Vivir es un tránsito, un camino en donde todos somos nómadas. Que la travesía merezca la pena, depende de ti.

29 de noviembre de 2012

Viejos chozos

Siglos de aprovechamiento ganadero en la sierra de Gredos nos han dejado como mudos testigos de un pasado reciente multitud de construcciones usadas por los pastores en sus labores cotidianas, constituyendo un patrimonio sencillo de conservar y que, sin embargo, poco a poco se va perdiendo, por abandono o desidia unas veces y por actuaciones desafortunadas otras, como las emprendidas en algunas conocidas chozas serranas a las que se les dotó en su momento de un tejado moderno de teja árabe.




De entre todas las construcciones que podemos encontrar a lo largo de este espinazo montañoso, generalmente ligadas a una intensa actividad ganadera, destacan los chozos tradicionales, que solían tener planta redonda, suelo enlosado y cubierta de escoba o piorno. Hacían las veces de viviendas, a menudo adosadas a una cerca de mampostería a modo de minúsculo corral, con poyos para sentarse.







En ocasiones estos chozos se agrupaban formando pequeños poblados con un gran trasiego en los meses en los que el paisaje se libraba de la nieve. A menudo eran denominados "puestos" y en ellos los cabreros pasaban largas temporadas con sus rebaños. En algunos de estos puestos se pueden aún encontrar hoy en día otras construcciones que tenían distintos fines, como las que puedes ver en las tres fotos siguientes: chiviteras para guardar por la noche a los recentales del rebaño, hornos para cocer algo de pan durante las estancias más largas e incluso queseras, ubicadas junto a un pequeño arroyuelo cuyo caudal se desviaba a su interior para mantenerlo fresco.




Todos estos elementos son piezas que forman parte de un rico museo etnográfico, sin puertas, que se encuentra disperso por gargantas y laderas, abierto a todo el mundo. Para descubrirlo solo tienes que caminar por estas montañas con una mente abierta, y comprender que este patrimonio cultural representa un aliciente más, otra disculpa para calzarnos las botas, echarnos la mochila a la espalda y ponernos por delante nuestro un camino cualquiera.






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