Vivir es un tránsito, un camino en donde todos somos nómadas. Que la travesía merezca la pena, depende de ti.

10 de mayo de 2023

Caza, furtivismo y descontrol

Este pasado puente del 1 de mayo ha sido intenso. He regresado a casa con los pies cansados de patear entre piedras por sendas y vericuetos de la montaña leonesa. El cuello y los hombros también se han quejado lo suyo; es lo que tiene ir cargados como acémilas con el equipo óptico, fotográfico y demás trastos. No obstante, los recuerdos que nos traemos de allí serán imborrables, como lo vienen siendo desde que estos valles y algunos de sus vecinos nos acogieran por primera vez hace ahora ya la friolera (que decían nuestras madres) de 23 años. Se dice pronto, ¡cómo pasa el tiempo!

Y ha sido intenso por todo. Hubo buenos ratos, los que más, por supuesto, rodeados de la mejor gente y de unos paisajes que en estas fechas están que explotan, con las laderas en gran parte teñidas ya del morado de los brezos, con los abedulares tiernos, serpenteando por las vallejadas más empinadas y estrechas, así como con las manchas de roble despertando también a los prematuros e históricos calores de este laaaargo verano que ya tememos todos que vamos a tener. El canto de cientos de pajarillos ponen una maravillosa banda sonora al paisaje, mientras una cría de mirlo acuático pide más y más comida a sus padres sobre las rocas del río, aún cerca de su nido. Entre tanto, el pito negro ya ha ocupado uno de los huecos de que dispone en diversos árboles del soto fluvial; y el vuelo rápido, potente y silencioso de un cárabo rescatado en una chimenea nos tranquiliza: vivirá para contarlo.


Pero también hubo momentos malos, tensos.

Vamos a "hacer un suponer", todo esto es mentira, no ha ocurrido nunca.

Por suponer, suponemos que un paisano sube con su todo terreno por una estrechuja y difícil pista. Al adelantarnos no se le ve el rifle, pero nosotros sabemos que lo lleva. Es uno de los jóvenes del pueblo más cercano con una irrefrenable afición por el gatillo. Sorprendentemente va solo, sus colegas no van con él, pero simplemente a pasear por el monte no va, eso lo tenemos claro; disfrutar del estallido de la primavera reventando de brezos morados es un acto que me sorprendería llegara a ser para él un objetivo plausible que justificara subir a lo alto del valle. Sin embargo, solo un rato después, y cuando ya estamos sentados con el telescopio y los teleobjetivos buscando fauna, se completa el rompecabezas: en lo alto de las crestas se perfilan los dos personajes que faltaban, uno de ellos portando un rifle al hombro, al que se le distingue el bípode para minimizar movimientos y afinar la puntería en el momento del disparo. El otro lleva de la mano lo que pudiera ser un telescopio con un trípode pequeño.


Van a Rebecos. A rebecos y nos tememos que a lo que se les ponga a tiro, porque son los compañeros del que va por delante nuestro -ahora ya andando valle arriba-, lo que no nos inspiran ninguna confianza. 

Siguiendo con las conjeturas, a última hora de la mañana pasan delante nuestro los tres cazadores ya juntos camino del 4x4, dos de ellos con sendos rifles en ristre (no nos equivocamos, pues, al suponer que el chaval del todo terreno llevaba el suyo en el vehículo). Siguen camino y no se paran ante el regaño dialéctico de nuestro amigo, que los conoce desde niño.

Hasta aquí el personal ingenuo o desconocedor de la realidad que se vive en nuestros montes podría pensar que todo es normal: unos cazadores yendo y viniendo al pueblo. Al no esconderse y dejarse ver a plena luz del día, probablemente sea porque tengan todos sus licencias en regla y hasta cuenten con el precinto para lo que hubieran cazado. Así que ... nada que objetar.

El problema es lo sospechoso que resulta que habiendo un número de precintos muy limitado los cazadores del coto suban demasiadas veces. Algo parece no encajar plenamente en esta cuestión.

- No, será porque no habrán cazado nada en las jornadas previas y regresarán a ver si la suerte les sonríe por fin -pensará alguno. Alguno de buena fe que, sin duda, pecará de cándido.


Sigamos con las cábalas imaginarias. El proceso es el siguiente: ellos suben, cazan un rebeco, lo decapitan y se bajan al pueblo con la cabeza en una bolsa. El que está sentado en el asiento trasero del todo terreno lleva el precinto (hago aquí un inciso: ¡aún no han eliminado al lobo de la lista de especies cinegéticas en la redacción de la web institucional de la Junta de Castilla y León!) en la mano, como a mano lleva la cabeza del pobre animal, a su lado. Si por una de esas extrañas casualidades de la vida -extrañísimas- un agente del SEPRONA o de Medio Ambiente aparece de improviso por el camino, precinta rápidamente el cuerno del rebeco y aquí paz y luego gloria. No ha pasado nada, todos contentos. El precintado de los animales cazados lleva un protocolo muy establecido en cada comunidad.

Pero si no se cruzan con nadie ... ... en fin ... ... pues nada, el precinto para la siguiente jornada. Y así un rebeco, y otro, y otro, y otro más, y los que ellos deseen y tengan oportunidad de abatir, porque ya os dirá la intuición que el SEPRONA no hace nunca controles al azar en los caminos de entrada a los pueblos de la montaña cantábrica para "cazar a los cazadores". Ni la Guardia Civil, ni menos aún los agentes de medio ambiente, que esto es, señores, la Cordillera Cantábrica, un territorio sin ley, donde el furtivo puede campar a sus anchas. En un artículo de una revista cinegética podemos leer expresamente lo siguiente: "... a sabiendas de que se van a cobrar varios corzos por cada uno de los precintos concedidos. Este no es un problema policial, es un problema de otro tipo. Por otro lado, está demostrado que los controles de la guardería o de la Guardia Civil no sirven de nada, ya que se llevan a cabo en ínfima cantidad ..." Aunque yo discrepe respecto de que no sea un problema también policial, reconozco que es un problema cuyo origen es mucho más complejo, y que sería fácilmente remediado si fuera obligatorio que cada cazador fuera siempre acompañado de un guarda en las jornadas de caza mayor. Como esto no sucede, solo queda la disuasión mediante la vigilancia.

Por seguir "haciendo un suponer" vamos a suponer que mi colega -el raro del pueblo, porque a pesar de haber nacido allí no le dio por la caza como a otros cuantos de la chavalería, sino por la observación y protección de la fauna- ha denunciado este problema a los propios agentes del SEPRONA en más de una conversación. Y por suponer, podemos suponer que los agentes de la autoridad de su zona tiran balones fuera esgrimiendo lo muy difícil que es pillarlos con las manos en la masa. "Pos'mu'bien" señores, ahora resulta que es complicadísimo organizar controles de forma aleatoria o dirigida en los caminos de entrada a los pueblos -donde todos los vecinos, y muchas veces también la propia Guardia Civil, saben perfectamente quiénes son los furtivos- e inspeccionar que todo esté en orden cuando se topen con ellos. ¿Os imagináis utilizando la misma justificación para pillar a los que conducen con una copa de más? Sería algo así:

-No, es que es muy difícil distinguir en los bares o en las discotecas a los conductores (bebiendo) y seguirlos hasta el coche y esperar a que lo arranquen y conduzcan unos metros.

Señores de la Ley, es muy sencillo, realmente sencillísimo, hacer vigilancias y verificaciones en los caminos de acceso a los pueblos. Es algo de primero de carrera de agente de la autoridad. Piensen ustedes que en el momento en que se generalizaran un poco estas inspecciones, solo un poquito, un poquitín nada más, ya les digo yo que descendería radicalmente el número de cazadores / furtivos que se arriesgarían a ser trincados con una cabeza de rebeco, ciervo, gamo, cabra, muflón, corzo, o lo que fuere, sin el pertinente precinto. Y no por la multa, que son penosamente poco disuasorias (y eso es ya harina de otro costal, del que también se podría hablar laaaargo y tendido), sino por el periodo de tiempo que se iban a pasar sin poder salir a "disfrutar de la primavera reventando de flores", que es, seguro, lo que motiva a estos criminales a salir de sus casas y del bareto del pueblo para subir al monte (eso sí, con el rifle al hombro, claro, que no se despistan en este pequeño detalle). Con unos pocos efectivos de la Guardia Civil picoteando regularmente aquí o allá se obtendría un efecto disuasorio sustancial en toda una comarca. Y no se hace. Y les digo aún más, además de generalizar controles al regreso a los pueblos para perseguir el furtivismo, también podrían hacerlos ustedes por las mañanas, pero esta vez de alcoholemia, porque es verdaderamente peligroso que un personaje con más de una copa encima porte un arma mortífera entre sus manos, lo que sucede con demasiada regularidad antes de las monterías, batidas y ojeos, por ejemplo. El resto de los usuarios del monte lo agradeceríamos infinito, creanme, estaríamos bastante más seguros.


Pero todo esto es un suponer, repito, no ha sucedido nunca en esta bendita Cordillera Cantábrica donde el furtivismo para nuestras instituciones públicas debe ser poco menos que, si no inexistente, sí al menos marginal y desde luego un problema menor, un tipo de delincuencia sin ninguna prioridad para ellas, dado el rotundamente nulo interés que ponen en perseguirlo. ¡Hombre, por Dios, estamos hablando solo de un suponer, claro, ya lo he dicho! ¡Cómo vamos a pensar nosotros que esto pueda estar sucediendo de manera cotidiana a lo largo y ancho de la montaña cantábrica y que nuestras administraciones no se lo iban a tomar en serio! Es más, solo puede ser un suponer también que haya quien suba incluso en días de diario cuando todos sabemos que no son días hábiles de caza. Es tan solo una situación novelada el hecho de que sea tal la impunidad que sienten estos sujetos ante la patente falta de vigilancia, que la generalización de este tipo de furtivismo lo ha convertido en un serio problema de conservación. Nuestras autoridades se olvidan de que estos delincuentes sin escrúpulos pueden disparar también sin mucho pesar a especies protegidas, además de a las propiamente cinegéticas, lo que agrava exponencialmente las consecuencias ambientales de esta delincuencia. Por supuesto al lobo, del que tanto hablamos aquí, pero también al oso o al urogallo (alguno de esos cazadores se preciaban de matar no hace tantos años diez o quince gallos anuales). Nadie les va a ver ni a decir nada, porque la montaña está huérfana de vigilancia. Los únicos que observamos lo que en ella ocurre somos los naturalistas. Esta es la cruda realidad. Es por ello que nuestros ojos molestan tanto en el campo, porque podemos ser testigos de sus fechorías. 

