Vivir es un tránsito, un camino en donde todos somos nómadas. Que la travesía merezca la pena, depende de ti.
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18 de marzo de 2014

Los ojos de Kill Bill

Paseo por los viejos muros de mi ciudad, de esa otra ciudad olvidada que no se parece a la idealizada capital que venden los folletos turísticos y las guías de viajes, pero que, sin duda, es más palpitante, mucho más viva que la de esos museos y monumentos engominados en los que todo está prohibido y encorsetado: no puedes tocar, no puedes hacer fotos, no puedes entrar si no pagas, tu perro se ha de quedar fuera, las cámaras te vigilan, cordoncitos de bonito color rojo te menosprecian el paso y carteles de No Pasar aparecen por doquier; monumentos muertos en donde te ven, en definitiva, o con cara de dolar, o con cara de delincuente. Paseo, pues, por esos otros rincones desheredados pero vitales y encuentro numerosas miradas que me observan entre desconchones de pintura y enmohecidos jarreados. Veo algunos personajes conocidos junto a otros que ya conozco solo de pasar junto a ellos una y otra vez, y me detengo delante de su mirada estropeada, de su cara agrietada por el hostigo de las inclemencias, y con los pómulos despellejados por el transcurrir del tiempo. Ella no me mira a mi, lo hace de reojo, como siempre, esperando a quién sabe qué. Quizás, ¿por qué no?, observando a esa otra ciudad adornada e imaginaria, la de la vitrina y el escaparate.

20 de febrero de 2014

El Comevidas

No tiene ni dimensiones concretas ni forma definida. Cambia y muta de aspecto a lo largo y ancho del globo terráqueo, y lo alimentamos nosotros con nuestros actos y nuestra vida. Devora seres humanos y el aliento del planeta que habitamos. Engorda con el dolor y la destrucción, con el sufrimiento y la desolación, con el despilfarro y el holocausto planetario. Lo parimos nosotros cuando nos creímos superiores, cuando nos pensamos a nosotros mismos como propietarios de la tierra que pisábamos y de los seres que por ella deambulábamos. Lo creamos sin pensar, y ahora sin pensar lo alimentamos. Con llantos, lágrimas y sangre. En Kiev, en Alepo o en Sudán del Sur, pero también en nuestros barrios y nuestras ciudades a través de la opulencia de unos cuantos, de la corrupción y de la depravación social de nuestro Estado del Malestar. Sí, el Comevidas carcome nuestra sociedad desde dentro y quizás habite en cada uno de nosotros, engordando con nuestro propio sufrimiento, canibalizándonos, putrefacto, envilecido y desbocado.


15 de diciembre de 2013

El poder verde

"Billetes, billetes verdes, pero qué bonitos son", decía la canción.

Ayer sábado tenía lugar una concentración no autorizada alrededor del Congreso de los Diputados. La sociedad está hastiada de que le roben derechos, trabajo, seguridad, tranquilidad, justicia, igualdad. De que le hurten el estado del bienestar y la vida. Mientras unos hacen huelga de hambre como protesta pacífica o participan en una manifestación luchando para que le quede algo de esperanza a ese hijo de pocos años que lleva sobre los hombros, otros se frotan las manos con lo que están "sacando" de la crisis. Los de siempre nunca pierden. Ni los que ostentan el poder, ni los allegados que los mantienen en el mismo. El dinero fluye, es cierto, corre a espuertas, pero solo entre unas pocas manos. Estamos en un momento dulce, de grandes negocios, de especulaciones, de conchabeos, favores, prebendas y amiguismos; de caciqueos, enchufismos, compadreos y puertas giratorias. Es el momento de los tiburones, los mismos que canibalizan a los que les rodean. También de la censura, de la opresión, de la manipulación y del rodillo. Del "aquí se hace porque lo digo yo", de la justificación, de la coartada, de la alegación, de la excusa mediocre. Es el tiempo de las mentiras, de los indultos para los ladrones de los escaños, de las llamadas telefónicas. Pasen y vean, señores, estamos en el gran circo del neoliberalismo despiadado y de la corrupción endémica, donde los más poderosos engordan sus barrigas y dónde los demás muestran sus costillas. Pasen y vean, señores, están ante el mayor espectáculo del mundo.





