Vivir es un tránsito, un camino en donde todos somos nómadas. Que la travesía merezca la pena, depende de ti.

15 de agosto de 2014

Batisielles

Paso a paso las suelas de nuestras botas se van desgastando, caminando caminos que nos llevan en pos de objetivos y destinos que no son sino pretextos, pues el verdadero fin es el propio caminar. Caminar caminos.

El camino es lo valioso. Yo digo que camino para ver. Lagunas, cimas, desiertos, bosques y mares. Ciudades, gentes, dichas y males. Pero son simplemente disculpas, excusas, justificaciones vanas. Lo cierto es que camino para construir recuerdos en mi memoria que me hagan sentirme bien, que me hagan ser, existir. Camino para comprender el mundo que me rodea. Lo hago por necesidad, porque una fuerza telúrica en mi cuerpo y en mi mente me arrastra irremediablemente a dar un paso delante de otro. Dejo goma negra de mis suelas en las piedras y en la tierra, vestigios tenues que desaparecen tras de mi. Caminar forma parte de mi esencia, y el camino lo es de mi vida. Soy camino -todos lo somos-, líneas sinuosas que avanzan en una travesía que comienza cuando nacemos y termina cuando expiramos. Junto a mis huellas anhelo las de los míos, las de aquellos que me precedieron en la senda permitiéndome comenzar a caminar, y las de aquellos otros que me seguirán en ella. Y cuando llegue el momento de resumir, espero que haya merecido la pena el tiempo que existí.

Caminar, ¡qué hermosa invención!














2 comentarios:

  1. ¡Que maravilla! Enhorabuena por las fotografías y que placer andar por esos parajes. Un saludo.

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    1. Gracias José, estoy seguro que el mismo placer que descubres en cada salida.

      Un abrazo.

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