Pero hasta aquí hemos lamentado la aparente falta de interés que muestra la Guardia Civil por perseguir este tipo de delincuencia, o por lo menos de algunas comandancias, no vamos a ser injustos con todas ellas metiéndolas en el mismo saco. Sin embargo, alguno se preguntará qué hay de los agentes y celadores de medio ambiente. Pues chicos, no sé muy bien qué decir porque muchas veces es incluso peor. Gran parte de ellos son además cazadores, muchos claramente antilobo -especialmente en la Cantábrica y en las Reservas Regionales de Caza-, y de más de uno pesa la duda de la sospecha sobre si furtivean ellos mismos sobre el ahora protegido lobo ibérico, y desde luego en general más pendientes de la protección de las especies cinegéticas que del resto de los problemas ambientales. Viven en los pueblos de la zona donde trabajan y por evitar enfrentamientos con sus vecinos muchas veces no son todo lo rigurosos que sus competencias les obligarían a ser con sus paisanos, rigurosidad que, sin embargo, sí muestran a menudo con los naturalistas que campeamos por el monte, a los que a veces nos atosigan como si fuéramos nosotros los delincuentes, en vez de ver en nosotros a una posible ayuda en su labor de vigilancia o como una fuente de información sobre la fauna.


Así que ... con estos precedentes, que sucedan cosas como la que veremos en el siguiente cuento no ayudan a poner toda nuestra confianza en ellos tampoco.

Vamos a seguir con el suponer, suponiendo un suceso que tampoco nunca ocurrió. La historia comienza mucho antes de que las autoridades incompetentes soltaran en un valle de la montaña leonesa un cachorro de oso de unos 10 meses de edad, tras recuperarse de una situación crítica en dos diferentes CRAS (Centro de Recuperación de Animales Silvestres). Meses antes había sido rescatado por unos paisanos y naturalistas cuando el pobre cachorro estaba moribundo; de hecho boqueaba en el momento de ser encontrado, como si estuviera agonizando en sus últimos minutos de vida. 



El agua, la leche y las atenciones que le proporcionaron en estos primeros momentos le salvó sin duda la vida hasta que las autoridades se desplazaron para recogerlo en un pueblo y trasladarlo urgentemente al centro de recuperación, donde finalmente se le proporcionaron los cuidados veterinarios que hicieron que sobreviviera y se recuperara del todo. La Junta de Castilla y León, haciendo gala de una caradura impresionante y de una desfachatez increíble***, se apuntó el tanto y contó a todos los medios que ellos habían rescatado a un osezno que había sobrevivido al infanticidio de una camada de tres hermanos, transmitiendo como propia la información que les proporcionaron los vecinos y naturalistas que rescataron realmente al animal, porque NUNCA NADIE DE LA JUNTA se había acercado antes por la zona a vigilar, controlar o estudiar, no ya a esta osa, sino a ningún miembro de esta especie en aquellos valles. Y podemos asegurar que desconocían por completo la existencia de esa osa y de su camada porque llevaba varias semanas siendo vigilada por naturalistas del lugar a diario, y nunca nadie de la Junta hizo acto alguno de presencia. Da verdadera risa el último párrafo de la información, cuando dice que "... los equipos de campo de la Junta de Castilla y León tenían controlada una osa con tres crías del año, que en días previos podría haber sufrido la pérdida de dos de ellas por el ataque de un macho ..."

De hecho siguen sin saber ni cuántos ejemplares se mueven por allí, y menos aún cuántos de ellos son hembras, o cuántas de ellas tienen crías de una u otra edad, ni nada de nada. No saben absolutamente un pimiento del oso en aquellos valles porque simplemente no los pisan. El caso es que la película continúa cuando al día siguiente de ser devuelto en secreto el osezno al entorno natural ¡¡se hizo un rececho al corzo en el mismo lugar en el que fue soltado, también en secreto!! Pero el secreto duró poco más que un parpadeo y esta barbaridad que pretendía pasar desapercibida se supo la misma mañana en que se produjo. ¿Es de verdad necesario arriesgar la vida de un osezno recién soltado, aún inexperto y completamente desubicado, con un accidente de caza? ¿No había espacio acaso en todo el coto local que tuvieron que cazar aquella mañana allí precisamente? ¿La irresponsabilidad de nuestra administración es tan grande que les importó un bledo seleccionar como lugar de la suelta el mismo en el que se iba a celebrar un rececho al día siguiente? ¿Son tan irresponsables en la Junta de Castilla y León que, sabiéndolo, y si ese punto era el punto idóneo para liberar al animal no pudieron posponerla simplemente unos días? Pues sí, son así de irresponsables. Mi amigo, el raro del pueblo del que os hablaba antes, llamó al agente de medio ambiente de la zona para decírselo, lógicamente muy enfadado, y este funcionario al que pagamos todos, tras sorprenderse de que se hubiera enterado del secreto en tan poco tiempo, le prometió que ya no pasaría de nuevo, le dijo que no se preocupara más porque ya no habría más caza por allí, que el esbardo en adelante no iba a tener ningún percance fortuito por esta acividad.

Pues señores míos, exactamente al día siguiente de que le tranquilizara porque ya no se iba a cazar en esa mancha de monte, la novela acaba con ...

¡¡¡¡  Tachan, tachan, ... sí, con UNA  BATIDA  AL  JABALÍ  !!!! barriendo precisamente aquel lugar.

Además de ineptos y cómplices del furtivismo por su inacción e inoperancia contra esa lacra, son mentirosos y unos irresponsables. Así se las gasta la Junta de Castilla y León, para que luego la gente se extrañe que tenga tan mala prensa.

Bueno ¿cómo os habéis quedado? estupefactos, seguro, como cualquier ciudadano sensible que por mucho que lo razone no va a encontrar justificación alguna para que estas cosas sucedan una y otra vez en nuestros campos. Sí, por puntualizarlo, todo esto sucede en la inestimable Comunidad Autónoma de Castilla y León. Se nos apelotonan en la cabeza las preguntas sin respuestas. ¿Es realmente de interés general para el conjunto de los españoles proteger hasta las últimas consecuencias la actividad cinegética por encima del interés superior de protección ambiental de nuestros espacios naturales, así como de cualquier otra consideración, sea del tipo que sea -social, ambiental, moral, ética, económica,... ? ¿De verdad el 98 % de los españoles tenemos que arriesgar la vida por convivir en el campo con la peligrosa práctica de esta rancia actividad, practicada por una más que evidente minoría? ¿De verdad alguien puede justificar que sea compatible la protección de los espacios naturales para el disfrute de la propia vida que habita en ellos a la vez que se mantienen en el mismo espacio geográfico los cotos de caza o, peor aún, las Reservas Regionales de Caza, mantenidas económicamente con los impuestos también de ese 98 % de españoles que no cazamos? ¿No sería lógico incluir a todos los Espacios Naturales Protegidos bajo el mismo paraguas que los Parques Nacionales, donde está ya prohibida la caza por diversión? ¿Tiene alguien en las administraciones la sensibilidad suficiente como para comprender que es indecente matar animales por diversión en un espacio que ha sido protegido para la propia conservación de la fauna que en él habita, además de para el disfrute de esa fauna VIVA por parte de la sociedad?

En la imagen siguiente vemos la huella correspondiente al pie de un oso de pequeño tamaño, y que probablemente pertenezca al del osezno liberado, tomada en estas fechas de primeros de mayo en la misma zona en la que fue liberado, cuando ya contaría con aproximadamente 15 meses de edad. Si fuera así, podemos alegrarnos que sobreviviera a los clásicos "accidentes" de caza que con tanta frecuencia ocurren en esta comunidad autónoma.


¡¡Cómo me acuerdo ahora del trato de favor que la lamentable Junta de Castilla y León tuvo con los cazadores durante el confinamiento permitiéndoles seguir con su actividad mientras el resto permanecíamos encerrados!! ¡¡O de aquellas patéticas charlas de la Federación de Caza de Castilla y León que pagamos todos los ciudadanos para fomentar entre nuestros escolares las "bondades" de la caza y en contra de la cultura del Bambi!! Son solo dos patéticos ejemplos de la protección a ultranza que el gobierno actual de la comunidad autónoma de Castilla y León hace de la caza, como lo es también dejarles gratuitas las licencias de caza o las modificaciones introducidas en la Ley de Caza, privilegiando su actividad por encima de los derechos de uso del espacio del resto de usuarios del campo.

Lo dicho en otras ocasiones, amigos, vivimos en un país tercenmundista en materia de medio ambiente.

Pero faltaba la guinda. El suponer quiso que además de los tres cazadores, probables furtivos, 5 motoristas pasaran también por delante de nuestras narices por un sendero por el que la ley prohibe taxativamente el uso de vehículos motorizados. ¡¡¡Que no pasa naaaada, chicos, que nadie nos va a decir absolutamente nada, porque no hay nadie que vigile estos valles!!!, ¡¡¡que la montaña es nuestra, a ver si os enteráis de una puñetera vez, ecologistas de mierda!!!


Bueno, como todo lo que aquí he contado no ha sucedido nunca, no os debéis asustar, el mundo de Yupi es el mundo real, y la ley se cumple a rajatabla en todas nuestras montañas. Los agentes forestales y el SEPRONA no tienen realmente que vigilar nada porque no existen delincuentes con rifles campeando a sus anchas por nuestros campos y montes.

