Vivir es un tránsito, un camino en donde todos somos nómadas. Que la travesía merezca la pena, depende de ti.

20 de diciembre de 2024

Feliz 2025

Que soy pesimista ya lo sabéis todos los que me seguís por aquí. Pesimista con el ser humano, por supuesto, porque somos una especie que ya no tiene remedio. Nos lo hemos demostrado infinitas veces, y nos hemos ganado a pulso el mayor de los desprecios que nos debemos a nosotros mismos.

En estas fechas en las que todos nos deseamos felicidad y un buen año venidero, yo haré una excepción inusual -como lo son todas intrínsecamente- y veré la mitad inferior del vaso medio lleno, porque, sabiendo que unos pocos son capaces de lo peor, también soy consciente de que algunos (muchos, seguro) son capaces de lo mejor. Por eso me volveré temporalmente optimista y me engañaré a mí mismo queriendo creer que aún hay una oportunidad para cambiar y, si no para amar a todos los demás, sí al menos para no odiar y perseguir a los diferentes; y me engañaré a mí mismo queriendo creer también que aún existe un resquicio para la esperanza, dejando atrás el egoísmo y el rencor humanos. Con eso ya habríamos cambiado mucho este asquito de mundo que hemos construido. Solidaridad, comprensión, generosidad, compasión, coherencia con el planeta, empatía, ... tolerancia, ... hay tantas palabras bonitas en nuestras lenguas que por qué quedarnos con aquellas oscuras y tristes.

Que se cumplan en 2025 solo nuestros buenos deseos. Que el próximo año que se acerca a marchas forzadas nos traiga una Gaza libre y en paz y el fin de todas las Ucranias que hay por el planeta, la mayoría de ellas olvidadas (Yemen, Somalia, Sudán, Myanmar, Siria, Nigeria, Haití, ... polvorines de sufrimiento y dolor). Y por pedir, estaría muy bien que el nuevo año nos alegrara la vida con los genocidas sentados en el banquillo; ese será mi ingenuo deseo. Y lo pediré así cuando vea una estrella fugaz atravesar el cielo de una noche estrellada. Y cuando pasen más iré pidiendo felicidad para todos, serenidad para vivir en armonía y todo el amor de los nuestros. Que la maldad de unos pocos poderosos no enturbie el año en está por llegar.



18 de diciembre de 2024

Escupir mierda

Como verbo transitivo, "escupir" significa arrojar de la boca algo como escupiendo, eso es al menos la definición que encontramos en el Diccionario de la Lengua Española de la RAE. Pues bien podríamos decir, entonces, que los medios de comunicación en España siguen escupiendo la misma mierda asquerosa que llevamos oyendo sobre el lobo desde que tenemos uso de razón, profetizando una hecatombe en el medio rural que nunca acaba por llegar (¡Oh, casualidad!). Escupir mierda es algo cotidiano en esta prensa basura, esto es así, no es una opinión personal, sino un hecho demostrable si echamos un vistazo a la hemeroteca. De hecho en este blog ya hemos hablado otras veces de la responsabilidad tan grande que tiene la mass-media en agrandar el conflicto que tiene el hombre actual con el lobo.

Para entender ese ataque continuo al depredador, esas hipérboles fantasiosas que hablan de la extinción de la ganadería, día sí y día también, y ese cansino y falaz mantra de que es necesario controlar su población, es suficiente comprender que muchos de esos medios de comunicación son de ideología conservadora, y que tampoco son pocos los que tienen una importante dependencia de la financiación institucional, y ya sabéis el dicho aquel de que no se muerde la mano que te da de comer, o aquel otro que dice que el que a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija. Si sumas interés económico y afinidad ideológica el resultado es un cóctel tendencioso y manipulador que refleja una realidad paralela que nada tiene que ver con la científica y ecológica del cánido, pero que acaba provocando un serio problema social donde no debería haberlo. El lobo se convirtió así en un poderoso ariete político hace ya demasiados años con la ayuda imprescindible de muchos medios de comunicación afines e interesados. Es un animal real, de carne y hueso, cierto, pero también es un arma arrojadiza para lanzar contra el ideario contrario, con ella se manipula y se consiguen réditos electorales, y no debemos olvidarnos de esa realidad para entender el fondo del problema. Y es que la derecha parece tener serias dificultades para postularse por la preservación del planeta, y obtiene más beneficios electorales enfrentándose directamente a la conservación de la biodiversidad.

Así, la prensa basura que impera en este país, tanto de ámbito nacional, como regional o local, no entrevista a ambientalistas o biólogos convencidos de la necesidad de conservar una especie clave en el ecosistema, como es el lobo ibérico. No, señores, no seamos ingenuos. Casi exclusivamente aparecerán opiniones que solo irán en una dirección: el lobo se va a comer a Caperucita, a la abuela y al cazador, con escopeta y todo. El lobo extinguirá el modo de vida de la gente del campo y, si me apuras, ya solo le falta comerse las cosechas para fastidiar; pero tranquilos, que todo se andará.

