Vivir es un tránsito, un camino en donde todos somos nómadas. Que la travesía merezca la pena, depende de ti.

28 de abril de 2014

Campos amarillos

Quedo absorto observando los inmensos campos de colza cultivada, homogéneos, limpios, pulcros. Impolutos. Mimados por los agricultores a base de pesticidas, herbicidas, insecticidas, plaguicidas, y otros "icidas" que los dejan depurados de amapolas, margaritas y otras malas hierbas (desconozco aún quién es el que decide cuáles son las hierbas que se han portado mal y cuáles lo han hecho bien).

Me gustan los campos cerealistas así, despejados, expeditos, sin "cenizos" en los mares verdes y amarillos de los monocultivos que el mercado y la PAC ordenan. Sin arbustos en las cunetas, sin baldíos desaprovechados, sin eriales, sin abejas que liben de flor en flor, sin choperas serpenteantes en los arroyos, sin setos ni sotos, sin perchas para las rapaces y sin refugio para los animales.

Sin mariposas de colores. Inmaculados.

Son bonitos, estéticos, uniformes, armoniosos, vacíos de insectos y cada día más vacíos también de aves. Cada día un poquito más hueros de vida, un poquito más desiertos, un poquito más huecos.

Más llenos de ausencias.







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