*** Esto de apuntarse tantos que no se han currado es algo típico de todas las administraciones, pero si hablamos de esta en concreto -la Junta de Castilla y León del Partido Popular- y en relación con el oso pardo cantábrico, se me viene ipso facto a la cabeza cuando hace unas décadas el trabajo de protección y conservación de este plantígrado realmente llevado a cabo en el Principado de Asturias era usurpado como fruto de su propio trabajo por este desacreditado gobierno autonómico, gracias a que la propia expansión natural de la especie debida al aumento de individuos en la fachada norte de la cordillera conllevó la dispersión de ejemplares también hacia el sur. En aquella época la comunidad castellano-leonesa, no solo no hacía nada por la especie, sino que pudo ser incluso la responsable directa de acabar definitivamente con el núcleo oriental (con apenas 25 ejemplares y casi todos machos en aquel momento) si la sociedad civil no hubiéramos impedido la destrucción del único corredor viable para conectar esta población marginal y endogámica con la occidental, empeñados como estuvieron en la construcción de la Estación de Esquí de San Glorio. No nos podemos olvidar que fueron ellos, los dirigentes del Partido Popular que desde hace décadas vienen gobernando nuestra comunidad como si fuera su cortijo, los que intentaron reducir el nivel de protección del entonces llamado Parque Natural de Fuentes Carrionas y Fuente Cobre -hoy P. N. Montaña Palentina-, lo que nunca anteriormente había sucedido en nuestro país (y que fue impedido por los tribunales), para permitir la construcción de dicho pelotazo urbanístico, lo que hubiera representado la puntilla final de esa pequeña subpoblación de osos. Por supuesto, el furtivismo evidente que existía (y sigue existiendo) sobre esta especie principalmente en el norte de Palencia fue silenciado y negado con reiteración por esta misma administración, que nunca ha demostrado mayor interés en perseguirlo y castigarlo, como tampoco lo ha demostrado por la conservación de la especie

NOTA FINAL: No es mi deseo generalizar y meter en el mismo saco a todo el mundo, por lo que deseo dejar constancia de que también hay quien persigue con tenacidad el furtivismo sobre el terreno (12345, ... ). Que estos luchadores continúen siendo honrosas excepciones, como ocurre en la actualidad, o se conviertan en la norma habitual depende principalmente de las propias administraciones, pero que tengan interés real en acabar con esta lacra es algo que están tardando demasiado tiempo en demostrar. Décadas, sin duda. En realidad es una desidia ya histórica, y sigue siendo algo que aún está por demostrar.

19 de abril de 2023

¿Ninguneamos el furtivismo?

El goteo de lobos ibéricos (Canis lupus signatus) muertos ilegalmente siempre ha sido una lacra que demuestra la pobreza humana y cultural de nuestro país desde que un cambio de paradigma en nuestra relación con la naturaleza se fraguara en la segunda mitad del siglo pasado, cuando el mundo entero comprendió que se hacía necesario para nuestra propia supervivencia un cambio de sentido radical hacia la conservación de la naturaleza y el ecologismo. Sin embargo, medio siglo después de que las sociedades nos volviéramos más conscientes de la necesidad de cambiar nuestros patrones de conducta, la masacre de este depredador en nuestro país continúa a pesar de la cobertura legal con la que cuenta esta especie en la actualidad y gracias, probablemente, a la pestilente pasividad que demuestran tener en esta materia las administraciones autonómicas. 

En la provincia de León se encontraron a lo largo de 2021, antes de su protección definitiva, no menos de 4 ejemplares muertos ilegalmente, 3 de ellos tiroteados y el cuarto envenenado. 

El 1 de mayo de 2022 el cadáver del lobo ibérico que vemos en la siguiente imagen fue localizado en la comarca vallisoletana de Tierra de Campos:  


También en la provincia de Valladolid, pero esta vez en Tierra de Medina, se encontró muerto el ejemplar que podemos ver a continuación, una loba probablemente envenenada a primeros de enero de este año:

En el mes de febrero aparece muerto un lobo radiomarcado en Leitariegos, Cangas de Narcea, en el "pseudo-Paraíso Natural" asturiano, cuyo eslogan mañido lleva toda la vida contradiciendo la penosa realidad que sufren allí nuestros lobos; de este suceso nos enteraremos en abril cuando sea localizado un segundo lobo radiomarcado muerto en esta región.

Y sin apenas tiempo de digerirlo, el 28 de febrero aparece otro más furtiveado desde una carretera en La Pernía, en pleno Parque Natural Montaña Palentina, sin duda alguna otro de los puntos más calientes en lo que a furtivismo se refiere en todo el norte de nuestro país.

El goteo incesante continúa. Unos días más tarde se encuentra a primeros de marzo la loba muerta que vemos debajo, presuntamente por disparo (se ve el orificio en la segunda imagen), en las Merindades (Burgos). 


Y tan solo unos pocos días después, el 12 de marzo, unos excursionistas se topan con otro lobo muerto en Montenegro de Cameros (Soria).

Y es que nos encontramos ante un suma y sigue continuo de actos delictivos. El pasado sábado 15 de abril nos despertábamos con la noticia del segundo ejemplar radiomarcado muerto en 2023  por furtivos en la vergüenza del paraíso natural de Asturias, que se venía a sumar al encontrado en febrero, ya indicado unos párrafos más arriba. En esta ocasión el suceso tuvo lugar en Allande. En este sentido, debemos recordar que hace ahora aproximadamente un año, a finales de abril de 2022, ya se publicaba la noticia de que tres lobos radiomarcados habían sido furtiveados en esta comunidad autónoma, dos de ellos muertos en lazos ilegales y otro por disparo, aunque según ASCEL son ya al menos 6 los lobos contabilizados con collares de seguimiento GPS de los que se tienen noticias muertos en Asturias ilegalmente desde 2017, año en el que se puso en marcha un opaco proyecto de radiomarcaje intensivo de lobos sobre el que pesa la duda de la sospecha. Siendo estos los datos que acaban trascendiendo al secretismo que rodea el proyecto, es normal que preocupe el verdadero alcance de lobos radiomarcados que pueden haber sido muertos en realidad, y parece lógico que se analice si su persecución puede haber tenido algo que ver con el propio seguimiento o no. 

Además, el propio Fondo para la Protección de los Animales Salvajes (FAPAS) ya denunció hace dos años ante la Fiscalía la aparición repentina, y reiterada a partir de 2020, de diversos individuos de esta especie deambulando malheridos, con profundas heridas y restos de lazos trabados en el cuello -lo que no había sucedido con anterioridad en décadas de fototrampeo de la ONG- y con signos evidentes de haber sido atrapados por trampas de captura en vivo (ver este vídeo de apenas 1 minuto), en lo que relacionan con el trabajo de radiomarcaje masivo que lleva tiempo realizando el Principado de Asturias y la Universidad de Oviedo; estudio del que mucha gente sospecha que se trata de un proyecto encubierto para facilitar el control de la especie, sin ninguna voluntad científica con fines de conservación. Pero el FAPAS va un poco más allá y el 16 de este mismo mes publica un artículo en el que califica el radiomarcaje de lobos en Asturias como posiblemente el mayor fraude de la historia de la conservación en España, criticando el secretismo y la opacidad que rodea todo el proyecto durante sus años de desarrollo, y cuyos datos, sospechosamente, no se han incorporado a ningún documento técnico sobre el censo de la especie en la región. Región esta, Asturias, Paraíso Natural según dicen, donde el furtivismo campa a sus anchas en los Espacios Naturales Protegidos sin que el gobierno socialista de Adrián Barbón haga aparentemente nada por erradicarlo. Las ideologías progresistas pueden esperar si ellas te hacen perder votos en el medio rural, ¿verdad?. Así es, en materia de persecución del lobo, PP y PSOE van de la mano. Es más que preocupante que la administración asturiana desarrolle sigilosamente un proyecto de radiomarcaje que tiene visos de estar encaminado a la vigilancia y control del lobo en vez de a su conservación. No podemos por menos que preocuparnos cuando la información en tiempo real de la ubicación de los animales radiomarcados llega directamente, según afirma el FAPAS, al Servicio de Caza de la administración asturiana, que es el departamento que hasta la protección del cánido era el encargado del control letal de la especie. Da miedo, mucho miedo. Por si fuera poco, cada año, al concluir la temporada de caza y coincidiendo con las fechas previas a la subida del ganado doméstico a los pastos de altura, el veneno regresa a las montañas asturianas en la lucha medieval de algunos ganaderos delincuentes contra el lobo, sin que el gobierno del Principado haga mucho por perseguirlo.

Hay que ser muy conscientes de que el número total de individuos furtiveados en nuestro país ha de ser escalofriantemente superior a lo que finalmente trasciende a los medios de comunicación, puesto que los lobos muertos de los que tenemos conocimiento son solo los encontrados de manera casual cerca de caminos y senderos, a menudo por excursionistas y turistas que tienen, además, el civismo y los conocimientos suficientes como para poner el suceso en manos de las autoridades competentes. Nos podemos imaginar, pues, el número real de lobos que acabarán muriendo en lo más denso del matorral de nuestros montes, sin que ya nadie los encuentre nunca, o de los que no se den parte a las autoridades porque sean confundidos con perros. Pero además hay que ser realmente conscientes de lo que representa de problemática ambiental como especie apical controladora de herbívoros y mesodepredadores, de afectación biológica y genética para la propia especie y de aumento de la conflictividad con el sector ganadero el hecho de matar lobos.


El goteo de lobos muertos en nuestra piel de toro es, sin lugar a dudas, continuo; y así hasta los 400, 500 o 600 individuos muertos cada año por este tipo de delincuencia sin que las autoridades autonómicas aparentemente hagan nada para erradicarlo.

Ante el sangrante problema que impide a esta especie -ahora protegida por la ley- recuperarse y salir de su estado de conservación desfavorable, la sociedad se pegunta si las administraciones están poniendo todos los medios con que cuentan a su alcance para luchar contra esta lacra o si, por el contrario, continúan con la dejación de funciones que las ha caracterizado desde hace décadas en lo que respecta a la persecución de la muerte ilegal de lobos en España.