Ironías aparte, ¿por qué vuelvo a criticar de nuevo la prensa basura si ya estamos acostumbrados a leer toda su bazofia?, bueno, pues es que la indignación es libre y cuando, además de toda la mugre que se lee y se oye contra el lobo, resulta que estos medios intentan camuflarlo como opiniones fundadas en el conocimiento profundo de la especie, entonces uno no se puede callar; y es que soy débil, lo reconozco. El caso es que hace unos días en el periódico on-line Salamancartvaldía.es se publicaba una pseudo-entrevista -en la que no aparecía ninguna pregunta pero sí una serie de opiniones cargadas de prejuicios y odio contra la conservación del lobo- de un supuesto "experto" conocedor de la especie; tan experto, tan experto que, preguntado por él en el ámbito lobero, nadie conocía. 


Mal empezamos, cuando en la entrevista presentan a un tal Isidro Borrego como "... uno de los mayores expertos sobre los lobos a nivel nacional, ..." y resulta ser un completo desconocido por los loberos de verdad, sí, los de verdad, aquellos que luchan por su conservación y están empapados de todos los estudios internacionales que se publican en el ámbito científico y divulgativo. Pues sí, eso era lo que rezaba bajo la foto de un señor al que no conocía nadie con anterioridad, posando tras la piel de lo que un día fue un precioso lobo extendida sobre la mesa de una sala luminosa, donde diversos carteles científicos adornan las paredes, dando al sujeto y a sus opiniones personales un aire de pseudo-ciencia, en lo que solo puede ser entendido como un claro ejemplo de adulteración periodística, tan, tan, tan obvio que no puede ser considerado ni "de primero de carrera de Manipulación". El título de la entrevista ya nos confirma por dónde van los tiros de la opinión del sujeto y de la línea editorial del tabloide (y nunca mejor dicho lo de "los tiros"):

El problema del lobo, desde dentro: "Lo que hay que hacer es detraer lobos del medio, punto y pelota. No hay otra solución"


Mira por dónde que el otro día me quejaba de que siempre usaban el eufemismo de "extracción" para hablar de muerte y aniquilación de lobos y este ser ha añadido otro nuevo, "detraer", para referirse a matarlos. Sí que es bueno este "experto", sí.

Pero vayamos al meollo, ¿quién es este señor experto en lobos al que no conoce ningún lobero? Enseguida nos podemos imaginar de qué pie cojea si leemos lo que dice en la pseudo-entrevista. En su primera frase ya leemos: "..., pero parece que esto en España no afecta porque al Gobierno Central y al Ministerio para la Transición Ecológica y Reto Demográfico no les da la gana rectificar una postura absolutamente sectaria y unilateral", y en su tercera locución añade que "Si estos sectarios de la izquierda radical que nos dirigen dicen que no se caza el lobo, no se va a cazar el lobo". Vale, estas dos frases ya son suficientes para saber bastante respecto de quién es este sujeto y por qué argumenta que hay que matar lobos y "punto y pelota", pero buceando un poquito más en la red de redes, enseguida nos mostrará él mismo una imagen de perfil en el Valle de Cuelgamuros o que sigue en alguna red social a numerosos toreros y personajes del mundo taurino, lo que nos hace dudar mucho de su objetividad para tratar cuestiones ambientales que tengan que ver con el lobo. Vamos, que el sufrimiento animal creo que a él no le afecta demasiado.


¿Y cómo le va a afectar si resulta que es cazador? Isidro Borrego tiene publicados cuatro libros sobre caza: en la reseña del libro titulado "Rebecos, cantiles y recuerdos" (2013) podemos leer que "... y valoración del trofeo, y en los siguientes capítulos nos habla de sus lances, ...", en el que lleva el título de "A solas con el lobo, cuarenta años de historias loberas" (2021) podemos leer en las reseñas que "Es el único libro en España que trata sobre la caza del lobo en nuestro país en los últimos 40 años", en "A vueltas con los lobos, Continuación de cuarenta años de historias loberas" (2022) reseñan "... sobre la caza del lobo en España, se recogen anécdotas e historias que nos acompañan desde la antigüedad", y finalmente en "Prisioneros del vértigo" (2023) indican que "Aquí, la caza se aborda como un acto profundamente íntimo, reflejando la pasión de un cazador solitario que encuentra su verdadera conexión con la caza en los vastos espacios naturales".

