos se
enrisca en áreas muy abruptas, fácilmente defendibles. Las dos últimas imágenes
del destrepe son imágenes de vídeo y pierden aún más calidad. Todas están
hechas a una distancia aproximada de 600 o 700 m., según las ortofotos, con un
río y una carreterita local de por medio. La tranquilidad de la familia estaba
asegurada, por lo tanto. EOS 7D, objetivo EF 500 mm / 4 L IS USM y Teleconvertidor 1,4X III. Trípode Manffroto 055 NAT y rótula Tripo DG3. Los aumentos que este equipo proporciona equivalen aproximadamente a 22,5X.