Podemos estimar que en nuestro país se venían matando en las dos o tres últimas décadas entre 450 y 600 lobos anuales de manera furtiva antes de su protección definitiva en septiembre de 2021. Y es que, señores míos, si no es con esas brutales cifras de furtivismo oculto no saldrían las cuentas. Si a equis número de manadas que se contabilizaban a finales de los 80 en la casilla de salida, con sus ejemplares adultos y subadultos, se le suman cada año una media de ejemplares supervivientes de entre los nuevos cachorros nacidos, inevitablemente la población española en casi tres décadas tendría que haberse multiplicado exponencialmente, tanto en números totales, como en grupos familiares, como en superficie geográfica ocupada. Y no lo ha hecho. El factor que ha estado limitando el número de ejemplares y clanes familiares durante 30 años nunca ha sido motivo de interés para ninguna administración autonómica o estatal, y muy escasamente para el colectivo científico, con honrosas excepciones como el llevado a cabo por Luis Mariano Barrientos que recogió datos de todas las muertes conocidas a lo largo de cuatro décadas en Valladolid y provincias aledañas. De todas las informaciones publicadas al respecto se dan detalles en Lobos, furtivismo y la cuenta la vieja, una entrada imprescindible para entender el alcance real del problema.

Dicho esto, también podemos muy bien asegurar sin temor a tergiversar la realidad, que las administraciones autónomicas no solo no persiguieron nunca el furtivismo que sufría la especie, sino que miraban directa y conscientemente para otro lado sobre este problema. Y una buena manera de demostrar esto que digo es comprobar que NUNCA realizaron estudios específicos que delataran el alcance real de las cifras anuales de lobos muertos ilegalmente en nuestro país, y que NUNCA tuvieron tampoco en cuenta las estimaciones aproximadas de muertes ilegales a la hora de establecer los cupos de las ejecuciones legales. Simplemente se calculaba el total de la población lobuna española (siempre sobreestimada además, por supuesto, ¡¡faltaba más!!) y se decidía en base a ella un porcentaje de ejemplares a matar que presumiblemente, según ellos, era asumible por la especie sin que esta llegara a sufrir una regresión poblacional. NUNCA se contabilizaron las muertes ilegales que soportaban por furtivismo nuestros lobos, lo que llevaba a que las cifras de esta delincuencia se sumaran cada año a las de muertes legales. El resultado final lo conocemos todos: la población española de Canis lupus signatus se estancó en las últimas décadas en aproximadamente 1.500 lobos antes de los partos, dejando de crecer y recuperarse: entre el censo de 1987-88 y el realizado 26 años después, entre 2012 y 2014, su población aumentó en solo 3 manadas y perdió 20.000 kms de geografía ocupada, aunque en los medios de comunicación y en boca de los políticos y sindicatos agrarios nunca se dejó de enturbiar el conflicto inventado mintiendo sobre la "terrible expansión" del cánido. Esta manera de manejar la especie viene a certificar que para las administraciones autonómicas el furtivismo era algo sobre lo que había que pasar de puntillas. Debían entender que ese problema no entraba en sus competencias. 


Y lo deben seguir pensando no solo en Asturias, también en Castilla y León al menos (otra vez la inefable Junta de Castilla y León; alguien pensará, seguro, que tengo obsesión con ella: al menos en 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11, 12). El Viceconsejero de Medio Ambiente , Rubén Rodríguez Lucas, de esta comunidad declaró no hace mucho al respecto de los últimos hallazgos de ejemplares furtiveados en varias provincias de esta comunidad, que "Yo no voy a caer en el error de mezclar lo que puede ser constitutivo de un delito, y de lo que se tienen que encargar las fuerzas de seguridad del Estado, para averiguar lo que ha sucedido, con ese acto reivindicativo que hacemos desde todas las administraciones diciendo que se están produciendo daños enormes a la ganadería ... / ... hay que dejar trabajar a la Guardia Civil ...", aunque parece que se contradice a sí mismo al meter los dos conceptos en la misma frase. 

Es más, las actuaciones de esta administración autonómica parecen desmentir esa buena predisposición a facilitar las investigaciones de estos sucesos, ahora ya posibles delitos al tratarse de una especie protegida. Lo primero que me llama la atención es ese indecente "tirar balones fuera" como si la persecución de estos hechos criminales no fueran competencia propia, y lo fuera en exclusiva del SEPRONA. Señor Viceconsejero, a ver si nos enteramos, la persecución del furtivismo es competencia clara e inequívoca de su departamento, que para eso tiene un régimen sancionador. En la Ley 4/2015, de 24 de marzo, del Patrimonio Natural de Castilla y León se indica en el Capítulo I sobre Vigilancia e Inspección, del Título VI, que son competentes en esta materia tanto los funcionarios de la propia consejería (agentes medioambientales, agentes forestales y celadores de medioambiente), como la Guardia Civil y otros agentes de los cuerpos de seguridad del Estado, así como otro personal oficialmente designado para realizar estas tareas de vigilancia e inspección -Artículo 121, punto 1, letras a), b) y c). En el punto 2 se les otorga la condición de agentes de la autoridad a todos ellos. Y en el Artículo 123 de la citada Ley se tipifica como infracciones muy graves las consideradas como tal en la Ley 42/2007, de 13 de diciembre, entre las que se considera -Artículo 80, sobre Tipificación y Clasificación de las Sanciones, letra n)- "La destrucción, muerte, deterioro, recolección, posesión, comercio o intercambio, captura ... / ... no autorizada de especies de flora y fauna incluidas en el Listado de Especies en Régimen de Protección Especial ...", caso del que nos estamos ocupando, el lobo.

Señor viceconsejero, permítame que le informe que perseguir y llevar penalmente ante la fiscalía o el juez estos hechos delictivos son TAMBIÉN competencia de la Junta de Castilla y León, no intente jugar al despiste con la ciudadanía en sus intervenciones públicas. 

Lo segundo que me llama la atención de las declaraciones de este personaje que se olvida de buscar a los culpables y delega esta competencia únicamente en los agentes de la Guardia Civil es que, al mismo tiempo que esto sucede, dificulta al citado cuerpo de seguridad del Estado que realice las oportunas pesquisas con la diligencia que sería deseable para el esclarecimiento de los hechos. ¿Cómo? simplemente demorando los trabajos de recogida de animales, los traslados a los CRAS (Centros de Recuperación de Animales Silvestres) y la realización de las correspondientes necropsias. A la Junta no le corre ninguna prisa trasladar la información de las necropsias a la Guardia Civil o a sus funcionarios de medio ambiente porque simplemente le da igual que cada caso quede archivado en el olvido. Cuando un lobo es encontrado muerto por algún ciudadano, los agentes medioambientales o del SEPRONA que lo recojan lo trasladan a la oficina comarcal, donde será depositado en un arcón frigorífico antes de su traslado al CRAS de referencia, donde se le realizará la oportuna necropsia. La diligencia en todos estos pasos es fundamental para que los agentes de la Guardia Civil y de Medio Ambiente realicen las posteriores averiguaciones, conociendo las circunstancias reales en las que dicho animal murió. La celeridad en estos dos pasos son, por lo tanto, fundamentales si la administración deseara dar con el furtivo y atajar este tipo de delincuencia. Sin embargo, nos encontramos con que esa urgencia no existe en el caso del lobo. Un ejemplar puede permanecer en el arcón de una oficina comarcal demasiado tiempo y, aún después de ser trasladado el cuerpo a un CRAS, la necropsia puede al final demorarse todavía semanas y hasta meses antes de ser realizada. ¿De verdad la Junta de Castilla y León quiere dar con los delincuentes que matan lobos en nuestra comunidad? Es obvio que no. Le da tan igual en la actualidad, siendo ahora un animal protegido, como le dio antiguamente cuando no lo estaba. 

Además, el nulo interés que aparenta tener la Junta de Castilla y León en la persecución del furtivismo que soporta el lobo lo demuestra también con la inexistencia de algo tan básico y sencillo de establecer como es un protocolo específico de recogida de cadáveres, así como de plazos en su traslado a los CRAS y de la realización de unas necropsias urgentes, dado que se trata de esclarecer un acto delictivo sobre una especie protegida. Esto es muy grave dado que en este supuesto concreto se une un factor que no se da con ninguna otra especie amparada por la legislación española: es un animal que, aun estando protegido por la ley, resulta ser muy perseguido y odiado por una parte concreta de la sociedad. ¿Alguien podría entender que se encontrara un oso, o un lince, o un águila imperial o perdicera muertos en el campo y la necropsia se tardara en realizar semanas o meses? Sería insultante, propio de una administración bananera y corrompida, que no desea hacer bien su trabajo. Pues con el lobo es lo que pasa.

¿Un protocolo de recogida de cadáveres de lobo, especie protegida a la que odio, y de plazos de necropsias?, ¡¡¡qué dices!!!!, ¿para qué? ¿para cazar a los furtivos que están haciendo el que hasta septiembre de 2021 era mi trabajo? ¡¡¡Ni de locos!!!

Dicho todo lo cual, a nadie le puede dejar de parecer muy sospecho que esta laxitud y apatía en perseguir este delito ambiental concreto, sea el modo de proceder habitual de la misma administración que se ha prodigado en el pasado en acosar con ahínco a la especie cuando ello era legal, y que continúa haciendo en la actualidad una dura campaña contra el cánido con todos los medios a su alcance (en los juzgados, en las instituciones europeas y en la prensa); como tampoco debe extrañarnos que en declaraciones a un medio de comunicación un viceconsejero de medio ambiente se ponga de perfil ante el furtivismo, deje su persecución para la Guardia Civil, olvidándose de la propia competencia de su departamento en la investigación de delitos contra la fauna protegida, y que además vincule siempre dicha lacra con la (para ellos) indeseada presencia del animal.

Habrá muchos ciudadanos que podamos pensar que las administraciones asturiana y castellano-leonesa miran, como mínimo, para otro lado ante la existencia de este gravísimo problema que masacra la población de una especie amparada por la ley, lo que unido al hecho de que estos gobiernos autonómicos en su vida hayan pretendido acabar con la muerte ilegal de lobos, pudiera tener, presuntamente, visos de ser realidad. Y si no es así, la sociedad les insta a que demuestren ya de una vez por todas que persiguen de verdad estos sucesos, con voluntad y firmeza. En realidad les instamos a que comiencen a hacerlo, como es su obligación con el cambio de cobertura legal que implicó su inclusión en el LESRPE. Mientras esto no ocurra, los ciudadanos seguiremos convenciéndonos de que las instituciones autonómicas continúan ninguneando esta lacra ambiental igual que hicieron en el pasado.