Creo que queda bien retratado este señor, al que le han puesto una etiqueta de experto que ni en broma se merece, y que, como cazador de lobos que era, no es objetivo para hablar de la especie. Se vuelve, pues, completamente innecesario valorar el resto de cosas que un sujeto así pueda decir, por lo que no voy a perder el tiempo en ello. Y para información de los lectores del periódico habría estado muy bien que SalamancaRTValdia.es lo hubiera presentado como lo que es, un cazador consumado, que tiene en matar animales su gran pasión. Ahora ya podemos entender que de lo que realmente sabe, en lo que realmente es experto este señor, es en MATAR LOBOS, que no es lo mismo que saber de ellos, ¿verdad que no? Habría estado genial de la muerte que en el periódico hubieran utilizado una imagen de este matador con alguno de los numerosos lobos a los que ha acribillado en el transcurso de sus muchos años de matanzas y con los que posa tan orgulloso en redes sociales junto a su escopeta. Y hubiera estado genial porque así no hubiéramos tenido que calificar al medio de manipulador, al mostrar al "expertísimo" en la faceta en la que realmente es bueno, que es en la de matar animales por diversión. Así, al lector se le hubiera tratado con el respeto, seriedad y profesionalidad que se merece, dándole la oportunidad de valorar por sí mismo lo que este señor haya podido opinar (que no informar). 


Sin embargo, de esta forma lo que hemos hecho ha sido aprender dos cosas nuevas: la primera, que este sujeto, al que califican malintencionadamente de experto, lo que realmente está es cabreado porque esos radicales sectarios de izquierdas no le permiten seguir tiroteando lobos, que es lo que a él realmente le gusta; y segundo, que este periódico no es un medio de fiar y no va con la verdad por delante, tergiversándola para seguir vertiendo sobre el lobo y su conservación más basura tendenciosa.

14 de diciembre de 2024

Pasito a pasito ...

... este blog va entrando en la adolescencia. Tal día como hoy, el 14 de diciembre de 2011 publicaba la primera entrada de Cuaderno de un Nómada. Han pasado 13 años ya. A veces me parecen demasiados, tengo que reconocerlo, sobre todo cuando comparas aquella vida virtual de comienzos de década con la que se vive actualmente, donde se ha impuesto la tiranía de la inmediatez, la superficialidad, el postureo y la comunicación vacía y hueca de muchas redes sociales, cuando no de bulos y mentiras. Reflexionar parece que no está muy de moda. Leer textos largos ... como que tampoco. Cada vez somos menos los blogs que se obstinan en sobrevivir en una blogosfera cada vez más reducida; hoy solo interesan los videoblogs, los youtubers, influencers, instagramers y tuiteros (me niego a cambiarle el nombre). Cuando TikTok está generando serios problemas de salud mental entre los jóvenes, los viejos blogueros estamos desahuciados. Sí, lo sé, estoy desfasado, ¡y qué!, asumo la culpa. Pero no menos anticuado de lo que estáis también todos los que seguís de vez en cuando entrando en alguno de estos escasos espacios en desuso, y en los que perdéis el tiempo en leer parrafadas de más de seis o siete líneas. Asumir también vosotros vuestra propia obsolescencia.

Pero bueno, como todos los años anteriores, hoy 14 de diciembre recapitulo y veo por qué derroteros ha navegado este nómada en los últimos doce meses. Y el resumen no puede ser más desalentador, conformando el extracto de mi indignación y pesadumbre, porque a lo largo de estos trecientos sesenta y cinco días pasados la mierda de la caza y las miserias de los políticos que destruyen nuestro medio ambiente han sido un foco importante en muchos de los post. En la mayoría, para ser exactos.

Aunque empecé muy bien con un enero en el que solo paisajes y maravillas naturales llenaron sus entradas, ya en febrero desenmascaré las masacres de carnívoros que se vienen promoviendo desde los gobiernos de los países nórdicos, a la par que se venden como verdes y amantes de la naturaleza. Después alerté de los oscuros intereses que hay detrás del radiomarcaje de lobos (Canis lupus signatus) en Castilla y León. Seguí más tarde haciendo un alegato contra la barbaridad que representa matar muchos más de 20 millones de animales salvajes al año solo en nuestro país, para ... ... ... sí, sí, para lo que todos pensáis, ... para ¡¡¡divertirse!!!, señores, para divertirse, se dice pronto. ¡Qué absoluta falta de humanidad y sensibilidad! Y para rematar el mes de enero me hacía eco de una sentencia judicial condenatoria contra un cazador que había matado a un oso (Ursus arctos arctos) en una cacería, sentencia que, a la par, responsabilizaba indirectamente a la Junta de Castilla y León por autorizar la citada actividad cinegética a sabiendas de la presencia del plantígrado en la zona. 