Entre tanto, ayer sábado morían en Alcalá de Guadaira los padres de una familia y una de las dos hijas menores por alimentarse con productos en mal estado recogidos de un contenedor. ¡Y a mí me parece tan cercano! Quizás porque todas las mañanas cuando regreso a casa veo a un hombre de mediana edad acercarse en coche al mismo contenedor de siempre. Lo abre y sitúa un objeto cualquiera -generalmente una caja de porexpán para el pescado- entre la tapadera y el mismo para que no se cierre, y se dedica durante un tiempo a buscar entre los desperdicios y las sobras del gran supermercado alemán. Lo veo cada mañana, mientras camino ensimismado en dirección a mi casa. Religiosamente, todas las mañanas. El año pasado, durante un tiempo, el mismo contenedor era visitado a la misma hora por una pareja más joven que llegaban en bicicleta. Pienso a menudo en ellos y en otros muchos como ellos. La exclusión social, el desamparo, la pobreza severa, los desahucios, los suicidios, el desempleo y la marginación se han incrementado en la misma medida en la que los ricos son más ricos, y los poderosos más intocables.


En estos mismos momentos alguien estará pensando en este país de equilibristas, como los llamaba Joan Manuel Serrat, si no sería mejor saltar por la ventana, o tirarse a las vías del metro. Alguien en silencio subirá las escaleras hacia la que, todavía en esos momentos, será su casa, sopesando si no compensará sacrificarse y ser un mártir más en esta batalla de Quijotes y gigantes. Ser un muerto más en esta masacre social.

23 de noviembre de 2013

El traidor



Mirando la calle sabiendo por dónde va
espera el traidor en la oscuridad.
Resaltan sus manos ensangrentadas
invisiblemente por la infidelidad.
Te ensuciaron la mente
Te ensuciaron la mente
Te ensuciaron la mente
Te ensuciaron la mente

El silencio es denso y la espera larga.
Su corazón late, se le escapan las palabras.
Se dice sonriendo "es igual, ya es igual
yo ya estoy perdido, para mi no hay lugar"
Te ensuciaron la mente
Te ensuciaron la mente
Te ensuciaron la mente
Te ensuciaron la mente

Tirado en la calle, la cara desencajada,
espera el traidor y la vida se le escapa.
Sus manos arañan los últimos segundos,
alguien se encargó de que no hablara.
Te ensuciaron la mente
Te ensuciaron la mente
Te ensuciaron la mente
Te ensuciaron la mente

(El traidor, letra y música de Aurora Beltrán, del disco Nieve Negra, del grupo musical Tahures Zurdos)

21 de noviembre de 2013

Espacios intermedios

La ciudad, todas las ciudades, están repletas de rincones olvidados, lugares apartados llenos de detalles desapercibidos, sitios perdidos, extraviados, desatendidos y ensuciados. Marginados. Guetos donde adolescentes anónimos dejan sus firmas, donde el paso del tiempo recubre con una capa de polvo y moho las paredes viejas de cemento, donde las ventanas dejaron hace mucho de serlo tapiadas por ladrillos y donde los tejados se cubrieron de líquenes y musgos. No hace falta alejarse mucho del centro. A veces ni siquiera salir de él. Son los espacios intermedios. Esos que se pueblan de gatos callejeros cuando la ciudad duerme. Esos donde el haz de luz de los pequeños farolillos oxidados a duras penas llega al suelo. Esos que se envuelven de silencio. De sombras. De temores y recelos. Esos donde el retumbar de nuestros pasos nos proclama nuestra vulnerabilidad. Esos son nuestros espacios intermedios.








16 de noviembre de 2013

Yesterday

Parece que fue ayer.




Yesterday,
All my troubles seemed so far away,
Now I looks as though they're here to say
Oh, I believe in Yesterday.

