Vivir es un tránsito, un camino en donde todos somos nómadas. Que la travesía merezca la pena, depende de ti.

8 de mayo de 2014

La gestión del oso pardo cantábrico

El sol raso extrae de las laderas boscosas de la cordillera todos sus relieves y texturas. La incipiente primavera nos ofrece los colores intensos de los brotes y las hojas nuevas de los árboles, todavía tiernas. Grupos de rebecos pastan tranquilos a media ladera. Una familia de jabalíes hoza relajadamente mientras un pito negro deja oír su reclamo desde lo más profundo del bosque. Todo esto va sucediendo al tiempo que nosotros "barremos" con nuestros prismáticos y telescopios el paisaje que tenemos enfrente en busca del gran plantígrado ibérico, icono como pocos de lo salvaje, junto con los lobos, nuestros grandes proscritos, como los definió Félix. A lo largo de varias esperas seguimos los andares de algún ejemplar solitario, observamos las interacciones de grupos de tres individuos -en una ocasión dos machos flirteando con una hembra, en otra dos hembras atendidas por un solo macho-, vemos escarceos amorosos entre ellos, persecuciones, enfrentamientos y hasta varias cópulas.






Entre observación y observación y durante estas jornadas de intensas emociones, la conversación gira alrededor del oso, de su evolución poblacional y de los peligros que lo amenazan. Si bien es cierto que en los últimos años se ha constatado un cambio positivo de tendencia, con un aumento significativo del número de osas reproductoras, no es menos cierto que el estado de la especie continúa siendo muy delicado. Y en pos de la necesaria conexión de las dos subpoblaciones de oso que subsisten en la cordillera, no podemos por menos que satisfacernos de que el escandaloso proyecto que el gobierno castellano-leonés perseguía denodadamente para San Glorio haya sido definitivamente abortado, aunque para ello haya tenido que ser la justicia (una vez más) quien, a golpe de sentencias, impidiera a la administración autonómica realizar semejante despropósito. Solo se puede calificar de "subrealista" la actuación de la Junta de Castilla y León legislando en contra de la conservación de un espacio natural protegido. Acostumbrados como estamos en la citada comunidad a que sean los jueces los que impidan los reiterativos y continuados desmanes ambientales de esta administración autonómica, no fue de extrañar en su momento que finalmente numerosas ONGs solicitaran formalmente al gobierno estatal que retirara a la Junta las competencias en materia de medio ambiente. Enumerar los escándalos más conocidos sería comenzar por el propio proyecto de San Glorio, seguido de los casos judiciales de las Navas del Marqués y de la Ciudad del Medio Ambiente, pero también del masivo envenenamiento de los campos cerealistas con toneladas de rodenticidas, su dejación de funciones en el cierre de alguna conocida y poderosa mina a cielo abierto ordenado judicialmente, los trágicos parques eólicos ubicados en hábitats de urogallos, etc. En fin, que numerosos responsables de la gestión del medio ambiente en esta comunidad autónoma estén imputados en procesos judiciales precisamente por delitos ambientales no es un buen síntoma, ¿verdad?. Recordemos que incluso un ex-Consejero de Medio Ambiente fue denunciado por el SEPRONA por furtivismo, o que un Director General de Medio Natural autorizó en 2008 el uso de lazos ilegales en una zona osera (que se tenga constancia, pues probablemente haya sido una práctica autorizada en más ocasiones y en más lugares, puesto que ya lo fue también en Salamanca y Ávila en 2006).

Volviendo a la especie, podemos congratularnos del aumento paulatino del número de ejemplares de la población occidental, gracias principalmente a la adecuada gestión -aunque mejorable- que se ha hecho de la misma en el Principado de Asturias, y al interés y preocupación que se ha generado en la población local respecto de la misma, haciendo que se la sienta como algo propio que hay que conservar, e incluso como un activo que puede generar riqueza en las comarcas oseras. Esto está facilitando al oso pardo cantábrico la recuperación de antiguos territorios en valles y montañas de los que había desaparecido hacía muchas décadas. Este aumento en su área de distribución ha permitido así mismo el regreso de la especie a amplias áreas de la vecina comunidad castellano leonesa -que rápidamente se ha colgado las medallas que no le corresponden-, a pesar de esa pésima gestión a la que venimos aludiendo (por ejemplo, con batidas al jabalí autorizadas en manchas de monte en las que se tiene constancia de la presencia de osas con crías, por poner un ejemplo).

