Cuando a última hora de la mañana conducía de regreso a casa, ahí estaban ellos en animada tertulia junto a la carretera, con un rifle apoyado en uno de los vehículos y con sus chalecos y gorras de un bonito camuflaje naranja fosforito, tan elegantes y varoniles, tan machotes. ¡Qué seguridad les debe aportar empuñar un arma, como prolongación fálica de su masculinidad!; ¡y cuántas señales metálicas habrán "disfrutado" de las secuelas de esa hombría y virilidad!, lo que nos viene a demostrar que en el fondo son gente siempre muy pacífica, que controlan sin problemas sus frustraciones y que nunca jamás representarán un peligro para los demás, porque si alguna vez hipotéticamente nos han mirado mal no es porque sean conscientes de que la sociedad desprecia su afición, sino porque nosotros hemos cometido el imperdonable pecado de coincidir con ellos en el espacio y el tiempo.
Esto que cuento no es anecdótico, sucede constantemente a lo largo y ancho de todo el territorio nacional durante todos los días habilitados para la práctica cinegética anual, y todos los que salimos al campo hemos sido condicionados por estas situaciones en alguna u otra ocasión -o más bien en muchas-, habiendo sufrido incluso situaciones realmente peligrosas o encuentros desagradables con furtivos o cazadores molestos por nuestra presencia. Nos ha pasado a todos. Y es que al final se puede cazar a lo largo de todo el año mediante unas modalidades cinegéticas u otras, lo que supone de facto que no exista una temporada en la que el campo esté totalmente libre de esta actividad y de los peligros que derivan de ella para nosotros.
El conflicto por el uso del espacio entre los cazadores y el resto de ciudadanos es solo una de las consecuencias indeseables que esta peligrosa actividad genera continuamente, conflicto del que siempre salimos perjudicados el resto de ciudadanos no cazadores, coartándonos la libertad de todos nosotros y haciéndonos asumir graves riesgos. Así, en 2023 murieron 14 personas, 4 de ellas no eran cazadores, y una de las fallecidas incluso se encontraba dentro de su casa cuando fue alcanzada por una bala. Si ellos están allí, tú tendrás que marcharte por la cuenta que te tiene. Pero es que, además, si con lo que te encuentras en el campo es con lo que la Junta de CyL denomina "caza colectiva" (batidas, monterías y ganchos -en caza mayor- y ojeos -en caza menor-) nuestro derecho a movernos libremente por la naturaleza se ve incluso restringido por Ley, anteponiendo el derecho de unos pocos a practicar la caza al derecho de la inmensa mayoría de la ciudadanía a moverse con libertad por el campo, bajo pena de una cuantiosa multa. Es indignante.
Satisface observar en la EAC cómo se ha pasado en 20 años de 1.036.340 licencias a solo algo más de la mitad en 2022, lo que nos hace pensar que aún hay esperanza. Vamos por buen camino, sí señor, y esto demuestra que la sociedad moderna no comparte la violencia gratuita contra la fauna -y menos aún por diversión- porque, a diferencia de otras actividades al aire libre que cada día son practicadas por un mayor número de incondicionales (deportes de aventura, excursionismo, trails de montaña, BTT, etc.), la actividad cinegética no deja de perder aficionados. Bieeen, bieeen, vamos bien.
Sería por lo tanto suficiente con limitar el espacio en el que ese poco más de 1,16 % pudiera practicar la caza deportiva, lo que sería incluso beneficioso para sus propios intereses, dado que el "espacio no cinegético" serviría de núcleo fuente de animales para ser luego ajusticiados en los "terrenos sí cinegéticos". Si siempre se están quejando de que no hay conejos ni perdices esta sería una buena solución para ellos también. ¿Qué porcentaje del territorio nacional se podría reservar para su actividad? Esta es una buena pregunta con múltiples posibilidades, pero cualquiera de ellas que se tuviera en cuenta sería ya un avance en sí mismo, sobre el que habría que continuar trabajando. Pero por pensar, y viendo el porcentaje que la practican, tienen de sobra con mucho menos de la mitad del territorio nacional, lo que podría coincidir con que principalmente se cazara en fincas privadas cerradas al tránsito público y poco territorio más. Desde luego todos los Espacios Naturales Protegidos y enclaves turísticos de cualquier índole deberían quedar libres de este tipo de caza, así como suprimir todos los terrenos cinegéticos de gestión pública (reservas de caza, cotos regionales, etc.) mantenidos también por ese 98,84 % de ciudadanos no cazadores. Esto eliminaría gran parte de los conflictos actuales y desaparecerían casi por completo los accidentes de caza en los que se vieran afectadas personas no cazadoras, dado que es allí donde converge con su actividad un mayor turismo.
Dejando ahora a un lado los juicios al respecto de la idoneidad de escoger en este preciso momento estas ubicaciones debido a la distancia que las separaría del resto de núcleos linceros, surgen algunas cuestiones. Al menos a mí se me vienen a la mente varios interrogantes, fruto sin duda de que soy mu'mal pensao', además de rencoroso, porque no se me olvida que la JCyL no movió un maldito dedo para evitar la extinción total del lince en el sur de la comunidad hace ahora unas tres décadas. ¿Por qué ahora precisamente?, ¿por qué tiene este repentino interés por el lince esta consejería, tan detestada por lo sucedido en Zamora hace dos años y por su frenopática gestión del lobo?, ¿qué rédito puede obtener con esta medida este consejero, al que se le sigue exigiendo su dimisión? Y como soy así de mu'mal pensao' "me se" viene a la mente otra derivada de las dudas anteriores: ¿no será que con esta iniciativa histórica este señor lo que pretende es sencillamente hacerse un profundo lifting ante la sociedad?, ¿no será mera propaganda verde, para acicalar la nefasta imagen que todos tenemos de ellos y que, todo hay que decirlo, se han ganado a pulso? Si es que en el fondo les importa un verdadero pito la naturaleza. El lince, el lobo, el oso o el urogallo son solo palabras para ellos, y por los que nunca han hecho nada. Tengo la seguridad de que traer al lince a CyL en estos momentos es solo una maniobra política. Quieren pintarse de verdes y de ecologistas, cuando no lo son. Puro maquillaje.
Pero vamos a ver, almas de cántaro, ¿de verdad os creéis seres superiores que sabéis más del campo y de su vida silvestre que el resto de biólogos y naturalistas del planeta? Dejad de miraros el ombligo y no seáis tan soberbios, hombre. Si los zoólogos aplican métodos científicos para conocer la situación poblacional de las especies, ¿con qué argumentos vais vosotros a negar los datos empíricos?, ¿con vuestros simples pateos por el monte con la escopeta entre las manos?, ¿con vuestro simple "no me lo creo"?, si solo contáis lo que matáis, lo que muy científico no resulta. Para vosotros solo hay mucho de lo que no queréis (zorro, meloncillo, lobo, garduña, tejones, ...) y poco de lo que sí (perdices, liebres, conejos, ...).
Estaría muy bien poder calcular el coste económico que suponen para la sociedad los proyectos de recuperación de muchas especies animales que han sido previamente masacradas por la actividad cinegética. Evitar la extinción del lince ibérico, por ejemplo, nos está costando decenas de millones de euros e infinidad de esfuerzo humano. Sumar ahora los recursos empleados para recuperar al oso, al urogallo, al quebrantahuesos, ... Es un enorme desembolso de dinero público que nos vemos obligados a hacer como sociedad para recuperar lo que las escopetas mataron y matan.