20 de octubre de 2013

Nos vigilan en la ciudad

Caminamos a su lado y no nos percatamos de su presencia. No somos conscientes de que unos extraños ojos nos observan y nos espían. Donde menos lo esperemos, allí están sus cuerpos rechonchos y lampiños, en rincones y en tapias, en edificios de pisos o en fábricas, en las entradas de la ciudad o en pleno centro, por las calles, por las avenidas, junto a los tejados o en el suelo. Rosas, blancas, verdes o moradas, da igual del color con que se muestren, cuanto más llamativas son, más miméticas parecen.

Cuando callejeéis buscar alrededor vuestro, y mirad a vuestra espalda si os sentís observados, porque quizás sus ojos extraños os estén vigilando.

Pero, ¿quiénes son?

Son ... las Patatas.








11 de octubre de 2013

Wild10

Ayer día diez de octubre terminaba el 10º Congreso Mundial de Tierras Silvestres Wild10, que se ha celebrado en Salamanca a lo largo de una semana. Sin duda será una herramienta más para concienciar a la sociedad de la importancia de conservar, cuidar y mimar el planeta. ¡Lástima que el precio entre doscientos y quinientos cinco euros no nos haya permitido asistir a mucha gente interesada. Espero que al menos haya servido para algo más que dejar una bonita pintada en una fachada de la ciudad. Me acordaré de ellos cada vez que pase por aquí.


23 de septiembre de 2013

Sarín



Parece muy sencillo: el simple bloqueo de una encima -la colinesterasa-, necesaria para el normal funcionamiento del sistema nervioso de los seres vivos, es el causante de que el organismo hiperestimule los tejidos musculares provocando la contracción de los músculos cardíacos y respiratorios, entre otros, lo que conlleva dificultad respiratoria, convulsiones, pérdida de visión, salivación, sudoración, etc, hasta que los afectados, en este caso las personas, mueren por asfixia o colapso cardíaco a los pocos minutos de haberlo inhalado, o en varias horas si solo se ha estado en contacto con él. Todo esto es muy sencillo de provocar con la simple expansión del gas así llamado, Sarín, en referencia a los científicos que lo inventaron en la antigua Alemania como pesticida agrícola. Se trata de un agente nervioso que asesina igual a los niños y mujeres que a los combatientes enemigos, a los ancianos que a los adultos en edad de empuñar un arma. Da igual, todos son objetivo a eliminar. No hay discriminación, se trata sencillamente de masacrar, de hacer daño y causar dolor. No hay estrategia, simplemente odio.

Cuando el pasado 21 de agosto este arma de destrucción masiva fue usada en un suburbio de Damasco llamado Ghouta contra la población siria indefensa, no lo hacía por primera vez, ya que su utilización había sido constatada en más de una terrible docena de oportunidades anteriores durante el conflicto armado. En este último ataque perdieron la vida no menos de mil cuatrocientas personas y fue el causante de las amenazas internacionales más contundentes contra el régimen sirio. Los inspectores de la ONU tan solo hace unos días han certificado el uso del citado gas, y aunque no han tenido autoridad para determinar quién fue el autor del crimen de guerra, sí han aportado pruebas que apuntan al régimen de Bashar al-Asad que, a la sazón, mantiene uno de los mayores arsenales del mundo de armas químicas, calculado en más de mil cuatrocientas toneladas. No en vano, Siria es uno de los cinco estados, junto con Egipto, Angola, Sudán y Corea del Norte, que no han firmado el tratado conocido como Convención sobre Armas Químicas que considera ilegales el desarrollo, la producción, almacenaje y uso de este tipo de armas.

Así las cosas, entre tanto, la comunidad internacional se pelea y discute sobre cómo intervenir en este largo conflicto que se inició como respuesta a la dictadura y la falta de libertades en una Primavera Árabe que ya quedó extremadamente lejana. Mientras los estados se reúnen en foros internacionales en busca de soluciones, la muerte sigue campeando en Siria, y su pueblo sigue siendo masacrado y expulsado.

Sarín. Podría ser el nombre de una persona, ¿verdad?. Pero no lo es, es simplemente el de la muerte.

13 de septiembre de 2013

La bruja

Paseando un día por mi ciudad me encontré con una bruja de labios fríos y ojos profundos, mirada misteriosa y piel ambarina, quién sabe si nacida de la noche o del día. Camuflada en un rincón de hormigón liso, escondida, misteriosa y mágica, no sé si tropecé con ella, o si ella me arrastró, si el encuentro fue fruto del azar  o de su premeditación. En mi ciudad se esconde una bruja.