Cada cual que juzgue sobre los hechos.



22 de marzo de 2023

A la caza del ecologista


Rebuscando entre toda la documentación que guardo de aquella lucha desigual contra la Estación de Esquí de La Covatilla para escribir el artículo anterior, apareció fotocopiado un más que interesante artículo de prensa en el desaparecido rotativo El Adelanto, del 3 de enero de 1999. Y digo interesante por lo inusual de su contenido en una prensa local que bien podíamos calificar de provinciana. Lo firma además Ignacio Francia, amigo personal y toda una institución en el mundillo periodístico de Salamanca, además de gran persona y muy querido por todos. Su columna de opinión la tituló "Comienza la caza del ecologista" y en él les sacaba las vergüenzas a los políticos locales y autonómicos cuando azuzaban a la sociedad salmantina contra Ecologistas en Acción por denunciar las irregularidades cometidas en la construcción de un puente en la ciudad de Salamanca. Que una administración pública inicie obras sin tener todos los permisos necesarios, además de otras anomalías económicas, es lo suficientemente grave como para que deba ser denunciado en los juzgados ante la negativa de hacer bien las cosas. Y así lo hicieron desde la ONG. Sin embargo, tanto el consistorio como algunos medios de comunicación les responsabilizaron ante la ciudadanía de que los tribunales ordenaran la paralización cautelar de dicha obra. La gente en las calles se indignó y los acusó de todo. Al igual que sucedió con La Covatilla, los ecologistas fueron vilipendiados y acusados de ir contra el progreso y contra el interés público. Se repetía una vez más exactamente el mismo patrón. De nuevo, una parte de la sociedad civil fiscalizó las irregularidades de una actuación municipal y la corporación, muy lejos de asumir responsabilidades, arengó a toda la ciudadanía contra ellos.

¿Por qué retrocedo tanto en el tiempo al recordar aquel hecho? Porque la historia se repite en un ciclo sin fin, en un bucle que constantemente nos hace tropezar con la misma piedra. Lo estamos viviendo en la actualidad con la protección del lobo, por ejemplo, o con los parques eólicos ubicados en según qué sitios: el que denuncia a las instituciones por la destrucción de nuestro patrimonio natural es el villano de la película, y el infractor se presenta ante el público como la víctima, utilizando el poder que le otorga su posición para desacreditar al denunciante, escurrir el bulto y manipular a la sociedad.

Y cuántas veces habremos comentado en los mismos círculos de amigos sobre el uso peyorativo que esas instituciones, entidades y personas, que se sienten atacadas en sus intereses particulares por las denuncias de los colectivos conservacionistas, hacen del término "ecologista".


Así es, en gran parte de la sociedad actual, y especialmente en las áreas rurales, ser ecologista es sinónimo de insolidario con los problemas de la sociedad, de urbanita egoísta que no tiene ni idea, además, de la realidad del campo. Y se ha interiorizado tanto en ciertas capas sociales ese mensaje mezquino del que han sido voceros e instigadores muchas de nuestras instituciones y de una parte de los medios de comunicación, que basta que un político mencione la palabra ecologista para que se pongan todos de su lado ipso facto, y se enfrenten a la ONG conservacionista de turno. Hubo una época en mi ciudad en la que la única oposición real que tuvo el Partido Popular fue precisamente Ecologistas en Acción, vigilantes ante cualquier actuación que afectara al interés público de la ciudad, o a la propia conservación del medio ambiente de la provincia. El PSOE estaba desaparecido y solo el grupo ecologista fiscalizaba las acciones del consistorio o la Diputación. El odio hacia los ecologistas transpiraba en cada rueda de prensa en la que se les mencionaba, en cada artículo publicado y en cada entrevista.

Nada ha cambiado desde entonces.

¿Por qué existe este odio en las instituciones hacia este colectivo? ¿Por qué se les difama y desprecia públicamente? Mi amigo Nacho Francia lo sintetizó mucho mejor de lo que yo nunca podría hacerlo, así que os voy a transcribir el párrafo con el que cerraba su artículo de opinión aquel 3 de enero de 1999:

"El logro de Las Quilamas libres, la satisfacción de Los Bandos sin agujero y la lección del puente de San José han cargado de resentimiento a quienes desean marcha militar para sus planes. Y ha comenzado la caza del ecologista. Al poder siempre le han molestado las razones."

La sierra de las Quilamas y su colonia de buitres negros se libraron por los pelos de que la sembraran de molinos de viento, con exactamente el mismo proceso de manipulación social entre la gente de la comarca que vimos en Béjar con La Covatilla. Los ecologistas estuvimos ahí. La Plaza de Los Bandos y sus árboles, a escasos 150 metros de la mismísima Plaza Mayor de Salamanca, en pleno casco antiguo, se libró también in extremis de que el consistorio del PP lo agujereara y desmantelara para construir un parking subterráneo que nadie en la ciudad quería en ese lugar, con numerosos edificios civiles y religiosos de los siglos XV a XVIII. Los ecologistas también estuvimos ahí. Y de lo del puente, poco más que decir pues ya lo he comentado más arriba. Los ecologistas también estuvimos ahí.

"Al poder siempre le han molestado las razones". Es una frase magistral. En plena democracia esa frase es tan actual como lo fue en los años de la dictadura, lo que no deja de ser una verdadera tragedia que inevitablemente me recuerda a la que Unamuno espetara ante Millán-Astray y su cohorte en el paraninfo de la Universidad de Salamanca el 12 de octubre de 1936: "Venceréis pero no convenceréis". Sí, son muchos los poderosos para los que las razones siguen siendo un estorbo en esta imperfecta democracia.

Siempre me ha llamado infinito la atención cómo la sociedad siempre ve con muy buenos ojos que esos ecologistas se jueguen la vida o la libertad en acciones llamativas muy lejos de nuestras casas, salvando maravillosos e indefensos cachorrillos de foca, impolutamente blancos con enormes ojos negros, de morir a golpes con un palo en la cabeza y dejando la nieve del ártico teñida con cientos de manchones rojos; o colgándose de un árbol enorme a cincuenta metros de altura en una selva de Borneo o de Nueva Guinea; o puede que de alguna chimenea altísima de a saber qué industria contaminante; o quizá impidiendo que un pesquero-factoría lance sus redes de arrastre sobre el lecho marino; o encadenándose delante de un bulldozer para que no arrase una parcela de la selva brasileña; y sin duda a esa sociedad dormida le parecerá heroico que se jueguen la vida interponiéndose con una frágil zodiac entre el arpón de un gran ballenero japonés y un cetáceo sentenciado. !Geniales, qué buenos son! Pero claro, que no me vengan a mi ciudad, a mi pueblo o a mi sierra a decirme cómo debo gestionar yo esos bosques, esa montaña, ese dinero público, esa especie silvestre que me molesta, etc. Que se vayan a su puñetera casa. En aquellos continentes lejanos y en los océanos sí son bien vistos; pero aquí no. Aquí que nos dejen tranquilos construyendo estaciones de esquí, minas a cielo abierto, parques eólicos, presas eléctricas, masacrando lobos, torturando toros, o maltratando animales de granja. Eso no es cosa suya. Que no metan sus narices donde no les llaman.

Hay que ser ridículos para llegar a decir públicamente, entre otros muchos eslóganes panfletarios, que los ecologistas tenemos montado el chiringuito solo para vivir de las subvenciones. Este argumento fabricado no cuela, y por mucho que lo repitan desde sus atriles no se lo cree nadie que analice la realidad. Pero más que ridículos deberíamos hablar de mala gente por aprovechar tribunas como la del parlamento Cántabro para atacarnos a los ecologistas con frases como la siguiente:

"... de cuatro vividores que se hacen llamar ecologistas, que lo único que les interesa es seguir manteniendo sus chiringuitos a base de subvenciones que pagamos todos los españoles con nuestros impuestos, para no pegar palo al agua, parásitos del sistema democrático, garrapatas que se han visto inmunes ante la llegada de los socialistas y los lilas al gobierno de España ..."

Sí, señores, estos improperios e insultos los dijo la diputada Marta García en un pleno del parlamento autonómico a finales del pasado marzo. Daría risa si no fuera por la gravedad de sus consecuencias que sea ella precisamente la que achaque a una ONG conservacionista (ASCEL) de cobrar subvenciones -lo que por otro lado, si fuera cierto, no solo no es ilegal, sino que debería ser lo lógico y deseable dadas las funciones públicas que estas asociaciones tienen en nuestra sociedad- cuando en realidad es ella la que cobra ayudas públicas que no debería. En concreto 301.916,41 € de ayudas de la PAC entre los años 2017 a 2020. Y digo que no debería cobrar esas subvenciones que SÍ le pagamos todos porque ese dinero se concede a las explotaciones agro-ganaderas que cumplen con unos requisitos de sostenibilidad ambiental, requisitos contra los que ella misma se revela prodigándose en las redes sociales exigiendo los controles del lobo con el mismo extremismo que en el pleno del parlamento cántabro. Y nos llama ella a nosotros "parásitos del sistema democrático". ¡Qué ironía!

Señora Marta García, si quiere ser una persona consecuente a la cual se deba escuchar le es suficiente con rechazar las subvenciones de la PAC que le pagamos entre todos para su ganadería Valdelmazo y así tener carta blanca para exigir controles de lobos, osos, águilas o lo que usted crea conveniente masacrar.

En fin, se ponen en evidencia y se califican a sí mismos: utilizan su poder y la visibilidad mediática que les otorga sus cargos públicos para manipular a la sociedad contra la razón que nos asiste.


Según la RAE, la palabra ecologismo tiene dos acepciones, a saber:

1.- Doctrina que propugna la defensa de la naturaleza y la preservación del medio ambiente.

2.- Movimiento sociopolítico que defiende el ecologismo.

Y de la palabra ecologista dice:

1.- Perteneciente o relativo al ecologismo.

 2.- Partidario del ecologismo.

Y también podría la sociedad intentar aprenderse qué es la ecología. Según la RAE de nuevo esta palabra tiene dos acepciones:

1.- Ciencia que estudia los seres vivos como habitantes de un medio, y las relaciones que mantienen entre sí y con el propio medio.

