21 de junio de 2013
Pachamama
Este dibujo tendrá quizás más de tres décadas y me trae antiguos recuerdos de la adolescencia. Por desgracia, desde entonces hasta nuestros días no ha cambiado mucho mi pesimismo respecto al oscuro futuro que le espera al planeta si la especie humana, cuya avaricia y estulticia le ha impedido siempre comprender el resultado de sus acciones, no cambia de actitud. Lamentablemente, la experiencia que tenemos hasta ahora es que, aún conociendo las consecuencias de las mismas, no solo perseveramos en el expolio irresponsable del planeta que nos alimenta, si no que incluso aumentamos irracionalmente nuestra voracidad.
20 de junio de 2013
Tus pestañas me matan
Ya sé que son tus ojos los que me llaman,
y tus miradas las que me engañan,
pero son tus pestañas las que me atrapan,
y tus párpados los que al final me matan.
No cierres pues tus párpados, por favor,
deja que camine por el brillo de tus ojos
sin que pierda por ello el aliento y mi valor.
Me miras, te miro.
Tu reflejo es el mío.
Si me llamas, voy.
Pero no cierres tus ojos que me apagas.
No te duermas que me mueres.
No entrelaces como hebras tus pestañas, que me acabas, por favor.
y tus miradas las que me engañan,
pero son tus pestañas las que me atrapan,
y tus párpados los que al final me matan.
No cierres pues tus párpados, por favor,
deja que camine por el brillo de tus ojos
sin que pierda por ello el aliento y mi valor.
Me miras, te miro.
Tu reflejo es el mío.
Si me llamas, voy.
Pero no cierres tus ojos que me apagas.
No te duermas que me mueres.
No entrelaces como hebras tus pestañas, que me acabas, por favor.
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Naturaleza
19 de junio de 2013
LaculpanoesdePablo.com
Hoy esta entrada es un poco diferente. Ni siquiera lleva foto.
Hace unos días mi hijo pequeño puso en marcha su propio blog de fotografía, que en parte gestionaremos juntos hasta que él me lo pida, y al que hemos llamado por consenso familiar "LaculpanoesdePablo.com". Aunque ya habíamos hecho las pruebas pertinentes los días previos, hasta ayer que acabó su último examen no remató los detalles finales del mismo y no le hicimos publicidad a través de mi Facebook. Ayer también añadí su enlace en este mismo blog. Para los que seguís habitualmente Cuaderno de un Nómada no será la primera foto que hayáis visto de él, pues hace tiempo ya metí una entrada con fotos suyas, titulada "Experimentando".
Y experimentando sigue. Os resumiré cómo hizo la foto de su Luna lunera. El viernes pasado celebrábamos en una gran parque periurbano de la ciudad su onceavo cumpleaños. Ya bien entrada la noche (la celebración se alargó hasta las 00:40 de la noche) él jugaba con sus amigos mientras todos los padres charlábamos animadamente, cuando la luna comenzó a emerger por el horizonte. Repentinamente él dejó los juegos y tomó su nueva cámara y se alejó. Nadie le dijo nada, se tumbó en la hierba a todo lo largo para evitar que se le moviera demasiado la cámara y disparó varias fotos, horizontales y verticales, con más o menos zoom. La que veis en su blog fue la primera de la serie, sin trepidación y a formato completo (no tiene recorte). Cuando hubo tomadas varias imágenes, me devolvió la cámara y siguió jugando con sus amigos entre los árboles. Sin duda, promete, (pienso yo, o ... ¿es amor de padre?)
Hace unos días mi hijo pequeño puso en marcha su propio blog de fotografía, que en parte gestionaremos juntos hasta que él me lo pida, y al que hemos llamado por consenso familiar "LaculpanoesdePablo.com". Aunque ya habíamos hecho las pruebas pertinentes los días previos, hasta ayer que acabó su último examen no remató los detalles finales del mismo y no le hicimos publicidad a través de mi Facebook. Ayer también añadí su enlace en este mismo blog. Para los que seguís habitualmente Cuaderno de un Nómada no será la primera foto que hayáis visto de él, pues hace tiempo ya metí una entrada con fotos suyas, titulada "Experimentando".
Y experimentando sigue. Os resumiré cómo hizo la foto de su Luna lunera. El viernes pasado celebrábamos en una gran parque periurbano de la ciudad su onceavo cumpleaños. Ya bien entrada la noche (la celebración se alargó hasta las 00:40 de la noche) él jugaba con sus amigos mientras todos los padres charlábamos animadamente, cuando la luna comenzó a emerger por el horizonte. Repentinamente él dejó los juegos y tomó su nueva cámara y se alejó. Nadie le dijo nada, se tumbó en la hierba a todo lo largo para evitar que se le moviera demasiado la cámara y disparó varias fotos, horizontales y verticales, con más o menos zoom. La que veis en su blog fue la primera de la serie, sin trepidación y a formato completo (no tiene recorte). Cuando hubo tomadas varias imágenes, me devolvió la cámara y siguió jugando con sus amigos entre los árboles. Sin duda, promete, (pienso yo, o ... ¿es amor de padre?)