En marzo me hacía eco de otra resolución judicial más, esta vez del Tribunal Superior de Justicia de Cantabria que declaraba nula la extracción de lobos autorizada por el gobierno cántabro en 2022. Qué raro, ¿no?, ¿cómo ha podido suceder? Y qué manipulador resulta que se usen eufemismos como "extracción" cuando de lo que realmente se está hablando es de "muerte", "matanzas", "matar", "eliminar", "perseguir", "exterminar"...

Tras un agradable paréntesis en abril con una sola entrada en la que un ratonero (Buteo buteo) y una vieja encina muerta eran los protagonistas, en mayo la agricultura biodiversicida me cabreó de nuevo por culpa de la autorización que la Junta de Castilla y León (otra vez los mismos "bulldozers ambientales" de siempre) firmó para transformar una gran superficie de secano y pradera en regadío, destruyendo el que probablemente era el mejor lek de avutardas (Otis tarda) de la provincia.

Junio tampoco fue un buen mes; divertido no, desde luego. Primero fue la perdiz (Alectoris rufa) la que me sirvió de descargo para seguir hablando de las bondades de mi amiga la caza. Y después lo fue el zorro (Vulpes vulpes) y el odio analfabeto que se le dispensa en el medio rural, donde las masacres que sigue sufriendo a manos de un sector cinegético terriblemente inculto e ignorante son idénticas a las que se llevaban a cabo en la época de las Juntas de Extinción de Animales Dañinos y Protección de la Caza de la época franquista. Exactamente idénticas. Y si ya estaba siendo malo junio, ese mes tuvimos que hacernos eco de la muerte de un personaje único en la esfera conservacionista de nuestro país, había fallecido Luis Mariano Barrientos, una figura absolutamente irremplazable en la defensa del lobo ibérico.

Julio comenzó bien con un par de entradas sobre la cigüeña blanca (Ciconia ciconia) y la gaviota patiamarilla (Larus michahellis), pero acabó con otra sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea que daba otro varapalo judicial más a la deplorable Junta de Castilla y León, que ya debe estar inmunizada contra los tirones de orejas judiciales que recibe constantemente.

Si en agosto el único post lo dediqué en exclusiva a las incongruencias del sector ganaduro respecto de su convivencia con el lobo, en septiembre hice lo propio respecto de la gigantesca responsabilidad que tienen los medios de comunicación en la exageración de un conflicto que no debería ser tal entre el hombre y el gran cánido.

Para variar un poco, en octubre empecé divagando de nuevo sobre el esperpéntico mundo desfasado, obsoleto y rancio que rodea al mundo de la caza, y continué exigiéndole a nuestro lamentable Consejero de Medio Ambiente, Vivienda y Ordenación del Territorio -ese ser llamado Juan Carlos Suárez-Quiñones- que dimitiera, tras oooootra nueva decisión judicial contraria a su gestión, esta vez del Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León, que declaraba ilegal los cupos de extracción (de nuevo este mismo y maldito eufemismo) de lobos que aprobó la patética Junta (y es que se me acaban los adjetivos con esta gente) para los años 2019-2022.

En noviembre encontramos tres entradas. Las tres en la misma línea. En la primera de ellas nos acordamos de nuevo del citado consejero, Juan Carlos Suarez-Quiñones, por las bobadas que dijo en la rueda de prensa que dio a raíz de la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León citada más arriba. En la segunda entrada analizaba por enésima vez la incultura y la ignorancia ambiental del sector cinegético y el poder mediático que llegan a tener -como buen lobby que son- y que en esta ocasión fueron decisivos para que se desestimara la provincia de Zamora como futuro lugar para la reintrodución del lince (Lynx pardinus) en nuestra comunidad. Y para rematar el mes, una tercera entrada ya completamente alucinante, más propia del guion surrealista de una película de Buñuel que de personas con cerebro; en ella me hago eco de la estupidez que demuestra la Junta de Castilla y León (siempre la misma administración) por boca de Carlos Javier Fernandez Carriedo, a la sazón portavox de la Junta, cuando afirma en sus declaraciones que matar animales hace aumentar sus poblaciones, en referencia a que matar cientos y miles de lobos es bueno para la especie. En fin, corramos un estúpido velo, porque estos seres a los que les pagamos un sueldo que no se merecen nos toman a los ciudadanos por gilipollas. Perdón por la indignación.