2.- Medio ambiente.

Bien, leyendo todas estas definiciones y viendo el trabajo que llevan a cabo los grupos ecologistas en defensa de nuestro medio ambiente, ¿de dónde sacan sus perseguidores que el ecologismo vaya en contra del bien público? La sociedad tiene y debe conservar dos patrimonios fundamentales: el natural y el cultural, a cual más importante. A nadie se le ocurre hoy en día derribar una parte de una catedral, pero, sin embargo, nuestro patrimonio natural está constantemente en peligro porque dificulta en ocasiones los intereses particulares de algunos. Cuando esos "algunos" tienen poder, la lucha por defender la biodiversidad y la salud de nuestro planeta se vuelve más necesaria e imprescindible que nunca.

El ecologista es por ello, intrínsecamente, una persona altruista que emplea su tiempo y esfuerzo en defender ese patrimonio natural que resulta ser de todos los ciudadanos, y no solo suyo, con una conciencia cívica que el egoísmo de esos "algunos" no consiguen comprender, y sin obtener, además, nada a cambio, excepto la simple satisfacción de hacer una buena obra que redunda en el bien común. Ser ecologista es, pues, utilizar las incuestionables razones que la ciencia nos aporta sobre la necesidad de preservar ese patrimonio natural y usarlas para luchar contra su destrucción, de un modo razonado, cívico y generoso, poniendo a disposición de la sociedad su tiempo, su trabajo, sus conocimientos y sus desvelos. A veces incluso su dinero.

Pero, como siempre, tener razón molesta. Y saben que la tenemos.

16 de marzo de 2023

Pormishuevismo

Sí, amigos, "Pormishuevismo" es el nombre de la sección donde, en el programa de El Intermedio, de La Sexta, Erik Harley hace un repaso por algunos de los diferentes pelotazos urbanísticos a los que nos tienen tan acostumbrados nuestros gobernantes, y de los que muchos ciudadanos aún no llegamos a comprender cómo puede ser que no acaben en los tribunales atendiendo al despilfarro de dinero público que han supuesto y/o siguen suponiendo, como en el caso que vamos a recordar aquí. Ah, ya, que es que hay que demostrar que el político de turno que fue responsable del desaguisado en cuestión lo decidió con pleno conocimiento del perjuicio que causaba. Y digo yo, ¿no sería posible añadir un supuesto en el Código Penal para que se considerara también delito la ineptitud política? porque así, de golpe, muchos se lo pensarían antes de dilapidar caudales públicos o hipotecar nuestra naturaleza sabiendo que no se les puede probar la mala intención, y se dejarían de agarrar a esa disculpa que suena a pretexto y excusa, y que ya nadie se cree, de que hicieron las obras verdaderamente por el interés general, aunque finalmente el proyecto acabara saliendo mal.

¿Que a qué viene todo esto y qué relación tiene con el espíritu de este blog?, muy sencillo, ahora lo entenderéis.

Hace unos cuantos días, el sábado 4 de marzo, visité la zona norte de la sierra de Béjar, tras las intensas nevadas que han barrido la península. La nieve aún se veía en cotas realmente bajas mientras me acercaba por las carreteras que rodean la sierra, con los manchones de nieve aún en sus cunetas. Y sí, había nieve muy abajo, lo que no deja de ser algo excepcional pero que ocurre todos los inviernos una o dos veces. Y al igual que ocurre esto, ocurre también que esas borrascas no implican necesariamente que en la cordillera del sistema central los centímetros acumulados en forma de nieve sean muchos. No, ni mucho menos. Ver a comienzos del mes de marzo la Estación de Esquí Sierra de Béjar - La Covatilla, después de las nevadas que por fin le llegaron cuando la temporada de esquí se acerca a su final, con la mayoría de las pistas cerradas y vacías de usuarios no puede por menos de hacerme pensar en eso, en el "Pormishuevismo" español.

Ahora ya lo entendéis, ¿a que sí?

Imaginaros la escena: el aparcamiento casi completo de vehículos y un sábado radiante, peeeeeeero ... las pistas están vacías y cerradas, y todo el mundo permanece apiñado en las de debutantes y en los alrededores del propio aparcamiento. Familias con niños pequeños, con sus trineos y plásticos, o iniciándose en el esquí aglomerados todos en apenas un puñado de metros cuadrados de pista plana.


En la imagen superior  vemos una de las pistas, la del Regato del Oso, completamente cerrada por encima de la zona de debutantes, donde se congregaban casi todos los usuarios el sábado 4 de marzo de este 2023.

Pero no sería un "Pormishuevismo" de libro si no fuera porque desde el principio se advirtió sobradamente de que la escasez de nieve era notoria hace ya más de 20 años, cuando el entonces alcalde de Béjar, Alejo Riñones, del Partido Popular, se empeñó en levantar esta infraestructura con la inestimable ayuda de su amigo, el entonces Consejero de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio, Francisco Jambrina Sastre (me niego a llamarlos señores) que, por cierto, fue denunciado por agentes de la Guardia Civil por un delito contra la fauna (abro de nuevo paréntesis: ¡vaya patético nivel de políticos que tenemos en España! ¡un Consejero de Medio Ambiente denunciado por un delito contra la fauna! ¡¡¡Vaya nivelazo!!!, señores, ¿alguien ofrece más?).

Bueno, el proceso fue el de siempre, recurrente en todas las grandes infraestructuras urbanísticas, industriales o de cualquier otra índole que se quieren instalar por nuestra geografía, ya sean minas a cielo abierto, macroproyectos eólicos, macrogranjas, estaciones de esquí (no nos olvidemos de la de San Glorio, que también tuvo lo suyo y da para varios capítulos, y el macroproyecto actual de unir por Canal Roya las estaciones de Formigal con Astún y Candanchú -no escarmentamos a pesar del evidente calentamiento global), urbanizaciones o puertos deportivos en espacios protegidos, etc. etc. etc. El politicucho de turno se empeña enarbolando la bandera de la prosperidad para su comarca y cuatro puestos de trabajo, predicando soflamas de que "los de fuera" no les vamos a decir lo que tienen que hacer con lo que consideran "su casa", porque además somos todos unos ecologistas de salón que vivimos de las subvenciones y nos rascamos la barriga en una oficina calentitos mientras ellos llevan una dura vida de labriegos o ganaderos, a lo que hay que sumar que esos ecologistas insolidarios preferimos el bienestar de los animales al de las personas del campo y bla, bla, bla, bla, bla, bla y más bla, bla, bla. 

Con esto ya está dicho todo, señores, ya se han ganado para la causa a toda la comarca, que, además, ya parte enfadada contra quien pueda opinar diferente. Da igual que el dinero en vez de quedarse en la zona acabe realmente en la empresa minera de turno -siempre extranjera-, o en las arcas de esa multinacional que se vende como verde mientras destruye los ecosistemas fragmentando los proyectos, o en la caja de la constructora. Da igual que la inocuidad ambiental de los molinos esté seriamente en entredicho incluso por las propias personas que reclaman energías renovables. Dará igual que incluso una entidad tan objetiva como la Universidad opine distinto. Y dará también lo mismo que los datos no avalen las bondades del proyecto. Lo mismo que importará menos que poco que la destrucción de lo que ellos creen "su casa" sea irreversible. El megaproyecto del momento se levantará gracias al clamor popular.

Si los juzgados no lo impiden, claro, porque al final serán los jueces los que tendrán la última palabra en la defensa del interés general. 

Este fue también el proceso en la construcción de esta estación de esquí que solo ha asumido pérdidas económicas desde que se construyó en lo que Ecologistas en Acción denominó en su momento Un pozo sin fondo de dinero público.

Y no estamos muy equivocados respecto del quebranto económico que supone cada temporada mantener abierta esta ridícula estación cuando el propio promotor de la misma, sí, ese tal Alejo Riñones, actualmente en la oposición, echaba ya en cara en 2021 al actual equipo de gobierno del consistorio el millón de euros anuales que eran necesarios para mantener abierta la estación, o los cerca de 4.000.000 € de pérdidas que acumulaba la Covatilla en 2023 durante los años de legislatura socialista, llegando a considerar la continuidad de la instalación de inviable, y pidiendo ahora que se privatice, reconociendo post mortem, cuando el daño está ya hecho y es irreversible, que "... es una estación pequeña, donde nieva poco, para mantenerla abierta 3 o 4 meses ...". Que nieva poco dice ahora el tío, y que solo es válida para abrirla 3 o 4 meses, mientras que cuando la promovió parecía que sería la mejor estación del país con al menos seis meses de nieve asegurada de arriba a abajo. ¡Increíble! Una auditoría externa e independiente sería saludable en esta endeble democracia que los ciudadanos sufrimos para conocer con exactitud realmente cuánto dinero nos ha costado este delirio absurdo, porque ni siquiera las cuentas oficiales de ingresos o gastos que nos han venido contando los políticos locales son fiables. Y si no echar un vistazo al artículo titulado "¿Qué pasa con el IVA de La Covatilla?" donde se dejan en entredicho las cuentas que han aireado públicamente, dado que no contabiliza el pago del IVA de algunos conceptos. Los dos últimos párrafos resumen muy bien los tejemanejes del Ayuntamiento bejarano en la época de Alejo Riñones como alcalde para maquillar un menoscabo económico difícil de esconder.

Y que por favor tampoco nos vendan como ganancias las subvenciones que hemos venido pagando solidaria y obligadamente -porque a nadie nos han consultado- entre todos para que los escolares de la provincia tengan su semana blanca; o mejor dicho, perdón, para que La Covatilla tenga algún ingreso más, que es el motivo principal de esos bautismos blancos que, en parte, seguimos sufragando entre todos.


En la imagen superior vemos un único surfero bajando por la pista La Covatilla, sin espesor suficiente para permanecer abierta, y algunos usuarios, tanto subiendo como ¡bajando!, sentados en las sillas del remonte. La imagen no puede ser más dolorosa y elocuente, cuando el sentido común pudo haber evitado semejante destrucción ambiental y despilfarro de dinero público. En la de debajo, la pista Las Cimeras igualmente cerrada por falta de nieve este 4 de marzo.