10 de septiembre de 2013

Mis dudas

Hoy me he levantado huraño, hosco y malhumorado, con el ceño fruncido. Todo a mi alrededor lo veo triste y taciturno, dominado por el desencanto, la frustración y el desaliento. Los adjetivos negativos se amontonan en mi frente y luchan como posesos por salir a borbotones como puñales por mis pupilas a quien tenga delante. Amargura, fracaso, desconcierto y desengaño. Mi cabeza perturbada busca justificar el caos que la domina.

Hoy me asaltan las dudas, la vacilación y el titubeo. El pesimismo. Hoy es todo oscuro, sucio y viejo. Y yo estoy en medio de este naufragio.


19 de febrero de 2013

Mis rincones

Paseo como otras veces por estrechas callejuelas buscando esa otra ciudad que se esconde entre desconchones mohosos.
Encuentro ancianos olvidados, gatos negros callejeros y viejos
árboles resecos.
Veo cómo las humedades se adueñan de los rincones, oscureciendo los antiguos ladrillos rojos y los viejos enfoscados de cemento.
Veo ventanas tapiadas que esconden vacías estancias tras de sí.
Y veo puertas de maderas rotas, con rendijas y resquicios que dejan escapar colores verdes de patios y corrales atestados de maleza.
Puertas condenadas con cadenas herrumbrosas.

Aunque esté en pleno casco histórico, Patrimonio de la Humanidad, aunque me encuentre a tan solo unos metros de sus concurridas calles peatonales y al lado mismo de sus edificios monumentales, a mi caminar solo le acompañan aquí el silencio y la soledad.

El vacío nos envuelve a mí y a mi deambular, como envuelve al anciano olvidado, a sus gatos negros callejeros y a unos viejos árboles resecos.




16 de enero de 2013

Espectros

Las ilusiones se marchitan.
La esperanza muere.
Las tragedias nos rodean.
Las manos se nos tienden.
Los ojos húmedos nos reclaman, pero nosotros desviamos la mirada.
Vemos desde el otro lado del cristal los sueños rotos.
La pesadilla.
El drama.
El dolor.

Bajamos la cabeza.
O la giramos para un lado.
Pasamos de largo.
Los esquivamos.
Driblamos la realidad de los demás que a nosotros no nos afecta.
La sorteamos con alivio.

Como si la cosa no fuera con nosotros, miramos su desdicha desde nuestras ventanas, ajenos a su sufrimiento.


22 de noviembre de 2012

Autorretrato I

Los acordes rabiosos del disco Meteora, del grupo estadounidense Linkin Park, penetran violentos hasta mi cerebro a través de los minúsculos auriculares negros del MP3. Sus voces desgarradas y salvajes me acompañan en mi deambular, mientras regreso a casa tras una poco fructífera sesión fotográfica a esos edificios románicos y góticos que parecen momificados, como disecados para durar hasta la eternidad. Me desvío por un callejón poco recomendable, solitario y escasamente iluminado, y me transporto a una especie de burbuja temporal, abandonando la ciudad de arenisca dorada, impertérrita y monumental. Persigo, y al final lo encuentro aquí, en este rincón apartado, bajo los hazes de luz de unos faroles, el contraste que acompañe esa banda sonora que acelera mis neuronas. Ha caído la noche no hace mucho rato y solo una pareja de adolescentes que buscan intimidad en algún rincón oscuro, se cruzan conmigo. Me paro frente a la cámara apoyada sobre el trípode, y me olvido de ese casco histórico de fachada y filigrana. Y regreso a la cotidianidad. A lo ordinario, a lo vulgar. A lo auténtico. Respiro por fin la otra realidad en las entrañas de una ciudad llena de gentes, de tribus y submundos. E inspiro profundamente los latidos de la verdadera urbe, de todo lo bueno que nos ofrece y de todo lo malo que tiene.