Y ya para terminar este repaso rápido, en diciembre he intentado desintoxicarme -sin mucho éxito, todo hay que decirlo- de tanto político y tanta matanza innecesaria centrándome como todos los años en hacer fotos de cabras monteses (Capra pyrenaica victoriae) durante su celo, desahogándome con dos primeras entradas donde ellas y su incuestionable belleza son las protagonistas absolutas, además de su interesante comportamiento. Sin embargo, a la tercera me han vencido y no he podido resistirme, y mis instintos más bajos me han obligado, en contra mi voluntad, a desenmascarar lo que generalmente hay detrás de la caza de machos monteses en nuestras sierras y la vileza del ser humano que los ajusticia. El título de esa tercera entrada lo dice todo: "Ejecutar no es cazar"

Este es el resumen, gente. Veintisiete entradas en las que pesan mucho -demasiado, por desgracia- los disparates ambientales de nuestros políticos y nuestras patéticas administraciones, así como las consecuencias e impactos que la actividad cinegética provoca. Afecciones negativas, en definitiva, que dañan nuestro patrimonio natural, un insulto a nuestra inteligencia y una enorme insensatez por parte de los responsables últimos: políticos y cazadores. En definitiva, un año lacerante y desolador.

Como todos los 14 de diciembre y para compensar todo lo que hemos tenido que soportar en estos doce de meses, os dejaré una docena de fotografías donde solo aparezcan lugares maravillosos y criaturas hermosas.

Feliz cumpleaños, chicos, may the force be with us, que la vamos a necesitar.
















12 de diciembre de 2024

Ejecutar no es cazar

La verdad es que no tenía pensado opinar más sobre la caza por estos lares (de momento), pero es que me resulta tan difícil no indignarme ante el hecho injusto de que se gestiona nuestra naturaleza y nuestros ecosistemas en función de los intereses del sector cinegético y en detrimento de una verdadera protección de la fauna, que no puedo por menos de dejar al menos constancia aquí de mi cabreo. No hace demasiado tiempo hablaba de esta actividad con un buen amigo y estábamos de acuerdo en que la caza que se practica hoy en día nada tiene que ver con la que practicaban nuestros padres o abuelos. En la época de la postguerra en muchas casas se comía algo más de carne gracias a que entraban en ella de vez en cuando perdices, conejos o liebres. Hoy, sin embargo, se "consume" caza y se miente alrededor de ella.

Sí, hoy algunos -cada vez menos afortunadamente- consumen la muerte innecesaria de fauna salvaje como se consumen los mal llamados deportes de aventura, el culto al cuerpo, la fotografía o los viajes, por poner cuatro ejemplos. Todo se practica "porque hay que hacer algo", porque la sociedad actual lo demanda, como reclama que, además, tengamos que exhibirlo públicamente. Sin embargo, no siempre hay detrás verdadera pasión, interior, sincera, íntima y vital. Porque sí, detrás de esta práctica tan poco sensible habrá quien también sienta todo eso, aunque la mayoría de la sociedad no seamos capaces de alcanzar a entenderlo nunca, al fin y al cabo gente buena pero insensible con el sufrimiento de los animales también la hay, porque el ser humano es lo más alejado que existe de ser un ser perfecto. Porque decirme ¿todo el mundo que viaja es viajero?, seguro que la mayoría estaréis de acuerdo conmigo en que no. ¿Todo el mundo que sube al Everest es alpinista? obviamente ya sabemos todos que tampoco. ¿Y todo el mundo que caza es cazador?, y en esto también sabemos que hoy en día ... ni en broma, muchos son sencillamente verdugos. Y lo son por simple diversión. Sin necesidad alguna, ni interior ni exterior.

Y aquí llegamos al meollo de la cuestión. Cazar cabra montés (Capra pyrenaica) no es cazar, es ejecutar, y a las pruebas me remito: si la gente a veces les hacemos fotos con el móvil ¿quién se atreve a negar que pegarle un tiro a un macho montés no sea una ejecución en toda regla?, ¿tiene eso algo de caza? Obviamente no, eso no lo aprobaría un verdadero cazador, eso solo lo haría un carnicero.


Si alguien siente algo interior y vital que le arrastra a hacer algo así porque siente pasión por ello, entonces es que tiene algún gen atrofiado. Los cazadores sin duda alegarán que solo son así de confiadas las cabras que coinciden con un turismo masivo de excursionistas y montañeros, en lugares muy concretos. Y tienen en parte algo de razón, pero solo en parte, porque también tenemos razón los que afirmamos que, aún así, se trata de una especie tranquila y pachorrona que no pone tierra de por medio en cuanto ve asomar una persona a cientos de metros de distancia, como sí hacen los ciervos, jabalíes o corzos. La cabra no es así, y lo saben. Con el alcance y precisión de los rifles de que se dispone hoy en día disparar a esta especie es, en la inmensa mayoría de los casos, una ejecución. Y quien piense lo contrario se miente a sí mismo. Y quien diga lo contrario nos miente a los demás. Así, los cazadores ya extinguieron a dos de las cuatro subespecies de cabra montés de la península Ibérica, mientras que de esta otra en concreto de la que vemos estas fotos, la Capra pyrenaica victoriae que habita el Sistema Central, llegaron a sobrevivirles tan solo 12 ejemplares, lo que nunca hubiera sucedido si fuera una especie medianamente esquiva y huidiza ante la presencia humana.