Pero vayamos por partes. Que una infraestructura de este tipo se lleve a cabo basada en un proyecto chapucero no tiene perdón, y somos muchos los que opinamos que debería tener consecuencias penales, dado que el resultado final muy bien puede ser considerado como un delito contra el medio ambiente, además de la evidente dilapidación de dinero público. Veamos algunas cuestiones más que relevantes que lo demuestran.

1.- El Proyecto de Instalación del Centro Turístico "Sierra de Béjar" (Telesilla /Telesquí), que es así como se le denominó intentando camuflar la envergadura del mismo (suena mucho más agresivo ambientalmente hablar de una estación de esquí que de un telesilla, ¿verdad?), NO HIZO NUNCA UN ESTUDIO DE LA NIEVE INVERNAL.

¿Alguien me lo puede explicar? Parece ser que la nieve existía porque lo decían ellos, y punto. No era necesario conocer ni los espesores que se acumulaban en los diferentes meses del inverno, ni en qué cotas altitudinales, ni la fuerza de los vientos que soporta la zona y que barren del suelo y hacen desaparecer la nieve, ... nada, no era necesario conocer nada de nada sobre la nieve. ¿Pa'qué? Eso solo sería necesario si fuéramos a levantar una estación de esquí, pero esto no va a serlo, hombre, por Dios, si ya en la misma Declaración de Impacto Ambiental lo dejaron claro: "... y dado que no se trata de proyectar una estación de esquí, sino de la construcción de un núcleo de servicio con las infraestructuras necesarias, pero las mínimas,..." ¡¡Cachis, estos ecologistas no se enteran de nada!!



2.- Si no existió nunca un estudio previo de la materia prima en la que se basa esta actividad, no pudo haber nunca tampoco un ESTUDIO DE VIABILIDAD ECONÓMICA. Aquí ponemos otro "pa'qué"

¿Cómo vas a saber si es viable si no sabes ni con cuánta nieve vas a contar, ni a qué alturas, ni durante cuántos días al año? Lo cierto es que se limitaron a aportar unos datos meteorológicos obtenidos en dos estaciones meteorológicas situadas a 950 m.s.m. (Béjar) y 1.240 m.s.m. (Presa de las Angosturas, Candelario) y que para nada se pueden extrapolar a las condiciones de la alta montaña donde se iba a ubicar el proyecto, además de que ni siquiera se realizó de ellas una interpretación científica, seria y rigurosa. Simplemente los aportaron y punto.



3.- Ejemplo de la mierda que fue el proyecto (abro paréntesis, me olvidaré por irrelevante de las diversas faltas ortográficas, de concordancia y de sintaxis que encontramos en él, además de algunas erratas no corregidas que adornan con elocuencia lo deplorablemente chapucero del mismo, como podemos ver en el primer renglón de la siguiente imagen:"... desde el punto de vista climatológico se trata de un viejo macizo granítico ...", cierro paréntesis) es que en el anteproyecto el redactor estimó que la estación podría abrir 29 días en diciembre, 32 EN ENERO, 33 EN FEBRERO Y 35 EN MARZO ¡¡¡¡¡¡DE MEDIA!!!!!!!! Estas medias se calcularon sumando los días de diario y festivos en los que sí se podrían usar las instalaciones, y ¡¡¡descartando incluso!!! las jornadas invernales en las que los fuertes vientos o la climatología muy adversa impediría por seguridad el funcionamiento de los remontes. ¡Qué optimistas!, sí que tenían razón de que iba a ser una de las mejores estaciones de esquí de Europa, y yo diría que del mundo: ¡¡¡¡se puede en ella esquiar más días de los que existen mensualmente!!!!. ¡Cojonuuuuudo!

4.- Por supuesto tampoco se presentó ningún ESTUDIO DE MERCADO (poner vosotros aquí el "pa'qué", que yo ya me canso) que estimara en aquel momento la potencialidad de la demanda social para justificar la innegable destrucción de la sierra y la descomunal inversión a realizar en aras de alcanzar un interés general que pudiera ser superior: revitalizar económicamente la comarca. Por ejemplo, en 1998 la Estación de Esquí de Navacerrada (cerrada desde el año pasado) acabó la temporada con unas pérdidas de 100 millones de pesetas (El País, 8/marzo/1998) a pesar de contar con una masa de usuarios potencial de casi diez millones de personas al estar ubicada entre Madrid y Segovia. Pues bien, ¿qué potencialidad de usuarios creéis que calcularon para La Covatilla los redactores del proyecto? Ah, pillines, ya os imaginabais que ninguna; pues habéis acertado ya que no hicieron ningún estudio al respecto. Pos'mu'bien, señores, perfecto, la seriedad al poder en la gestión del erario público, de nuestro patrimonio natural y de las ilusiones y expectativas de la gente de la comarca. Se limitaron a presuponer la afluencia de esquiadores, nada más. Así en la página 5 del proyecto indican literalmente -y digo literalmente porque fijaros en la patética redacción de la frase que transcribo tal cual es- que "Además, por el tipo de clima, esta nieve se garantiza completamente también su perfecto estado y cantidad durante todo el tiempo que dura la "Temporada Banca", y por tanto la afluencia masiva de la gente". El que lo redactó no asistió a clase el día que hablaron de las comas y esas cosas.


En cualquier caso, ya'tá, argumentado que la demanda cubrirá gastos y aportará unos beneficios extraordinarios. Venga, pa'lante con el proyecto.

5.- En el capítulo económico aparecen 13.700.000 Pts. de beneficios netos anuales. Sin embargo, se "olvida" de descontar, y no sé si es más grave que sea por negligencia o intencionadamente, diversos conceptos que el mismo proyecto sí enumera, dando como resultado que, una vez descontados esos gastos según sus propias estimaciones (optimistas, dicho sea de paso), se arrojaban unas pérdidas económicas totales de 7.144.807 Pts. anuales.

6.- En el Estudio de Impacto Ambiental fue declarado un proyecto de utilidad pública o de interés social para la comarca, y en ello no tuvo peso alguno la PROPUESTA DE DECLARACIÓN DE IMPACTO AMBIENTAL DESFAVORABLE que elevaron los propios técnicos de la Junta en la Ponencia Técnica Provincial del 28 de julio de 1998 "en base a la afección del mismo a los valores naturales del futuro Espacio Natural de Candelario".


Al final, fue imposible luchar y vencer a la maquinaria puesta en marcha tras el verdadero lavado de cerebro que soportó la comarca y los amiguismos políticos del Partido Popular. De nada sirvieron las al menos 459 Alegaciones particulares y colectivas registradas en la Junta de Castilla y León en el preceptivo trámite de Información Pública y que deberían sacarle los colores a quien firmó la autorización el 10 de diciembre de 1998. En la citada Declaración de Impacto Ambiental se dice:

"1.- Evaluados y analizados los impactos ambientales derivados de la ejecución de la actuación se considera que estos son compatibles con la conservación de los valores botánicos, faunísticos, geomorfológicos y paisajísticos de la zona. Se ha tenido en cuenta que uno de los objetivos de la ordenación, el uso y gestión de espacio natural de Candelario está basado en favorecer el desarrollo socioeconómico con un uso racional de los recursos propios, promoviendo, entre otras, aquellas acciones que fomenten el turismo ligado a los valores del Espacio Natural Protegido, como forma activa de preservación del medio natural, y dado que no se trata de proyectar una estación de esquí, sino de la construcción de un núcleo de servicio con las infraestructuras necesarias, pero las mínimas, .../... y tener en cuenta que dificultar esta posibilidad de desarrollo podría provocar reacciones por parte de la población en contra de la propia naturaleza ..."

Da una vergüenza ajena infinita leer que, una vez analizados los impactos que en la Ponencia Técnica eran DESFAVORABLES, sean considerados después compatibles con la conservación del entorno. O que la construcción de una estación de esquí fomente los valores ligados a un Espacio Natural Protegido, como forma activa de preservación del medio. O incluso que negaran, haciendo gala de una descomunal desfachatez, que se trataba de construir una estación de esquí. O que para no enfadar a algunos comarcanos se debía construir la infraestructura por encima del interés general del resto de los españoles. Leer esto me da de verdad, repito, una vergüenza infinita por vivir en un país así, mediocre y bananero.

Y dos piezas fundamentales en la gestación de esta tragedia la constituyeron, junto a los políticos responsables, por un lado los medios de comunicación del momento, y muy especialmente la prensa escrita de la provincia que tomó un decidido partido por el proyecto del PP, ninguneando las argumentaciones contrarias al mismo y dando pábulo a sus defensores. Aquí destacó de manera importante La Gaceta.

Y, por otro lado e increíblemente, el Grupo Bejarano de Montaña, y su entonces Presidente, José Enrique Rodríguez, que, lejos de defender la conservación de la montaña, se involucró en una intensísima campaña directa por la construcción de la infraestructura con argumentaciones tan científicas como que "El Grupo Bejarano de Montaña, formado por montañeros que han llegado a conocer la Sierra de Béjar por sus incalculables ascensiones a través de los tiempos, llegó a la conclusión en el año 1970 que las pistas de esquí de La Covatilla eran aptas para la práctica del esquí en toda su extensión, por las causas siguientes: ... duración de la nieve hasta los meses de mayo y junio .../..." (El Adelanto, 2/julio/1997). Y no menos magnífico argumento fue también decir en la misma nota de prensa que "La calidad de la nieve en la época de esquí es en polvo, totalmente esquiable y desprovista de percances". Magnífico, repito. Aplausos y reverencias para estos señores, por favor. ¿Nieve decía este hombre hasta junio para esquiar? ¿Nieve polvo toda la temporada? ¿Y qué diablos era eso de que era nieve desprovista de percances? Es simplemente alucinante cómo se podían normalizar semejantes mentiras cuando en el sistema central lo que predomina es precisamente todo lo contrario, la nieve dura, la nieve costra y las chapas de hielo causados por los fuertes vientos y el clima continental, con nevadas casi reducidas a enero y febrero. 


