Atrás quedaron guijarros redondos y oxidados, y fango cuarteado por las grietas. Delante tengo el hondo vacío de pozas oscuras e inertes, de caozos lúgubres e insondables.
Los ocres y dorados mutan al naranja, y este lo hace al rojo denso, como si de la sangre derramada en una batalla cruel, feroz y encarnizada se tratara. Quedo hipnotizado en la orilla cobriza y sanguinaria, magnetizado en pos de un detalle que atraiga mi curiosidad, de algo que reclame mi atención, escudriñando en busca de nuevos encuadres, persiguiendo otra composición. Y veo manchas de colores cálidos. Y líneas que separan tonos, pigmentos, gamas. Disparo la cámara y me guardo para mi retazos de estas aguas escarlatas, tanto tiempo pensadas y soñadas.
Un maravilloso trabajo, aderezado,como siempre, con un precioso texto
ResponderEliminarGracias amigo, tu mira de vez en cuando mis fotos, que yo me embeleso con las tuyas. Gracias por describir tan extraordinariamente la vida de Salamanca.
EliminarUn abrazo.