18 de junio de 2013
"Vientos y lluvias ...
... asolan mi corazón, cada vez que pienso en ti". Es lo que decían los geniales Triana de mi adolescencia en una de sus letras, "Hasta volver", triste canción que nos hablaba de una dolorosa separación.
Siempre la recuerdo y la canto cuando en el campo el viento y la lluvia azotan duro. Hoy, sin embargo, no hay problema, sé que no me voy a mojar, estoy tranquilo en casa viendo desde el otro lado de los cristales cómo los elementos barren el paisaje que rodea mi ciudad. Nubarrones plomizos vienen, se acercan, descargan y siguen su camino dejando tras de sí olor a tierra mojada. Me gusta el olor a tierra mojada, en el campo o en la ciudad; tibio, fresco, dulzón, el húmedo perfume de la naturaleza. El fuerte viento zarandea las ramas y hasta los propios árboles, y hace que caiga oblicua la cortina de agua que oculta el horizonte. Absorto, observo cómo la superficie del río cobra vida con cada salpicadura de agua del violento chaparrón.
Evado mi pensamiento viendo a las gotas de agua echar carreras por el cristal de mi ventana. Me acerco y las contemplo con la nariz pegada al vidrio, viendo cómo cada una de ellas se convierte en una burbuja y atrapa un retazo de mi paisaje.
Siempre la recuerdo y la canto cuando en el campo el viento y la lluvia azotan duro. Hoy, sin embargo, no hay problema, sé que no me voy a mojar, estoy tranquilo en casa viendo desde el otro lado de los cristales cómo los elementos barren el paisaje que rodea mi ciudad. Nubarrones plomizos vienen, se acercan, descargan y siguen su camino dejando tras de sí olor a tierra mojada. Me gusta el olor a tierra mojada, en el campo o en la ciudad; tibio, fresco, dulzón, el húmedo perfume de la naturaleza. El fuerte viento zarandea las ramas y hasta los propios árboles, y hace que caiga oblicua la cortina de agua que oculta el horizonte. Absorto, observo cómo la superficie del río cobra vida con cada salpicadura de agua del violento chaparrón.
Evado mi pensamiento viendo a las gotas de agua echar carreras por el cristal de mi ventana. Me acerco y las contemplo con la nariz pegada al vidrio, viendo cómo cada una de ellas se convierte en una burbuja y atrapa un retazo de mi paisaje.
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16 de junio de 2013
Ingrávido
Sus ojos inquisitivos lo vigilan todo desde las alturas con detenimiento. Planea y planea sobre mi hide, pero no se atreve a bajar. Va y viene incansable. Se deja caer en reiteradas pasadas sobre algo que ha descubierto en el suelo, para elevarse de nuevo sin coger nada. Un congénere se lanza contra él y, entre refriega y refriega, me deleitan con sus acrobacias y sus reclamos agudos y aflautados. Le hago alguna foto en vuelo, pero no tengo muchas opciones, pues aparece repentinamente de entre las copas de las encinas haciendo veloces pasadas y, además, demasiado cerca de mí, lo que multiplica exponencialmente la dificultad de perseguirlo con el 500 mm. Espero con ansiedad que se me ponga a tiro, pero hoy, sin duda, no es mi día. No importa, he disfrutado enormemente con sus quiebros aéreos y con su comportamiento bravucón.
El milano negro (Milvus migrans) es una de las rapaces más comunes en nuestras latitudes, pero no por ello pierde su atractivo. Gran benefactor de nuestros campos, tiene una labor fundamental en la limpieza de los mismos, consumiendo gran número de pequeñas carroñas, además de micromamíferos, lo que lo convierte en un gran controlador biológico de plagas.
Voy pensando en las ágiles escaramuzas que ha realizado en pleno vuelo delante de mi, mientras el sol se oculta tras las encinas de la dehesa anunciándome que debo dar por concluida la sesión. Mañana será otro día y quizás el milano negro me de otra oportunidad.
El milano negro (Milvus migrans) es una de las rapaces más comunes en nuestras latitudes, pero no por ello pierde su atractivo. Gran benefactor de nuestros campos, tiene una labor fundamental en la limpieza de los mismos, consumiendo gran número de pequeñas carroñas, además de micromamíferos, lo que lo convierte en un gran controlador biológico de plagas.
Voy pensando en las ágiles escaramuzas que ha realizado en pleno vuelo delante de mi, mientras el sol se oculta tras las encinas de la dehesa anunciándome que debo dar por concluida la sesión. Mañana será otro día y quizás el milano negro me de otra oportunidad.
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