También se dio buena propaganda de que no existiría impacto ambiental en la zona -el otro caballo de batalla del conflicto- porque, según el mismo Grupo Bejarano de Montaña: "... no encontramos ningún río, laguna o bosque que pueda sufrir deterioro o impacto ambiental, ya que solo viven pequeños animales como ratones de campo, topillos y lagartijas, aunque en verano hay perdices, conejos y otras especies de pájaros y a ninguno de estos animales se les considera en peligro de extinción" (La Gaceta 16/octubre/1997). Bueno, gente, pues ante argumentos como estos estamos completamente desarmados. Igual que están desarmados los que pretendan conservar La Antártida o los océanos, o los desiertos del planeta, puesto que nos damos de bruces contra la evidencia de que allí tampoco hay ni ríos, ni lagunas, ni bosques. 

Este fue el nivel, amigos. No es posible luchar con argumentos contra la más absoluta ignorancia, sobre todo cuando el ignorante quiere seguir siéndolo. Porque una de dos: o eres realmente un ignorante al decir semejantes barbaridades o, por el contrario, conoces sobradamente lo erróneo de esas incontinencias verbales y entonces eres un mentiroso y estás manipulando a la opinión pública. Yo, ante esa disyuntiva preferiría ser un ignorante a un manipulador. Y, por favor, no me tachéis de prepotente por todo lo que acabo de escribir, el propio Alejo Riñones, alcalde promotor de la Covatilla, llegó a decir que "Hablan de que hay unas especies que se deben conservar como son el desmán y la nutria. Nunca he visto un desmán o una nutria en esa zona, ni muchísima gente, ni los propietarios de las fincas" (Tribuna de Salamanca, 4/mayo/1997) No se supo nunca de dónde obtuvo que nosotros dijéramos que la nutria fuera propia de la alta montaña, pero como argumento en su conjunto no deja de ser igual de vomitivo que los anteriores: "Como yo no los he visto allí, no los hay. Punto." Estas diarreas argumentales fueron habituales y marcaron su nivel, haciendo imposible cualquier diálogo o entendimiento.

Y no menos emético fue que, en medio de aquel tiempo convulso, cuando los detractores de la estación éramos mirados con odio y algunos llegaron a sufrir represalias de algún tipo, el propio alcalde bejarano del Partido Popular llegara a pedir en la prensa que se supiera con nombres y apellidos quiénes éramos los ecologistas que estábamos en contra del proyecto, "... para que sepamos a quienes tenemos que dirigirnos" (La Gaceta, 11/noviembre/1997), haciendo un señalamiento y hostigamiento claro, casi podríamos decir que mafioso, hacia aquellos ciudadanos que estábamos en contra del mismo, tensión que sufrieron en sus propias carnes algunos vecinos de la propia comarca.



No os riais de lo que voy a decir, pero podría aportar documentación por kilos de aquellos tres años de conflicto por preservar la sierra de Béjar. Exactamente 8,9 kilogramos de informes, de alegaciones, de denuncias en Bruselas, de citaciones en los juzgados como testigo, de recortes de periódico, de artículos de prensa, de mediciones del manto de nieve, ... incluso de alguna reunión con el mismísimo Consejero de Medio Ambiente en Valladolid.



Como podéis ver por estas pequeñas pinceladas de cómo se gestó la construcción de la famosísima e inigualable Estación de Esquí Sierra de Béjar - La Covatilla, quizá la mejor estación de esquí de España, si no del mundo, que apenas provocó impactos negativos en el medio natural porque no había en el lugar bosques, ríos o lagos, en donde no había especies que proteger porque ni el alcalde ni los socios del Grupo Bejarano de Montaña las habían visto, y que sin duda ha provocado un importante revulsivo económico para la zona a costa de tener que poner un año sí y otro también dinero público para su supervivencia, puede subir al podium de los Pormishuevismos del país, junto con aeropuertos sin aviones o circuitos de Formula 1 sin carreras.

Y sobre todo por construir una estación de esquí sin estudiar si había o no nieve suficiente, lo que llevamos comprobando desde el mismo momento en el que se abrió tan destructiva infraestructura. El Pormishuevismo caciquil de nuestra provincia y autonomía ha destruido de un modo irreversible la sierra de Béjar. La casa de los bejaranos ha sido, en parte, derribada por los propios bejaranos. Esta ya nunca será la misma, y que las limitaciones que la autorización de Medio Ambiente les impuso fueran obviadas constantemente no tiene ya mayor importancia. Cuando en dicha autorización se prohibe afectar a la cubierta vegetal o hacer movimientos de piedras a una estación de esquí, es evidente que el que concede la autorización sabe que semejante prohibición no es posible cumplirla: el movimiento de piedras y la transformación de la superficie del suelo, incluida su vegetación, es algo inherente a todas las pistas de esquí. Hasta en eso nos engañaron los políticos. En la construcción final de la Estación de esquí Sierra de Béjar - La Covatilla se transgredieron muchas de estas prohibiciones reflejadas en la autorización resuelta por el Consejero de M.A., el susodicho Jambrina Sastre, e incluso se violó el mismísimo apartado 1º de la Ley 4/1989 de 27 de marzo que trata sobre la Conservación de los Espacios Naturales y de la Flora y Fauna Silvestres, que prohibe taxativamente la transformación física y biológica de un lugar mientras se esté tramitando el Plan de Ordenación de los Recursos Naturales de un Espacio Natural, caso que fue en aquel momento el de Candelario. Las leyes garantistas parece que son de obligado cumplimiento solo por el ciudadano; las administraciones se las pueden saltar a su antojo.

¿Y todo para qué? pues para no alcanzar nunca ese esperado revulsivo económico y laboral en la comarca que vendieron a la gente, y que aún siguen esperando transcurridos 22 años desde su inauguración. Todo para acabar siendo solo un chorreo de dinero público y de devastación ambiental, además de una enorme decepción y frustración para la gente de la zona que se lo creyó todo.

Vamos, lo que viene siendo un Pormishuevismo de libro.

De todo aquello me quedo con el apoyo y la lucha de todos y cada uno de quienes se implicaron en la protección de esta pequeña sierra: a todos, grupos ecologistas y de montaña, Federación Castellano Leonesa de Montaña, Universidad de Salamanca y muchos particulares, GRACIAS. Me quedo con que la bronca que durante varios años se vivió y sufrió en esta provincia no se quiso repetir en las laderas norte de La Mira, en Gredos, y que la propuesta de la Cámara de Comercio y otras entidades de Ávila en el invierno de 1998-99 de levantar allí otra estación de esquí se archivara antes de que ningún otro político mediocre se lo tomara de nuevo en serio; ¿quién sabe si el conflicto social que vivimos con La Covatilla fue la puntilla del proyecto de La Mira?, yo siempre lo he creído así. Me quedo con que nuestra lucha fue sincera y con la verdad por delante, sin falsedades ni mentiras. Me quedo con que fue la correcta. La lucha de dos modelos de desarrollo para nuestro planeta: el sostenible contra el suicida, el de la cordura contra el del sinsentido, el de la verdad contra el de las mentiras y la manipulación, el del interés general contra el partidista de un grupo político. Me quedo con que obramos bien, lo que nos permite seguir caminando con la cabeza alta.

Os dejo dos últimas fotos que nos hablan una vez más de las penosas cantidades de nieve que llevamos décadas observando en la sierra de Béjar. La primera del 2 de febrero de este 2023, en plena temporada de esquí, cuando todo lo que aparece en la foto debería ser de un blanco inmaculado, y no lo es. Y la segunda, del mismo 4 de marzo de este invierno cuando, tras mi paso matinal por La Covatilla, me tuve que desintoxicar observando la todavía mucha belleza que conserva esta sierra, con un atardecer precioso lejos de aquel aniquilamiento ambiental tan absurdo y doloroso. Pura belleza, sin duda, pero en la que tampoco podemos negar la más que evidente escasez de nieve: esta debería ocupar desde la línea superior de árboles hacia arriba. Y este invierno tampoco lo hace.

¡Viva el Pormishuevismo!

He dicho.




27 de febrero de 2023

Pajarines, II

No menos familiar y cercano que el anterior es nuestro siguiente protagonista: el petirrojo (Erithacus rubecula). Flexibilidad, eso es lo primero que imagino cuando veo a este pajarillo que tantas veces habremos visto zascandilear en parques y jardines, rebuscando no solo los insectos que representan la base de su dieta, sino también los posibles restos de comida que nosotros, los humanos, podemos descuidar en ellos. Este paseriforme se adapta sin complejos a las circunstancias e intenta obtener provecho de ello. De ahí que se me venga a la cabeza la flexibilidad ecológica que demuestra tener, cuando igual lo observamos a nuestro lado como en alejadas masas forestales.


Si nos fijamos atentamente en la frente del petirrojo que vemos en las siguientes fotos comprobaremos que la tiene mojada, aunque dejaremos primero el recorte de un detalle para que se observe sin dificultad. 


Se debe a que este adaptable pajarillo de bosques y zonas arboladas alternaba la búsqueda de algo que llevarse a la boca en tierra firme con la captura de larvas de trichópteros próximas a la superficie del agua, junto a la orilla del arroyo. Estas larvas conforman buena parte de la dieta de, por ejemplo, el mirlo acuático, y son esas pequeñas larvas que se sujetan a las piedras de los lechos de los ríos envueltas en una especie de funda de arena que ellas mismas fabrican y que, como unas minúsculas cápsulas, les sirven de camuflaje y protección. Si alguna de estas larvas acuáticas cometía en aquel lugar el error de acercarse demasiado a la superficie del agua junto a la orilla ... pues tenía muchas papeletas de acabar formando parte del desayuno de aquella pequeña bolita de plumas.




Aunque sea eminentemente insectívoro, no hará ascos a otro tipo de alimentación, especialmente durante el otoño o el invierno, cuando diversos frutos del bosque se vuelven importantes en su dieta; zarzas, espinos, rosales silvestres, madroños, etc. les aportan buenas cantidades de energía en esos momentos. El resto del año no será raro verlo por el suelo en pos de sus pequeñas capturas (hormigas, larvas, gusanos, arañas, ...), tanto en zonas arboladas, áreas recreativas o merenderos en plena naturaleza, como a nuestro lado, en el interior de las mismas ciudades y pueblos, donde ocupará jardines, parques y huertos.