Y señores, no nos dejemos tampoco engañar en esto, también se cazan los machos que se dejan hacer fotos con el móvil en esos lugares concretos en los que son así de confiados debido a que coinciden con ese turismo masivo de excursionistas y montañeros. No solo el cazador y el coto, o la reserva de turno, escogen al animal que van a sentenciar de entre los que habitan en lugares indómitos y escondidos, alejados del coche, a horas de pateo en lo más recóndito de la montaña, sino que también son sentenciados aquellos animales mansos, mansos, mansísimos que viven en estos lugares tan masificados, donde se diferencian muy poco del ganado doméstico. Los mismos animales dóciles que nosotros fotografiamos a unos metros, y que son reservados para aquellossss ..., llamémosles cazadores, que no tienen una forma física que les permita andar realmente por la montaña. 


Así es. Eres un ... llamémosle cazador, joven y con buena forma física ... pues te llevan a ejecutar con tu rifle de última generación a un macho montés que vive en una ladera alejada (un poco solo, eh) de donde quedará aparcado el vehículo 4x4 (que ellos sí pueden meterlo por todas partes porque están autorizados), en algún lugar que seguramente no tiene mucho trasiego montañero, y al que le podrá tirotear a una distancia razonable de unos pocos cientos de metros (o ni eso) mientras los mira sin huir.

Que eres un ... llamémosle también cazador, no tan joven o con un fondo físico pésimo para pinrelar por la montaña ... pues te llevan a ejecutar a uno de estos otros machos monteses que tienen la fortuna o la desgracia de moverse por una de esas otras zonas, masificadas por excursionistas.

Luego, eso sí, venderán al público y a la sociedad la pureza de la actividad, el romanticismo de la lucha de igual a igual con el animal, la necesidad de equilibrar mediante la caza las poblaciones de los herbívoros como si fueran héroes, nos hablarán del conocimiento del medio, de la dificultad de moverse por el terreno hostil de la montaña, de sus riesgos, ... lo adornarán todo poéticamente con una supuesta "pasión por la naturaleza". Nada, no hay nada de ello, todo es pura literatura, propaganda barata. Solo algunos ingenuos se lo creerán, cuando la realidad es mucho más fría, aséptica y soez: mercantilismo puro, yo te pago para que me pongas delante de un ejemplar al que le pueda pegar un tiro para colgar en el salón de mi casa su cabeza cortada. Se trata de una simple transacción económica donde en este caso la administración que mantenemos todos los ciudadanos, a través de la Reserva Regional, ofrece un servicio a un particular.

Y el producto es la vida de un ser que casi se deja tocar.


Estas cuestiones siempre me asaltan cuando, cada temporada de celo de la cabra montés, me acerco a la sierra a hacerles algún reportaje fotográfico. Nos arrimamos a algún rebaño y permanecemos con él durante horas, a veces durante toda la jornada, mientras observamos y retratamos su comportamiento. 


Y cómo no cuestionar que, si de verdad hay que matar a algunos de estos animales (lo que no pongo en duda bajo ciertas circunstancias) en un Espacio Natural Protegido para equilibrar el ecosistema allí donde no haya presencia de lobos -que los deberían controlar de manera natural, gratuita y de modo mucho más eficiente-, por qué tienen que hacerlo unos particulares por diversión y no la administración por oficio. No nos podemos olvidar del despropósito de que a los lobos también se les persigue brutalmente a escondidas porque les comen "sus" cabras monteses, como se comen "sus" ciervos y corzos; porque a todos ellos los consideran suyos, no del medio, ni de sí mismos a pesar de ser salvajes y silvestres, y ni siquiera de todos los españoles, son solo suyos. Y, claro, que un depredador salvaje se alimente de fauna salvaje es algo que no pueden tolerar. El epílogo podía ser el siguiente: "matamos a los herbívoros para que no se desequilibre el ecosistema, a la vez que matamos a los lobos porque se comen a los herbívoros que nosotros queremos matar para que no se desequilibre el ecosistema".

La inteligencia al poder, ¿no? ¿O es la desfachatez?


El caso es que tendremos que tragar con que se ejecuten dóciles cabras monteses en un Espacio Natural Protegido, declarado como tal para conservar y proteger -valga la redundancia- a esa misma fauna, entre otras cosas. Nadie puede molestar a la fauna en un ENP, obviamente, pero los cazadores sí las pueden fusilar después de soltar una pasta gansa. 