11 de noviembre de 2012

Lucha de castas

Dentro de tres días estamos todos convocados a manifestar nuestro descontento con la situación actual que atraviesa el modelo de sociedad capitalista, en el llamado primer mundo. La mayoría de los ciudadanos la sufrimos directamente en mayor o menor medida, porque existe quien se frota las manos y se enriquece mientras la sociedad se empobrece y, lo que es peor aún, pierde derechos y conquistas sociales que tardó mucho tiempo en alcanzar. En esta sociedad existen dos castas. La de los que tienen poder, dinero y privilegios, y la de los que no los tienen. Se reduce la clase media y aumentan las clases más desfavorecidas. Los responsables directos son los políticos que gobiernan y que nos han gobernado, y que han permitido y fomentado la corrupción de un sistema político viciado y sin regulación, ni control. Ellos que se han encargado de blindarse ante los tribunales, de adjudicarse privilegios que no tiene ningún otro ciudadano y de despilfarrar los recursos de toda la sociedad. Los aeropuertos que no tienen vuelos, las estaciones de Ave en mitad de la nada o las autopistas paralelas a autovías son solo ejemplos de la responsabilidad que pesa sobre ellos, pero por la que nunca pagan. Son ejemplo simples de la corrupción que campea en la vida política de este país de traca, en cada comunidad autónoma, provincia o ayuntamiento. Ellos son los verdaderos culpables, la casta política. Los enemigos de lo público. Los amigos de sus amigos. Ellos, que financian bancos con nuestro dinero, bancos que luego desahucian familias. Ellos, que desmontan el estado del bienestar, que privatizan la sociedad y atacan el modelo educativo público. Ellos, que protegen a los poderosos mientras se llenan la boca con aquello de que "todos debemos arrimar el hombro", aunque sus privilegios siguen sin eliminarse.



¿Hasta cuándo hemos de ser testigos de su inmunidad? La sociedad espera ver que ellos se responsabilizan con su patrimonio, o con su libertad ante los tribunales por la mala gestión que hacen en sus cargos. "Nunca Mais" el derecho de pernada, puesto que es lo que están haciendo con nosotros. La huelga y manifestación de este miércoles es un grito ciudadano contra los privilegios de la casta política y económica de este país, que son la esencia de la verdadera crisis. De la crisis real, la crisis de los valores éticos y morales de los que gobiernan, o mejor dicho aún, la ausencia de valores de esa casta social que son los políticos.





21 de junio de 2012

El desterrado

Érase una vez un cuento que empezaba "Érase una vez un vagabundo ...

... en una ciudad dormida, anestesiada, sumida en el letargo de sus propias vanidades, obscena de sus lujos y superficialidades, un vagabundo se desliza por la avenida bajo los luminosos de neón. Busca su cena en el contenedor de un restaurante mientras camina hacia las afueras, abandonando el centro opulento. Las luces de los escaparates embaucan a los transeúntes, seduciéndolos con objetos innecesarios. Él recoge un cartón. Un grupo de jóvenes pasa riendo a su lado mientras hablan de las últimas prendas que se han comprado y lo bien que les sientan. No le ven. Es invisible. Para ellas y para el matrimonio que lo adelanta mientras se cuentan sus problemas cotidianos. Él abre otro contenedor y con un palo hurga en el fondo del mismo. No encuentra nada valioso y continúa hacia los suburbios. Una señora se aparta de su lado cuando este le mendiga con la mano una limosna. Ni siquiera le ha mirado, pero sí le ha juzgado -sucio, quizás vago, probablemente alcohólico, debía irse a uno de esos albergues para indigentes-. Sale de la ciudad bajo las últimas farolas de un polígono industrial, ahora desierto. Luego abandona los haces de luz amarilla y se dirige a su refugio, más allá de las últimas naves. Sus ojos se hacen a la oscuridad y, sorteando la basura, penetra por un hueco y se adueña de su espacio en el viejo club de carretera, en ruinas, con ventanas sin ventanas, y puertas sin puertas. Salta entre los montones de desperdicios, busca un rincón oscuro medio limpio que le proporcione tranquilidad y descanso otra noche más, allí, en el más sórdido de los hogares. Extiende sus cartones y cierra por fin los ojos.

Sueña que vive la vida de otro".