Los últimos datos que proceden de la población oriental de oso pardo cantábrico pudieran indicar también que nos hayamos en un punto de inflexión, ante un cambio de tendencia quizás histórico, con un aumento -aún realmente tímido, no podemos olvidarlo- del número de hembras reproductoras, pero aumento al fin y al cabo. Si ese cambio de tendencia se confirma en los próximos años podrá suponer para este núcleo oriental dejar atrás el fantasma de la extinción. Hasta que ese cambio de tendencia se pueda constatar, lo cierto es que este núcleo se encuentra en una situación de extrema gravedad, cercana al colapso desde hace ya demasiadas décadas, y que podríamos calificar sin temor a exagerar de "límite", con un número muy bajo de hembras reproductoras rodeadas de ejemplares machos dispuestos cada temporada a cometer infanticidios, aislada, con problemas de consanguinidad, con escasos e insuficientes intercambios genéticos con la población occidental, baja producción de nuevos ejemplares, numerosos casos aún de furtivismo, con una gran presión cinegética contraproducente para su tranquilidad y bajo la espada de Damócles que supone la nefasta gestión de la administración autonómica.




Quiero ser positivo, en cualquier caso. El mero hecho de observar a uno de estos animales, poderoso, caminar con increíble agilidad por los escarpes más temerarios de nuestra cordillera cantábrica, o buscar su sustento en las cercanías de las aldeas y las brañas sin ser detectado, me insufla ánimos de que lo van a conseguir. Solo tenemos que poner un poco de nuestra parte, los osos pardo cantábricos simplemente nos piden una cosa: sentido común. Si actuamos con sensibilidad y si las administraciones gestionan nuestros montes aplicando la simple lógica, el oso lo conseguirá, y podrá salir del oscuro agujero a donde la prepotencia del hombre lo abocamos hace mucho tiempo, poniéndolo al borde mismo de la extinción.


29 de abril de 2014

30.000

Cuando he encendido el ordenador esta tarde y he abierto el blog he podido comprobar que entre todos hemos pasado de las treinta mil visitas al mismo, cifra bonita y redonda que no hubiera podido sospechar alcanzar en tan poco tiempo cuando comencé con él. Gracias a vosotros, en estos primeros veintinueve meses de existencia la media de visitas mensuales ha superado las mil. Espero que no haya sido una simple cuestión de suerte, que algo hayan tenido que ver la calidad o el interés de las fotos y los textos. Os dejo esta imagen que ya tenía preparada para alguna buena ocasión, como agradecimiento por vuestro apoyo y motivación. A todos, gracias.


28 de abril de 2014

Campos amarillos

Quedo absorto observando los inmensos campos de colza cultivada, homogéneos, limpios, pulcros. Impolutos. Mimados por los agricultores a base de pesticidas, herbicidas, insecticidas, plaguicidas, y otros "icidas" que los dejan depurados de amapolas, margaritas y otras malas hierbas (desconozco aún quién es el que decide cuáles son las hierbas que se han portado mal y cuáles lo han hecho bien).

Me gustan los campos cerealistas así, despejados, expeditos, sin "cenizos" en los mares verdes y amarillos de los monocultivos que el mercado y la PAC ordenan. Sin arbustos en las cunetas, sin baldíos desaprovechados, sin eriales, sin abejas que liben de flor en flor, sin choperas serpenteantes en los arroyos, sin setos ni sotos, sin perchas para las rapaces y sin refugio para los animales.

Sin mariposas de colores. Inmaculados.

Son bonitos, estéticos, uniformes, armoniosos, vacíos de insectos y cada día más vacíos también de aves. Cada día un poquito más hueros de vida, un poquito más desiertos, un poquito más huecos.

Más llenos de ausencias.







26 de abril de 2014

Contraluces

Amanece junto a la marisma. Nosotros caminamos temprano, en silencio. Los insistentes reclamos de los milanos negros nos advierten de su presencia. Perdices y otros pajarillos no descansan de llamar a la primavera, efervescentes. Las brumas de la primera hora se convierten en vapores amarillos con el contraluz del sol. Las gotas del rocío nocturno centellean en las telas de araña. El camino se presenta solitario y tranquilo, lleno de paz y belleza. Todo parece perfecto. La vida parece merecer la pena.








25 de abril de 2014

El profundo rojo.

Han pasado las horas como si hubieran sido minutos. Del caos ordenado de los cantos rodados, paso por espacios intermedios, de transición, de lodo y limo blandos, y a través de estos, finalmente, alcanzo la orilla, la frontera entre nuestro mundo y el que existe en las aguas rojas. Me planto en el borde, y desde él intento intuir la vida que se esconde más allá del color escarlata, del denso rojo profundo de sus aguas.

Atrás quedaron guijarros redondos y oxidados, y fango cuarteado por las grietas. Delante tengo el hondo vacío de pozas oscuras e inertes, de caozos lúgubres e insondables.

Los ocres y dorados mutan al naranja, y este lo hace al rojo denso, como si de la sangre derramada en una batalla cruel, feroz y encarnizada se tratara. Quedo hipnotizado en la orilla cobriza y sanguinaria, magnetizado en pos de un detalle que atraiga mi curiosidad, de algo que reclame mi atención, escudriñando en busca de nuevos encuadres, persiguiendo otra composición. Y veo manchas de colores cálidos. Y líneas que separan tonos, pigmentos, gamas. Disparo la cámara y me guardo para mi retazos de estas aguas escarlatas, tanto tiempo pensadas y soñadas.