Y decía anteriormente que se miente mucho alrededor de esta actividad tan impermeable al dolor y sufrimiento de los animales, porque desde el sector cinegético y desde instituciones públicas y privadas, e incluso desde los medios de comunicación generalistas, se hace un relato de la actividad cinegética romántico e idealizado que está muy alejado de la realidad. Se ensalzan bondades que generalmente no existen, se alegan excusas de carácter medioambiental para que la sociedad deje de rechazar esta actividad, denostada hoy en día, y se ocultan los impactos que genera. El viejo romanticismo que rodeaba antaño esta actividad ha desaparecido en los tiempos mercantilistas que nos ha tocado vivir. Hoy en día no es más que negocio y postureo, además de ideologizado, pues se usa como arma política en el ámbito rural y conservador del país, exactamente igual (y por los mismos) a como se ampara, se protege y se justifica la tortura nacional a la que se someten a los toros de lidia en el ruedo. Luego, los verdugos de cabras monteses fliparán ante sus seguidores en las redes sociales, o ante sus conocidos en los despachos donde cerrarán negocios; hablarán de la dificultad del lance, del conocimiento del medio, del riesgo que asumieron, de la dureza de la alta montaña, de la dificultad del tiro, de la belleza del trofeo ejecutado, de la lucha de igual a igual con el animal, ... 

Y hablarán de su pasión por la naturaleza. 

Palabrería, son solo charlatanes. Y es que cuando hablamos de la crueldad de la caza también hablamos de todas estas cuestiones, porque matar a estos machos monteses solo puede ser calificado de una forma: sadismo.

9 de diciembre de 2024

El protagonista

Fue sin duda el protagonista de la jornada.

Todos conocemos los testarazos tan bestias que se arrean los machos de las distintas especies del género Capra. En el recuerdo de muchos de nosotros estarán siempre grabadas aquellas secuencias de la serie documental de El Hombre y La Tierra en la que dos ejemplares de la subespecie Capra pyrenaica hispanica de las sierras de Cazorla se golpeaban con una violencia extrema y, agotados por el esfuerzo del combate, respiraban agitadamente para tomar algo de resuello antes de continuar. A mí no se me olvidarán por mucho tiempo que pase sin ver aquel capítulo de la serie.

Con aquellos recuerdos en la cabeza y con las observaciones que vamos realizando sobre el terreno, nos parecerá mentira que sus cabezas y sus cerebros no se destrocen con semejantes topetazos. Nos sorprenderá que puedan sobrevivir a estas embestidas. Pero lo hacen, sobreviven a estos combates que forman parte de su ritual anual. Y lo hacen porque las adaptaciones que han desarrollado en sus cráneos amortiguarán los impactos sin que estos les provoque lesiones letales. Y nunca verás un cuerno roto.

Bueno, mejor dicho, casi nunca, porque muy raramente puede llegar a suceder que veamos a algún ejemplar de esta guisa.


Este individuo fue el centro de nuestra atención durante toda aquella jornada. Lo que no parecía que pudiera llegar a suceder a él le sucedió: en alguna desafortunada arremetida una de las fundas de sus cuernos tronchó y se partió por su parte central. Quién sabe si algún problema de salud, alguna deficiencia en algún nutriente importante, mineral, vitamina, o quizás alguna infección del interior lo ha debilitado, haciendo que en uno de esos choques el cuerno se le partiera.



Cuando hacemos fotos de la subespecie Capra pyrenaica victoriae en Gredos el proceso es siempre el mismo: se comienza por buscar un grupo en el que haya numerosas hembras y varios machos grandes -lo que en ocasiones no es tan sencillo, pues parecen haberse volatilizado del lugar-; después te aproximas al rebaño, siempre dejándote ver desde lejos para que no se asusten; y finalmente permaneces con él durante el tiempo que creas suficiente, acompañándolo y buscando las fotos soñadas, a menos que ellas -las hembras- decidan largarse, en cuyo caso no podrás seguirlas. Si las cabras hembra se van lejos los machos las seguirán como corderitos y tú, por muy hábil que seas caminando por terreno malo, te acabarás dando por vencido. Por eso, este macho con el cuerno roto acabó siendo el protagonista de la jornada, dado que el rebaño se quedó sedimentado por una zona muy buena y nosotros permanecimos bastantes horas acompañándolo, lo que permitió que en numerosas ocasiones se nos presentara la oportunidad de retratarlo.



Volviendo al animal en cuestión, podríamos pensar que este macho ha tenido mala suerte, que la vida le ha tratado mal, que le ha jugado una mala pasada y que, en adelante, llevará una dura vida de paria, un desheredado sin poder competir con el resto de machos por el derecho a cubrir a las hembras. Nada más lejos de la realidad. Porque probablemente este individuo se haya salvado de ser ejecutado por un cazador que habrá pagado miles de euros (algunos machos -categoría A1- tienen un precio de salida de 4.500 € a lo que hay que sumar la cuota complementaria en función de la puntuación final del trofeo, pudiendo llegar hasta los 49.973 € si se ajusticia un macho con puntuación de 300, aunque suelen rondar cantidades entre los 3.000 € y los 16.000 €) para disfrutar acabando con su vida, precisamente porque su tara lo hace un ejemplar no "aprovechable" cinegéticamente. Es la mercantilización de la fauna salvaje.

Además, la falta de parte de uno de los cuernos no le impide en absoluto luchar por el favor de las hembras contra otro macho, como pudimos constatar al poco de "acoplarnos" al rebaño. Efectivamente, no llevábamos mucho rato cerca del grupo de hembras y machos que pastaban en la pradera cuando este ejemplar se enzarzó en una batalla con otro ligeramente más joven haciendo que nuestras cámaras entraran en calor. Aún en la pradera donde habían estado pastando comenzaron los primeros topetazos.



Pero inmediatamente se encaramaron a grandes rocas, donde prosiguieron dirimiendo su posición jerárquica. El individuo con el cuerno roto presentaba una capa más canosa que lo diferenciaba claramente del contrincante con el pelaje más marrón.




En un momento dado nuestro protagonista fue lanzado de la gran roca donde se peleaban cayendo a plomo tres metros más abajo, sobre la pradera. Tras encaramarse de nuevo a la roca le devolvió la jugada y al cabo de unos minutos fue el ejemplar más marrón el que fue empujado de un topetazo en el costado y lanzado al vacío.


Los machos cuando se están peleando van moviéndose por el espacio que les rodea. He visto peleas que han durado casi una hora en las que los contendientes han subido por completo la ladera perdiéndose de vista al volcar sobre la cima de la misma hacia la vertiente opuesta. En esta ocasión los dos adversarios descendieron de nuevo a la pradera para, a continuación, volver a subir por los roquedos de alrededor, buscando piedras elevadas para dejarse caer con más fuerza sobre el contrario. Así siguieron unos minutos más, empujándose, dándose empellones laterales y testarazos. 






Desde luego nuestro protagonista con cuerno y medio no tenía ni el más mínimo problema para defenderse y atacar. Su defecto físico no le suponía ningún inconveniente para dar un golpe sobre la mesa y dejar claro que ahí estaba él, dispuesto a luchar con quien hiciese falta. Tal fue así, que al cabo de otros pocos minutos más observamos un cambio de comportamiento que ya conocíamos de anteriores ocasiones: el ejemplar marrón -el que había sido derrotado- comenzó a caminar seguido muy de cerca por nuestro macho protagonista. La batalla había terminado. El perdedor se alejaba de la zona, acosado y empujado por el que parecía más viejo de los dos, que literalmente se frotaba la testuz y la cara contra el corpachón del perdedor. Así lo seguiría durante un largo trecho, hasta desaparecer ambos de la zona donde pastaba el resto del rebaño. Había que echarlo del lugar y dejarle claro que él, el del cuerno roto, era el ganador. 




Como no podía ser de otra manera, durante el resto de la tarde le pudimos hacer de nuevo fotos relajadamente, detalles de la cornamenta, de su mirada y de su aspecto potente. Fue sin pretenderlo el protagonista de aquella tercera sesión a las cabras en celo de este 2024, a cuál más productiva desde el punto de vista fotográfico.



Y viendo esta última fotografía que os muestro ¿alguien podría negar que se trata de un animal increíblemente hermoso, incluso sin parte de su cuerno derecho?

Espero sinceramente volvérmelo a encontrar en otras ocasiones por la sierra, será señal de que la vida le ha sido complaciente y que no habrá formado parte de uno de esos lotes de la muerte de la Reserva Regional de Caza de la Sierra de Gredos, insensibles e inhumanos. Matar de un tiro a animales que se te acercan hasta permitirte hacerles retratos de sus caras es una cobardía asquerosa, que en nada se diferencia a tirotear a una res doméstica dentro de un corral. Eso no es caza, señores verdugos, son ejecuciones. Es demostrar la crueldad y la frialdad del ser humano. Una atrocidad. Una salvajada. Estaría muy bien que este macho montés se librara de la ejecución a manos de unos seres que se mal-definen como "humanos", y si ha de morir antes de llegar a viejo que lo haga bajo las leyes de la naturaleza, tras el ataque de los lobos, de una enfermedad o por los rigores del invierno y la montaña, pero no como demostración de la barbarie de una criatura que no deja de demostrarse a sí misma su brutalidad y su impasibilidad. No a manos de un hombre sin corazón.